Revista Comunicación

Youtubers y censura

Publicado el 12 septiembre 2016 por Davidsoler @dsoler

Algunos de los mayores youtubers, con El Rubius a la cabeza, están de “morros” con Youtube porque la red de vídeos ha decidido cambiar algunas de sus políticas de uso. Para resumirlo mucho, y por si alguno de mis lectores no sabe lo que ha ocurrido, Youtube ha decidido que todo vídeo que contenga lenguaje inapropiado, chistes con referencias sexuales, incitación a la violencia, al consumo de drogas, etc., no generará ningún tipo de ingresos por publicidad porque simplemente la red no incluirá publicidad en ellos. No les quitará la cuenta, ni les penalizará, simplemente no verán recompensado su trabajo. La respuesta de los youtubers ha sido la de apelar a la censura. Les están coartando su libertad de expresión. Ya hay un vídeo de el propio El Rubius, que lleva millones de visualizaciones, cargando contra esta nueva normativa.

Vaya por delante mi total reconocimiento a muchos de estos youtubers, y en especial a El Rubius, por su capacidad de comunicación y de conectar con su audiencia. Son tremendamente buenos, independientemente de que el contenido que publican la mayoría de veces me deje indiferente. Me interesa tanto su visión sobre algo como saber de la vida de Las Campos, pero si a su audiencia les gusta, genial. Y por eso también creo que tienen todo el derecho a ganarse muy bien la vida con ello, a ingresar tanto como puedan y a ser retribuidos por las marcas. Pero me parece que hay algunas cosas que no pueden pasar, ni ellos ni nosotros, por alto.

Youtube lleva en la Internet más de 10 años durante los cuales ha conseguido generar una altísima audiencia. Obviamente gracias a los contenidos de los usuarios, pero también ellos han tenido que hacer un trabajo importante, por lo menos al principio, para generar tráfico y lo siguen haciendo en el mantenimiento tecnológico y de usabilidad de la plataforma. Los youtubers abren su canal y ya cuentan con parte de su audiencia (asumo que otra parte la traen ellos, por supuesto).

Esa audiencia “regalada” no les cuesta nada. Cualquiera puede abrirse un canal y Youtube no le va acobrar por estar presente, ni por darle un espacio para que pueda monetizar su trabajo vía publicidad. Lo único que pide YT es llevarse una comisión de sus ingresos publicitarios. En la vida real un agente comercial también cobraría una comisión por sus servicios.

Si Youtube te ofrece un canal gratis en su plataforma y te proporciona parte de tu audiencia lo normal es que puedan aplicar las normas que ellos crean convenientes. Eso no es censura, es que yo en mi casa tengo derecho a poner o imponer mis normas. Pero tampoco es que hagan lo que les de la gana, están pensando más en sus anunciantes y audiencia en general, así que tampoco van tomando decisiones a la ligera y en plan dictatorial porque no son tontos y saben que los contenidos, que ellos no generan, son lo importante. Si no gustan las normas impuestas siempre hay dos salidas: crear tu propio espacio en Internet (un blog o una web o ambos) o migrar a cualquiera de las otras plataformas de vídeo existentes en el mercado.

Y, por último pero no menos importante, todos estos youtubers acaban siendo un modelo en el que se reflejan millones de personas, básicamente jóvenes y adolescentes. No se trata de que carguen sobre sus espaldas con la responsabilidad de educar, bien, a nadie, por supuesto, es más bien evitar todo lo que se pueda que alguien acabe creyendo que lo normal es la violencia, el sexismo o el lenguaje soez. No se evitará del todo, por supuesto, pero si se incide sobre los más llamativos, los más fácilmente identificables, algo habremos avanzado.

¡Que tengáis una feliz semana!

Imagen del post cortesía de Tyler Pruitt bajo licencia CC.


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