Revista Educación

Yoyas

Por Siempreenmedio @Siempreblog
Yoyas

Aunque es muy probable que ya no sea periodista y que no vuelva a serlo jamás, sigo teniendo el mayor de los respetos por la palabra y su valor. Medito muy cuidadosamente cada letra que dejo escrita en este blog e intento que estas entradas tengan un sentido y una utilidad, a veces solo para mí, otras, pues mire usted, si invitan a alguien a reflexionar un poco sobre este mundo que nos ha tocado vivir, pues lo mismo han servido para algo.

Hay momentos en que me deja de preocupar la degradación del periodismo, la que fue mi amada profesión durante mucho más de la mitad de mi vida laboral. Son tantas las líneas rojas que se vienen cruzando en este tiempo que, realmente, la profesión toda ya hace mucho que es encarnada, e importa bien poco cuál es la siguiente tacha que se clava en la machacada piel de un colectivo que atraviesa sus horas más bajas. Cuando cualquiera puede ser comunicador con un simple teléfono móvil, debería ser prioritario defender la honorabilidad del oficio, pero no siempre es así.

Porque he sido periodista y conozco el valor que se concede a la noticia que se da primero -no necesariamente la que se da mejor-, mis primeras impresiones al leer la entrevista de El Mundo con Carlos Navarro, conocido como "El Yoyas", condenado a cinco años y ocho meses de cárcel por maltratar a su mujer y a sus hijos, fueron contradictorias.

En nombre del derecho a ejercer el periodismo y buscar estas jugosas entrevistas, lo mismo hay quien cree que acudir a una cita a ciegas en medio de un bosque con un sinvergüenza de esta calaña tiene algún valor. Será porque sobran antecedentes. Pensemos. ¿Cuánto valdría una entrevista, pongamos, con Antonio Anglés, presunto responsable del triple asesinato de Alcasser, escondido en algún lugar del planeta desde hace treinta años, o con Ana Julia Quezada, primera mujer condenada en España a prisión permanente revisable por terminar con la vida del niño Gabriel? Habrá quien quiera pagarlo.

¿Acaso no se pelearon los medios por entrevistar a "El Cuco", encubridor del terrible crimen de Marta del Castillo? ¿Qué pasa con las decenas de entrevistas a políticos, banqueros, artistas y empresarios condenados por corrupción? ¿No estuvo durante dos décadas Antonio David Flores sembrando odio hacia su exmujer, Rocío Carrasco, allí dónde le quisieron escuchar? El mismo Carlos Navarro emuló su proceder -vete a saber quién imitó a quién- y fue recibido más de diez años entre aplausos y vítores incluso en formatos televisivos supuestamente "serios", ávidos de ser escenario de sus conocidos ataques de ira. En uno de sus brotes coléricos él mismo acuñó la frase que terminó bautizándolo para regocijo de millones de españoles: "Le voy a pegar dos yoyas que le van a temblar las orejas". Hasta llegó a ser concejal porque alguien creyó una buena idea presentarlo a unas elecciones municipales. Con semejantes antecedentes y otros más que ni recuerdo, la entrevista de marras es solo un capítulo más dentro de la degradación que sufre lo poco que aún queda en pie del periodismo. ¿Realmente añade reproche alguno el hecho de que el susodicho esté en busca y captura?

No creo que el periodista - que es profesor de Periodismo Judicial en la Universidad Internacional de Cataluña - haya pretendido ayudar a blanquear al delincuente, la verdad. No quiero que se me entienda mal, pero leo el texto que publica El Mundo y hasta se me ocurre que el revuelo que se ha organizado ayuda a sacar a la luz los últimos estertores de un caso que languidecía lejos del foco mediático. Cobra renovado interés el calvario que sufrió la canaria Fayna Bethencourt, maltratada durante los mejores años de su vida por un tipo al que conoció en la segunda edición de Gran Hermano. Yo ignoraba, y probablemente tu también, que había sido juzgado y condenado por ¡siete! delitos (el último cometido contra la actual pareja de Fayna) y que estaba huido de la justicia para evitar ir a prisión. Que todo esto sirva para que se cumpla la sentencia.

Fayna, la víctima revictimizada porque un medio de comunicación ha dado cobijo y voz a su verdugo, se ve obligada a sacar evidencias que demuestren la realidad que ya una sentencia considera probada. Ayer por la tarde no pude evitar llorar al escuchar los tres audios que se hicieron públicos y que ilustran perfectamente años de agresiones y dolor. "Ahora España va a escuchar su voz como yo lo hacía", dijo.

Para ella lo único que supone todo esto es revivir aquella época de tortura y humillación, los daños físicos y psíquicos que sufrió y que también padecieron sus dos hijos, y la anulación absoluta de la que es objeto una mujer víctima de malos tratos.

Sé que la policía sabrá hacer su trabajo como procede y Carlos "El Yoyas" terminará cumpliendo su condena. Cuando salga de su encierro estará esperándolo algún otro periodista para que vuelva a contarnos que todo es mentira y que él es una víctima del sistema. Lo mismo ocurre que ya no queda ningún profesional que pueda entrevistarlo porque el periodismo ha terminado de morirse en ese tiempo, víctima del maltrato y de las yoyas que se infringe a sí mismo.

Ante la duda hay que tenerlo claro: Quienes merecen un espacio para alzar su voz son esas supervivientes que tienen historias que contar.


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