Revista Cultura y Ocio
Por @aguero_raquel, sígueme en Twitter
Las navidades vuelven a ser historia un año más. Papá Noel y los Reyes Magos ya han hecho su trabajo (esperamos que bien) y nuestra estantería del salón o nuestra mesilla de noche ya tiene nuevos inquilinos que iremos conociendo a lo largo de este nuevo año.
Pero… ¡un momento! Entre esos inquilinos ha aparecido alguien nuevo, un extraño demasiado delgado, la envidia de todos, que es capaz de contener El Quijote, Crimen y Castigo, La Celestina, Juego de Tronos y El Señor de los Anillos y no engordar ni un gramo (no como nosotros después de estas fiestas). Es un eReader, un pequeño dispositivo que a tu madre le ha costado vueltas y vueltas, peleas y más peleas con dependientes de tiendas para hacerse entender y traerte un eReader y no un marco digital.
¿Entonces?, ¿ahora qué hago con esas pilas de libros que tengo repartidas por toda la casa?, ¿tengo que abandonar a mis "niños" de papel?, ¿me gustará leer en una pantalla tanto tiempo? Pues sí, este es el gran dilema para los que devoramos libros, libros y más libros en lo que muchos califican un tiempo récord: seguir con el papel o sucumbir a los encantos de un pequeño dispositivo que cabe en el bolso/mochila/bandolera, que pesa menos de 200 gramos y en el que podemos tener a mano siempre nuestro libro favorito.
Para los amantes de la tecnología un eReader es el mejor de los inventos por todo lo que he descrito hasta el momento: es ligero y podemos tener a mano en cualquier momento nuestra novela favorita. Actualmente hay miles de modelos en el mercado, con pantalla retroiluminada, con tinta electrónica, con una súperbatería que dura años luz (que te hace pensar: ¿entonces para que viene con cargador?), diferentes colores…
Pero aunque sin duda es un gran avance, me da por pensar y digo: ¿no me cansaré de leer en una pantalla?, ¿no estaré traicionando a esos “niños” que me esperan en la estantería y/o mesilla de mi casa?, ¿podré superar no tener entre las manos un libro de 500 páginas y quedarme solo con esos 200 gramos de tecnología? ¡Ay! Cuántas preguntas de repente, ¿no?.
Aunque no lo creáis todas estas preguntas llevan rondándome desde el pasado 6 de enero, cuando mi madre me regaló ese eReader (y me contó la batallita de lo que ha tenido que recorrerse medio mundo para encontrarlo porque no sabía lo que era, ¡ah! Y que el año que viene haga el favor de pedir unos calcetines, que ya sabe dónde están).
Sintiéndolo mucho por mi madre y por todos esos amantes de la tecnología, yo con el eReader no me apaño. No es que no lo sepa utilizar, más o menos le cogí el punto enseguida, es que… yo soy más del papel. Sí, lo siento, a mí la tecnología en esto de leer no me va.
Me gusta un libro físico, que pueda coger, cargar en mi bolso y, sí, que me destroce el hombro. Me gusta oler sus hojas cada vez que lo abro para seguir leyendo, su marcapáginas, las notas que apunto a lápiz en los márgenes, pasar las páginas… ¡Me gusta todo de ellos!
Quizá sea porque son muchos años con ellos, porque todos los que tengo en casa son mis "niños", porque aunque más o menos haya nacido casi con la tecnología en la mano en el caso de los libros no puedo imaginar un dispositivo en el que para pasar la página haya que dar a un botón. Soy una yonqui de los libros físicos y, como el tabaco, es muy difícil dejarlo.
Me podréis dar mil y una razones para pasarme al eReader, pero lo siento mucho, ya le he pedido el ticket a mi madre y lo digital, en cuanto a libros se refiere, no va a irrumpir en mi vida. ¡Yo soy de los libros de papel!
Las navidades vuelven a ser historia un año más. Papá Noel y los Reyes Magos ya han hecho su trabajo (esperamos que bien) y nuestra estantería del salón o nuestra mesilla de noche ya tiene nuevos inquilinos que iremos conociendo a lo largo de este nuevo año.
Pero… ¡un momento! Entre esos inquilinos ha aparecido alguien nuevo, un extraño demasiado delgado, la envidia de todos, que es capaz de contener El Quijote, Crimen y Castigo, La Celestina, Juego de Tronos y El Señor de los Anillos y no engordar ni un gramo (no como nosotros después de estas fiestas). Es un eReader, un pequeño dispositivo que a tu madre le ha costado vueltas y vueltas, peleas y más peleas con dependientes de tiendas para hacerse entender y traerte un eReader y no un marco digital.
¿Entonces?, ¿ahora qué hago con esas pilas de libros que tengo repartidas por toda la casa?, ¿tengo que abandonar a mis "niños" de papel?, ¿me gustará leer en una pantalla tanto tiempo? Pues sí, este es el gran dilema para los que devoramos libros, libros y más libros en lo que muchos califican un tiempo récord: seguir con el papel o sucumbir a los encantos de un pequeño dispositivo que cabe en el bolso/mochila/bandolera, que pesa menos de 200 gramos y en el que podemos tener a mano siempre nuestro libro favorito.
Para los amantes de la tecnología un eReader es el mejor de los inventos por todo lo que he descrito hasta el momento: es ligero y podemos tener a mano en cualquier momento nuestra novela favorita. Actualmente hay miles de modelos en el mercado, con pantalla retroiluminada, con tinta electrónica, con una súperbatería que dura años luz (que te hace pensar: ¿entonces para que viene con cargador?), diferentes colores…
Pero aunque sin duda es un gran avance, me da por pensar y digo: ¿no me cansaré de leer en una pantalla?, ¿no estaré traicionando a esos “niños” que me esperan en la estantería y/o mesilla de mi casa?, ¿podré superar no tener entre las manos un libro de 500 páginas y quedarme solo con esos 200 gramos de tecnología? ¡Ay! Cuántas preguntas de repente, ¿no?.
Aunque no lo creáis todas estas preguntas llevan rondándome desde el pasado 6 de enero, cuando mi madre me regaló ese eReader (y me contó la batallita de lo que ha tenido que recorrerse medio mundo para encontrarlo porque no sabía lo que era, ¡ah! Y que el año que viene haga el favor de pedir unos calcetines, que ya sabe dónde están).
Sintiéndolo mucho por mi madre y por todos esos amantes de la tecnología, yo con el eReader no me apaño. No es que no lo sepa utilizar, más o menos le cogí el punto enseguida, es que… yo soy más del papel. Sí, lo siento, a mí la tecnología en esto de leer no me va.
Me gusta un libro físico, que pueda coger, cargar en mi bolso y, sí, que me destroce el hombro. Me gusta oler sus hojas cada vez que lo abro para seguir leyendo, su marcapáginas, las notas que apunto a lápiz en los márgenes, pasar las páginas… ¡Me gusta todo de ellos!
Quizá sea porque son muchos años con ellos, porque todos los que tengo en casa son mis "niños", porque aunque más o menos haya nacido casi con la tecnología en la mano en el caso de los libros no puedo imaginar un dispositivo en el que para pasar la página haya que dar a un botón. Soy una yonqui de los libros físicos y, como el tabaco, es muy difícil dejarlo.
Me podréis dar mil y una razones para pasarme al eReader, pero lo siento mucho, ya le he pedido el ticket a mi madre y lo digital, en cuanto a libros se refiere, no va a irrumpir en mi vida. ¡Yo soy de los libros de papel!
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