Revista Educación

Yo también

Por Siempreenmedio @Siempreblog
Yo también Yo también

Es increíble la cantidad de papel que habré gastado imprimiendo hasta que una compañera del curro me contó que ella utilizaba la opción de dos páginas por hoja. Lo que habría ahorrado en complejo de culpa por unidad arbórea talada si me hubiera parado a pensar antes en lugar de hacer las cosas automáticamente, como siempre las he hecho. La letra es aún lo bastante grande y gasto la mitad de papel (cuatro veces menos si tiro de doble cara). Pero mira, no lo había pensado, no me dio por ahí, hice las cosas como siempre las he hecho, como (casi) todos las hacemos.

Es increíble la cantidad de cosas que he hecho sin pararme a pensar el por qué, para qué y si hay necesidad o alternativa.

(Yo también) es un movimiento que nació hace diez años para visibilizar el abuso sexual y su normalización en nuestra sociedad. Hace poco ha recobrado una fuerza que nunca debió perder a raíz del impactante caso de abusos y agresiones del productor Harvey Weinstein. Abusos masivos, continuados y justificados por su entorno. Abusos que muchas de sus víctimas solo se han atrevido a denunciar cuando han encontrado en otras víctimas el apoyo que en su día se les negó.

Y es asqueroso lo que este depravado hizo durante tanto tiempo, pero el pinchacito en las tripas me lo ha provocado otra cosa: las risitas de sus colegas, las excusas de sus amigos, la connivencia de tantos, la poca extrañeza de casi todos. Y la náusea cuando, llegada la denuncia, lo primero que tanta gente, tantos medios, exclama es " ¿Por qué denuncian ahora? ¿Qué buscan? ¿Qué quieren?". La duda agrediendo a la agredida. La presunción de inocencia escupiendo sobre las víctimas.

Está tan normalizado, tan interiorizado este machismo nauseabundo que tienen que repetirnoslo una y otra y otra vez antes de que logremos escandalizarnos. Personalmente, he sido incapaz de hablar del tema hasta ahora, de tuitear incluso ese ) a modo de apoyo. Porque tengo vergüenza, tengo miedo. Vergüenza y miedo de haber estado yo también en el lado del agresor. De darme cuenta de mi estupidez apoyando con una etiquetita en twitter y a otra cosa, cuando yo también he disculpado un abuso, quitado hierro a un insulto, apoyado un comentario baboso, reído un tocamiento nada gracioso. Cuando puedo perfectamente haber agobiado, molestado, angustiado, sobrepasado más de un límite amparado en el alcohol, el asqueroso romanticismo de las películas, el "la verdad, no me he parado a pensarlo, me salió solo, esto siempre se ha hecho así". Yo también, sí. Yo también le he hecho la vida más difícil a alguien.

Gracias a mi compañera, ahora ahorro en papel. Pero ¿y todo el papel que he desperdiciado hasta ahora? ¿Eh?


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