Ambas son gallegas, ambas ministras del Gobierno y ambas tienen su punto de vista frente al Salario Mínimo Interprofesional. De perfiles dispares y con evidentes enfrentamientos en temas como la reforma laboral o el SMI, las dos son políticas que están llamadas a jugar un papel decisivo. Pero cada una en su lado.
La jugada fue tremenda el pasado jueves. Si bien Díaz y Unidas Podemos llevan meses exigiendo la actualización del salario mínimo para ya mismo, recordando que es parte del acuerdo de la coalición para la legislatura, el anuncio se filtró a la prensa. Incluso los sindicatos, sobre todo CCOO, tuvieron que salir para desmentir un acuerdo cerrado que, horas después, todas las partes confirmaban: alza de 15 euros al mes con carácter retroactivo a fecha 1 de septiembre.
Las patronales CEOE y CEPYME se borraban del acuerdo y el ala socialista guardaba silencio. Pero tanto unos como otros estaban visiblemente molestos. Sobre todo, la vicepresidenta primera, la ministra de Economía, Nadia Calviño. La gallega lleva meses enfrentándose dialécticamente con su compañera de gobierno, Yolanda Díaz, insistiendo en que no es momento para la subida del SMI, en plena recuperación de la crisis económica de la pandemia y poniéndose de parte del empresariado. Pero Díaz, por su cuenta, siguió negociando con los sindicatos en calidad de Ministra de Trabajo y cerró ese acuerdo por 15 euros, además de apalabrar que, en 2022 y 2023, siga creciendo.
La patronal se descolgó de malas maneras y Díaz, en una entrevista nocturna en TVE, cerró la jornada del jueves criticando su postura. “La CEOE entró pidiendo cero y salió pidiendo cero, eso no es negociar”, lamentaba la ministra en 'La noche en 24 horas'. Y pidió a los empresarios que “vuelvan a la senda del reencuentro” porque “lo importante es que exista dialogo social”. “Hemos cedido todas las partes y me apena que, ante una subida tan pequeña, no la haya aceptado (...) no negociar son líneas rojas y fronteras. Ni los sindicatos ni yo fuimos así”, dijo la ministra y vicepresidenta segunda del Gobierno.
Preguntada sobre las relaciones con Calviño en este asunto del SMI, Díaz desmintió los desencuentros y aseguró que era “una decisión de Gobierno, pensemos lo que pensemos cada uno”. Por su parte, Calviño insistía horas antes sobre la subida del SMI: “En este momento, no hay ningún acuerdo y vamos a dejar que sigan las negociaciones”. Desmintió el acuerdo y no lo asumió como parte de su labor en el Gobierno. Pero sí dijo ser consciente de las negociaciones “para que, en los próximos días, tomemos la decisión que es la responsabilidad del Gobierno”. Por supuesto, la subida del SMI ni contentó ni enfadó por igual a empresarios y trabajadores. Ni a Calviño ni a Díaz. Pero llegó, al fin.