Jake Paltrow no ha tenido que esperar a la tercera para poder gritar victoria. Tras un debut hace siete años, en la sala oscura, con un elenco que ofrecía una vitrina inmejorable, su hermana Gwyneth, Danny DeVito y Penélope Cruz en La chica de mis sueños (The Good Night), lo que consiguió fue, más bien, unas cuantas pesadillas.
Con su segunda película para el cine, tras varias temporadas en la dirección de capítulos de series de televisión (New York Police Blues o Boardwalk Empire), el cineasta ha afinado el sentido de la puesta en escena y su dirección de actores y conservado lo mejor, su excelente gusto en el casting: Michael Shannon, Nicholas Hoult, Elle Fanning y Kodi Smit-McPhee (del que pronto tendremos noticias porque protagoniza Slow West, dando la réplica, ni más ni menos, que a Michael Fassbender).
Young Ones posee una calidad inestimable, frecuentemente olvidada en el género fantástico, elaborar un guión de calidad y no dejar todo el trabajo a los efectos especiales, como suele ser costumbre. Aquí, las dos o tres notas de ciencia-ficción perfectamente elegidas dan el toque perfecto, y no pretencioso, a un futuro no muy lejano.
Rodada en las tierras sudafricanas, quemadas por un sol de 45 a 50 grados, cerca de la frontera con Namibia, la película cuenta con un escenario ideal para situar esta historia de una humanidad que, a fuerza de cultivos intensivos, productos químicos por toneladas y una contaminación salvaje, ha destruido la fertilidad de muchos de sus tierras, y en las que el agua, oro blanco de las próximas décadas, se ha transformado en el bien más codiciado.
Los Holm sobreviven como pueden en estas circunstancias. Dado que la madre, hospitalizada tras un accidente, está ausente de la granja, el marido se ocupa de los dos adolescentes que componen la familia. Con su hijo vende el alcohol ilegal que destilan en la granja, mientras que su hija se encarga de la casa, por la que revolotea su pretendiente y conflictivo novio.
Optando por narrar la historia desde la perspectiva de los tres protagonistas masculinos, este western futurista convence por la belleza de sus imágenes, una fotografía luminosa y unos personajes que sufren una tragedia de tintes shakesperianos, en la que la ambición, la mentira y la culpabilidad están al orden del día, y queman más que la temperatura ambiente.
Si bien no hay sido cierto lo de “a la tercera va la vencida”. Sinceramente, esperamos con impaciencia que “no haya dos sin tres”. Este cineasta ya ha logrado presentar Young Ones en la sección de nuevos directores de Sundance, festival indie americano, por excelencia, y puede darnos alguna que otra grata sorpresa en el futuro.