Yolanda Díaz es una contradicción en estado puro. Es comunista, pero se muestra amable y demócrata para ganar votos; grita que está "cansada de tutelas", pero Pedro Sánchez la tutela como si fuera un robot; su partido se llama "Sumar", pero esa formación es experta en restar y dividir; se lo debe todo a Podemos, pero ese partido es ahora su mayor enemigo. Yolanda es una creación y un símbolo del sanchismo falso y engañoso, una estafa política sin contenido, únicamente un logotipo vacío para que el PSOE controle a toda la izquierda española y pueda formar gobierno con ella, librándose en el futuro de aliados tan incómodos y peligrosos como BILDU, amigos del terrorismo, y los partidos golpistas catalanes, en especial ERC, cuyo odio a España envilece a todo el socialismo sanchista. Por mucho que lo disimule, Sumar es una copia de Podemos, pero sometida al PSOE. Es un partido radical, comunista, feminista, antireligioso, colectivista, enemigo de las libertades individuales, intervencionista, codicioso, amante de los impuestos esquilmadores, lleno de odio al varón y de rechazo al empresario y a las empresas y con una violencia innata que reprimen para ganar el poder, como han hecho desde siempre los hijos de Lenín. Es casi imposible que el truco de Yolanda le funcione a Sánchez. Más bien se le convertirá, como ha ocurrido con Podemos, en un foco de conflicto porque el poder lo corrompe todo y el reparto del botín siempre crea conflicto entre los piratas. Para dotarse de identidad propia, hipertrofia su feminismo y pretende superar en odio al hombre a la Montero y la Belarra. La corta vida política de Sumar es un nido de traición a su creador, que fue Pablo Iglesias, ahora su peor adversario. Se ha arrojado en brazos de Pedro Sánchez, lo que, a todas luces, constituye un suicidio, como meterse en las fauces de un tigre que tarde o temprano devora a todo lo que no se le someta. El conflicto futuro ya está advertido: "no pertenecemos a nadie más que a nosotras mismas”, afirmó la Yoli al anunciar que desea ser "la primera presidenta de España". Nadie la retrata mejor que Gabriel Rufián, el más descarado y mordaz diputado de las Cortes españolas, que la acusa de "pactar a cambio de financiación para apuñalar a quienes te pusieron donde estás". Aunque ha dicho en el acto de presentación que "La España de las mujeres es imparable”, nadie concita en España más rechazo femenino que ella, un rechazo que las verdaderas feministas, las que prosperan con su trabajo y cimentan su valor en el esfuerzo y el mérito, no en las subvenciones y favores políticos masculinos en la ruta hacia el poder. Lo mejor de Yolanda es que se la ve venir y que sus amenazas son típicamente comunistas: promete una reforma empresarial que decida “cómo se distribuyen los beneficios” de las empresas, que provocará una estampida de empresas y de inversores. Francisco Rubiales