Barack Obama, presidente de los EEUU, quien prometía, durante su campaña electoral, el cierre de Guantánamo, rectificando una vez en el poder, anunciaba hace dos noches al mundo una “buena nueva”: la muerte del enemigo público número 1. La noticia fue corroborada por el ex presidente, George W. Bush, quien declaraba que la muerte de Osama Bin Laden era “una victoria para EEUU”. Bajo la presidencia de aquél, se produjeron los ataques terroristas del 11-S de 2001 y, en sus memorias, declaró que uno de sus mayores pesares había sido el no ser capaz de capturarlo “vivo o muerto”. Pero hoy, casi diez años después del ataque y arrasamiento de Afganistán e internacionalizada la ”Guerra contra el terror”, el asesinato de Bin Laden es una “victoria para Estados Unidos”.
La noticia, anunciada por Barack Obama en un mensaje desde la Casa Blanca, ha sido difundida al mundo entero. Obama, sin embargo, no ha dado muchos detalles de la operación. “El pasado agosto me informaron de una pista sobre el paradero de Bin Laden”, dijo el presidente, “oculto en una casa”, en Pakistán, en el distrito de Abbotabad, a unos 60 kilométros de la capital, Islamabad”. Finalmente después de meses de planificación y dudas, decidía dar la orden final y autorizar la actuación de “un pequeño equipo” con la misión de detener al líder de Al Qaeda. Bush se regodea con el cambio de verbo “detener” por el de “detener vivo o muerto”. Para él, mejor lo segundo que lo primero. Aunque no parece mucha la diferencia elegida por Obama, pues los miembros de las fuerzas especiales descendieron de un helicóptero hasta el escondite de Bin Laden, acabaron con su vida de un tiro en la cabeza “y se hicieron con su cadáver”, explicó el presidente, quien añadía: “Se ha hecho justicia”. “La misión –explica un miembro de los servicios secretos de EEUU a la agencia Reuters– era matar a Bin Laden, no capturarlo”.
Poco después de la operación, EEUU ha confirmado que el cadáver de Bin Laden fue trasladado a Afganistán en helicóptero. Allí fue reconocido y se le practicaron pruebas de ADN y posteriormente fue sepultado en el mar, “respetando los ritos musulmanes”. La Casa Blanca no ha dado ningún tipo de información sobre la localización. En cambio, el presidente recordó las heridas dejadas por los ataques terrorista: “Los niños que crecieron sin sus madres”, “las sillas vacías en las cenas” y las casi tres mil victimas mortales de Nueva York, Washington y Pensilvania. Y Obama se adjudica una importante victoria diplomática, militar y moral en un país todavía traumatizado por los eventos. Un logro que no consiguió su predecesor, George Bush.
Ante tales hechos, Qaesar en su blog "El Ventano", escribe “No me alegro de la muerte de nadie, se llame como se llame, y mucho menos si es un asesinato. Yo no me alegro de que un grupo de pistoleros actúe por su cuenta y donde le plazca, sin atenerse al derecho internacional. No me alegro de que vendan esta muerte, cualquier muerte, como mercancía electoral o como propaganda política. No me alegro de que nos quieran hacer creer que ahora el mundo es más seguro sabiendo que es falso. Ni de que siniestros comandos americanos o británicos o franceses anden a sus anchas por medio mundo haciendo barbaridades en la más total impunidad. Ni de que los conflictos los quieran solucionar a balazos. Ni de que nos quieran hacer creer que los problemas se solucionan con tanques o pistolas. Yo no me alegro de que casi nadie diga que, sin los comandos especiales, sin las fuerzas de élite, sin las bombas inteligentes, este mundo también sería más seguro”. Por eso, al igual que Qaesar, yo tampoco me alegro de la muerte de Bin Laden.