Desde hacía algún tiempo ya yo esperaba con ansias festejar el Primero de Mayo en La Habana. Gracias a una invitación del Instituto Cubano de Amistad con los Pueblos (ICAP) tendría la oportunidad de presenciar el desfile desde la tribuna de la Plaza de la Revolución. Con mi cámara fotográfica en una mano y mi acreditación – agarrada fuertemente en la otra- iba camino hacia la Plaza. Eran las cinco de la mañana, mientras caminaba por la Calle L. Reinaba un silencio total.
Como no había autos en la vía, tenía la posibilidad de caminar por el medio de la calle con tranquilidad sin tener que mirar a la derecha o a la izquierda por miedo a ser atropellada. A medida que me acercaba a la Plaza crecía el número de cubanos y cubanas a mi alrededor, se sentía una energía positiva a pesar de que aún era temprano en la mañana.
La mayoría de los cubanos se sumaban al desfile a través de la Avenida Paseo. Yo en cambio tuve la oportunidad de pasar las diferentes barreras de seguridad conjuntamente con otros amigos alemanes, franceses e italianos miembros del movimiento de solidaridad. Mientras pasábamos cerca de la sede del periódico Granma notábamos que la caminata se hacía cada vez mas lenta. Finalmente llegamos al punto de control. Después de un control de rutina una compañera perteneciente al equipo de seguridad me desea un “que la pases bien” a lo cubano muy caluroso.
Llegué al primer escalón de la primera fila en la Tribuna. A partir de ahora la frase de orden sería “esperar con calma”. La mayoría de los mil invitados como yo estaban sentados, yo en cambio estaba tan emocionada que no podía permanecer ni un minuto en mi asiento. Perdí incluso los deseos de comer algo o de ir al baño.
Eran ya las siete de la mañana, el ambiente era increiblemente maravilloso. La Plaza retumbaba al ritmo de “Salsa” y “Guaguancó”. Mientras amanecía podía ver a lo lejos, a mi derecha la multitud que se formaba esperando ansiosamente que comenzara el desfile. Los afortunados de la primera fila sostenían la pancarta “Años de principios, unidad e historia”.
Llegó el momento en el que yo no podía apartar mi mirada de la parte superior de la tribuna. Los Cinco Héroes acababan de llegar acompañados de sus familiares. La emoción era inmensa. Yo me mantenía expectante a la llegada de Raúl Castro y Miguel Díaz Canel. De pronto comienza mi corazón a latir de forma acelerada al ver a Raúl acercarse a la baranda de su estrado en compañía del nuevo presidente de la República de Cuba. Ambos tan cerca de mí, pero “tan lejos”, qué emoción.
Después de escuchar el discurso del jefe de los sindicatos cubanos comienza el desfile. Desde la tribuna los invitados cubanos agitaban las banderistas que llevaban en sus manos. El color rojo, azul y blanco dominaba la escena. Desde la tribuna podíamos observar como la multitud de una manera uniforme “sin prisa pero sin pausa” pasaban frente a nosotros.
Yo jamás había tenido la posibilidad de “vivir” una marcha de esa magnitud, era como si toda La Habana hubiese decidido ir a marchar en la Plaza de la Revolución. Después escuché en el noticiero que más de 900 mil cubanos y cubanas y amigos de Cuba habían participado en el desfile por el Primero de Mayo en la Plaza. Alguien mencionó también la cifra de 1,2 millones de personas.
Personas mayores, jóvenes, niños y niñas incluso muy pequeños, otros acabados de nacer, estaban presentes, como si nada, ni nadie pudiera detener los deseos del pueblo cubano de participar en el desfile, un gesto de reafirmación patriótica sin precedentes. Para mi se mantiene la incógnita de cómo los sindicatos y otras organizaciones cubanas son capaces de organizar una manifestación de tal magnitud.
El desfile duró aproximadamente dos horas. Yo no me cansaba de tomar fotos y hacer vídeos. Para mí era muy importante dejar grabado este momento, aun a sabiendas de que ninguna foto o vídeo sería capaz de trasmitir ese sentimiento de Unidad y Solidaridad que todos sentíamos, tampoco esa energía positiva, mucho menos la emoción que sentí yo al escuchar como ciento de miles de voces gritaban a viva voz: “YO SOY FIDEL”.
Entre ovaciones de “Viva Cuba Libre”, “Viva la Revolución”, “Viva Raúl”, “Viva Fidel” se escuchaban también los “vivas” a Diaz-Canel, el nuevo presidente de Cuba.
En ese momento miré hacía arriba, al lugar donde se encontraba, y allí estaba él, incansable, infatigable, agitando también su bandera cubana, saludando la inmensa multitud que le aclamaba.
¿Cómo se debe sentir un ser humano cuando escucha su nombre al lado del nombre de Fidel y de Raúl? Me preguntaba yo.
En mi primera vez en un desfile por el Primero de Mayo en La Habana se sobrecumplieron mis expectativas, lo digo con gratitud.
Ya estoy pensando en el próximo. La próxima vez estaré entre la multitud, en el desfile. Ya de esto estoy segura.
¡Gracias al ICAP por haberme dado esa oportunidad!
¡Gracias al pueblo cubano por tal ejemplo de unidad y patriotismo!
Nota: Stephanie Remus es la presidenta de la organización de solidaridad con Cuba en Alemania “Soli Cuba”.
Traducido al español por Justo Cruz Coordinador de la organización de solidaridad con Cuba en Alemania “Cuba Sí”.