Revista Cine

Yo también quiero ser Avatar

Publicado el 07 enero 2010 por Bloggermam

Yo también quiero ser Avatar
Por fin vi Avatar.
Pero aquí no voy a hacer ninguna crítica sesuda sobre la película, porque aquí está mucho mejor hecha. y estoy completamente de acuerdo, con lo que ahí se expone. Por  otro lado si no has visto la película, o no recuerdas bien como son los Na'vi (nativos de Pandora) aquí te cuentan un poco.
Al lío. Como bien dicen por todas partes los efectos especiales de la película son impresionantes, y te sumerges tan bien en ellos que llegas a dejar de ser consciente de los mismos. Eso sí, el guión no es muy rebuscado, pero tampoco hace falta. Hay que ser positivos y encontrarle el mérito a un guión simple.
Entonces, ¿cómo consigue James Cameron hacer que la película dure tanto tiempo? Pues mezclando muchos géneros de probado éxito en la misma película. Y salta de género en género sin pausa. Hay ratos en plan romántico a lo West Side Story -menos mal que no cantan-, con un toque juvenil en plan Grease -menos mal que no cantan ¿lo he dicho ya?-, también puede parecer a ratos que estás viendo una de indios y vaqueros, o un remake de El Señor de los Anillos, incluso tiene toques de vampíricos, mezclados con Pocahontas, hasta hay bailes aéreos que recuerdan a las mejores películas aéreas de la primera guerra mundial (esas sí que eran buenas, que se derribaba al adversario por aburrimiento), incluso me pareció distinguier a BraveHart por ahí. Nota aclaratoria: si es azul y arrenga a una panda de tontos hacia la muerte es Braveheart, si es azul y hacel e tonto con una panda de arenques es Papá Pitufo.
Además de cacharros que recuerdan a primitivos precursores de terminator, tiene cargas a lo Apocalypsis  Now y escenas en las que me ha recordado La Guerra de las Galaxias. Sólo le ha faltado que Pandora se hundiera a ritmo de Celine Dione  y el avatar azul se ahogara para volver a tener un nuevo Titanic.
Pero lo que más engancha es la empatía con el protagonista de la película, que se me da un aire al teniente Dann de Forrest Gump, un paralítico amargado que se le va la pinza sólo con imaginar que va a poder dejar aparcada la silla de ruedas para siempre.
Así que el protagonista se tumba en una cabina de rayos uva, y aprovecha que se pega unas siestas de escándalo para tomar el control, con la mente, del avatar. Y no me extraña que quiera quedarse convertido para siempre en un híbrido de Na'vi-Humano.
Para empezar tenía piernas, lo cual le es bastante apetecible al marine paralítico. Seguro que ya se imaginaba triunfando en la NBA, y no sólo porque midiera tres metros, si no porque la publicidad en un tío de color azul destaca una barbaridad. Seguro que IBM, Twitter, Facebook y Viagra, le hacían una buena oferta.
Otra cosa por la que es mucho mejor ser un bicho de Pandora que un humano es que tienes un rabo, perdón he querido decir rabo. Un pedazo rabo, perdón cola. Digo rabo. Bueno lo que sea, pero que sepas que Nacho Vidal salió llorando de la sala de cine y cuando se lo contó al asno que había a la puerta pidió cambio de sexo.
Y no sólo es que te tenga un rabo, perdón, quería decir rabo, de proporciones inverosímiles, si no que además tienen un segundo apéndice enorme que les sale de la cabeza y que tiene más sensibilidad que el detector de metales de un banco. Que digo yo...que dejen controlar la entradas de los aviones al BBVA y verán como ni Buda cuela una bomba, ni les roban los bolígrafos. Es más, teniendo en cuenta el estreñímiento que produce estar siendo vigilado por un banco, tampoco irán al retrete en vuelo, con lo que se ahorra agua  y papel higiénico.
Ésta otra peculiar conexión USB, les permite acoplarse a cualquier otro bicho viviente de la luna, con una intimidad comparable a estar zumbándose a la novia. Así que por si fuera poco, el marine convertido en Avatar se podría enhebrar a todo lo que se mueva por esa selva paradisíaca. Y si te fijas se le nota en la mirada lasciva con la que mira todo. Que en más de una ocasión me ha hecho dudar y pensar que en lugar de tirarse a la hija del jefe, iba a empezar a coquetear con el chopo gigante en el que habitan los hombretones azules.
Y además el Avatar empieza su andadura por la selva en plan paleto de ciudad pensando que está en un centro comercial, y claro, los bichos dignos de una pesadilla de Dalí huelen que es alimento fácil. Así que intentan merendárselo, pero en lugar de eso, lo que consiguen es que el bicho azul se ligue a la hija del jefe de la tribu. Que te puede dar repelús, pero para vivir en Pandora está muy buena; y a juzgar por los acontecimientos es la que le enseñó a manejar a fondo todos los rabos, perdón rabos, que podía manejar el protagonista.
Y por si fuera poco el tío se convierte en el Espartaco, en el Ché Guevara , en el YesWeCan de Pandora. Pero juega con la ventaja de que sabe que los humanos son una panda de pringaos (que lo pone en el guión) y que si le pegan un tiro, el que casca es el muñeco de tres metros, y él sólo tiene que despertarse de la siesta con cara de susto y esperar a que le construyan uno nuevo, pero tuenado con otra cola, perdón rabo...que había una gallina colorada gigante con dientes que le miraba con ojos (4 ojos) tiernos.
Siempre se había asociado el ser de color azul a los pitufos, o a los tuareg. En cualquiera de los dos casos no se salía muy bien parado. En el primero eres un ser minúsculo que puedes ser pisoteado por cualquiera, y en el segundo eres una persona que vive en unas condiciones durísimas, con poco agua y enfundado en ropa (supongo que buscando que la asfixia les lleve rápidamente a su paraíso). Sin embargo después de ver avatar descubres que puedes ser de color azul y ser un pedazo de guayabo enorme que vive en un bosque paradisíaco, medio en pelotas todo el día y en completa armonía con la naturaleza.
Bueno, como se me está poniendo el pandero cuadrado de escribir sobre Pandora, y aprovechando que huele muy bien, voy a ver si me pongo morado a comer, que para ponerse azul en este planeta tienes que volverte cianótico, y eso no mola.


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