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Yo, Tonya + El papel pintado amarillo + Ian Curtis

Publicado el 18 mayo 2020 por Lu

Yo, Tonya + El papel pintado amarillo + Ian Curtis

Década de 1990. Tonya Harding es una prometedora patinadora sobre hielo estadounidense, una joven de clase obrera, siempre bajo la sombra de su implacable e insensible madre, pero con un talento innato capaz de hacer un triple axel en competición. En 1994, su principal rival para los Juegos Olímpicos de Invierno es su compatriota Nancy Kerrigan, a la que, poco antes de los Juegos, un matón a sueldo la golpea la rodilla con una barra de hierro. Las sospechas recayeron en el entorno de Tonya, lo que supuso el comienzo del fin de su carrera.

Los protagonistas van desvelando lo sucedido, cómo se fue fraguando la carrera profesional de la patinadora, sus relaciones afectivas-destructivas (madre y pareja) y los acontecimientos que marcaron el declive.

Yo, Tonya + El papel pintado amarillo + Ian Curtis

Impacta esa madre gélida, obsesionada por el talento de su hija. El patinaje como eje vital, sin un entorno de apoyo afectivo. A pesar de su virtuosismo, no encaja en la imagen que jueces y directivos pretenden mostrar de esta categoría deportiva. Violencia y reacciones agresivas. En lucha constante. Basada en hechos reales.

Me ha gustado mucho. Desgarradora. Excelentes actrices.

Yo, Tonya + El papel pintado amarillo + Ian Curtis

El papel pintado amarillo

Yo, Tonya + El papel pintado amarillo + Ian Curtis

En 1885, un año después de haberse casado con Charles Walter Stetson, Charlotte Perkins Gilman dio a luz a su hija, Katharine, y al poco tiempo entró en una profunda depresión. El doctor Silas Weir Mitchell, un reputado neurólogo a quien había acudido en busca de ayuda, le diagnosticó agotamiento de los nervios y le prescribió una cura de descanso, un controvertido tratamiento en el que era pionero. "Vive una vida tan hogareña como te sea posible, realiza no más de dos horas de actividad intelectual al día y no toques nunca más una pluma, un pincel o un lapicero": estas fueron las instrucciones que le dio el médico a la autora. Durante unos meses siguió estos consejos, pero su depresión se agravó, y, según sus propias palabras, se acercó tanto a la frontera de la profunda ruina mental que llegó a vislumbrar el otro lado. Solo haciendo caso omiso de los consejos del médico y volviendo al trabajo logró recuperarse de su depresión. Esta experiencia la marcó hasta tal punto que en 1890 escribió El papel pintado amarillo, un estremecedor relato que constituye una demoledora crítica al tratamiento prescrito por el doctor Mitchell.

Editorial: Editorial C Ontraseña SC

Año de publicación: 1892.

Traductores: María José Chuliá, Maria Angeles Naval Lopez

Charlotte Perkins Gilman nació el 3 de julio de 1860 en Hartford (Connecticut). Siendo niña, su padre abandonó a la familia. Debido a que su madre era incapaz de mantenerlos, los Perkins se criaron con unas tías, entre ellas Harriet Beecher Stowe, la autora de La cabaña del tío Tom. A la edad de dieciocho años, Charlotte ingresó en la escuela de diseño de Rhode Island. En 1885, un año después de casarse con el pintor Charles Walter Stetson, tuvo una hija, Katharine, y al poco tiempo se hundió en una profunda depresión. Pasados unos meses, Charlotte decidió abandonar el tratamiento y se separó de su marido, algo insólito en la época. Tras la separación se marchó a vivir con su hija a California, donde participó activamente en varias organizaciones feministas y reformistas. En 1900 se casó con su primo Houghton Gilman, con quien tuvo otro hijo, Yadir. De 1909 a 1916 dirigió una revista feminista, The Forerunner. Enferma de un cáncer de mama incurable que se le había diagnosticado en 1932, se suicidó el 17 de agosto de 1935. Entre sus obras podemos citar, además de El papel pintado amarillo, el ensayo Mujeres y economía, donde ataca la división tradicional de roles sociales y analiza el tema de la opresión de la mujer en el hogar, y la novela De ellas. Un mundo femenino, en la que dibuja una sociedad utópica hecha a la medida de las mujeres.

"En mi vida he visto un papel más feo. [...] ¡No es de extrañar que los niños lo odiaran! Yo misma lo odiaría si tuviera que vivir en esta habitación mucho tiempo."

La cuidan, le dicen qué debe y no debe hacer. Le recetan reposo físico e intelectual. Nada de escribir o leer. Nadie la escucha y ella duda. Quienes la quieren están de acuerdo y parecen saber cómo solucionar lo que le pasa.

Escribe desde su propia vivencia, una vez que ha pasado el tiempo y con la certeza de lo nefasto de ese tipo de tratamientos. El texto quiere ser una advertencia a esos profesionales que pueden causar tanto daño. De hecho parece que la lectura del relato sí hizo reflexionar a aquel hombre.

Impresiona cómo describe esa realidad, sus esfuerzos y el inmenso agotamiento. Quiere expresar y no encuentra a nadie que la quiera comprender.

Hoy se cumplen 40 años del suicidio de Ian Curtis . Recordando su legado. Siempre me emociona escuchar canciones como ésta:


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