Revista Maternidad

Yuriyirinaka, puentes entre dimensiones

Por Juntoatudoula
Ha llegado a mi a través de mi amiga Carmen, del blog Rema Mar Adentro esta maravilla de texto que quisiera compartir con vosotr@s . 
El original se encuentra en la página de Facebook de Comunidad Sariri, otra joyita que acabo de descubrir gracias a mi amiga.
Espero que os guste tanto como a mí .
¡ Féliz día !
YURIYIRINAKA, PUENTES ENTRE DIMENSIONES 

YURIYIRINAKA, PUENTES ENTRE DIMENSIONES
Imagen tomada de la página de Comunidad Sariri
Entre los yatiris (sabios), una de las especialidades para las cuales se preparan es para ser yuriyiris, es decir, para recibir a los seres que están viniendo, que están naciendo. Lo más común es que sean mujeres y también se las conoce como “parteras”. Pero la yuriyiri no solamente está preparada para recibir seres, también para despacharlos de este mundo; pues nacer o morir desde la cosmovisión ancestral y en particular desde la cosmovisión andina, es lo mismo. Yuriña (nacer) y jiwaña (morir), son lo mismo, sólo depende qué lado se ven, porque aquí se prepara para recibir al que viene y se despacha al que se va, para que nazca en otro lado. En este viaje entre dimensiones hay un nacer y un renacer permanentes, un cambio nada más, un viaje sagrado.
Muchas cosas saben las yuriyiris, pues su labor no comienza ni termina solamente en el momento del parto. Son muchos aspectos que se deben cuidar durante la gestación y hasta antes de la concepción. De hecho la yuriyiri es capaz de anticiparse al embarazo y anunciarles a quienes van a ser padres, tres meses antes, seis o hasta nueve meses antes, pues ellas comprenden algunas señales que la vida da. En la cosmovisión andina, se sabe que tanto para el embarazo, o para la muerte, se presentan señales nueve meses antes. Algunas personas son capaces de recibir esas señales, especialmente las yuriyiris.
Durante la gestación la yuriyiri va a acompañar a la gestante con consejos y con ceremonias permanentemente, pues esos nueve meses son de vital importancia no sólo para el nacimiento, sino también para la formación tanto física, como mental y emocional del bebé.
En el caso de un embarazo, con sólo tocar el pulso, la yuriyiri puede determinar muchas cosas; no sólo el ritmo del corazón de la madre, sino también el ritmo de muchos órganos. Conocer antecedentes acerca del nacimiento de la madre es un dato muy útil, ya que si bien cada parto es muy particular, existen tendencias que arrastran las hijas de las madres. Así la yuriyiri sabrá qué mates debe preparar pues no siempre será el mismo, variará según los papás, según el momento y según la necesidad.
Durante el parto la madre no debe recostarse. Uno de los primeros principios que aprendemos es “Pachamaman wawapatanwa” (somos hijos de la Madre Tierra). El primer contacto es con la Madre Tierra y una de las primeras leyes de la Madre Tierra, es la Ley de la Gravedad, por lo tanto la forma horizontal de dar a luz no ayuda en absoluto. En el mundo andino se coloca el lip’ichi o janq’u lip’ichi (cuero o cuero blanco) y de cuclillas, de pie o de rodillas, se empieza un canto, es un encuentro profundo de la vida; cielo y tierra se abren, realidad visible e invisible se unen, es un momento mágico. La forma de cortar el cordón umbilical también es importante; no se lo debe cortar de inmediato, hay que esperar a que éste se ponga blanco para que la sangre y la termine de pasar de la placenta al bebé. Se debe cuidar también quienes van a ser las primeras personas a las que va a mirar el bebé; es vital que se conecte con papá y mamá, pues los ojos son los más grandes conectores. En ese momento se materializan los lazos de amor más profundos. Cuando nace un bebé se reconstituye eso que llamamos amor, porque hasta entonces sólo lo conocemos en términos conceptuales. 


La placenta va a ser entregada a la Madre Tierra en un tari especial, preparado con anterioridad. Hasta los tres meses, la mamá o el papá o la yuriyiri, van a escoger un lugar; sea la casa o un lugar sagrado (waca), para enterrar la placenta. Allí va a estar la fuente de conexión que va a llamar permanentemente a la persona; allí puede reconstituirse, desde allí puede recuperar su Ch’ama (fuerza externa), su Kama (fuerza interna), su Ajayu (espíritu, energía). Según nuestra cosmovisión, los aspectos más determinantes se estructuran antes del embarazo, durante el embarazo y nueve meses después del nacimiento. El abuelo dice: “hasta los nueve meses después del nacimiento, todo ya está completo (phuqhatawa)”.
Así como en la Edad Media se persiguió en Europa a las llamadas “brujas”, desde 1532 en nuestro continente también se inició un proceso de persecución que hasta hoy no ha terminado del todo, a quienes denominaron “Laikas” (brujos). Por eso no se han reconstituido en nuestro medio todavía aspectos importantes para recibir al nuevo ser. Pero antes de reconstituir las formas de hacer nacer, tenemos que reconstituirnos primero nosotros como papás, como mamás, como abuelos, como abuelas, como comunidad. Esto, es parte de alcanzar nuevamente el sumaqamaña (vivir bien).
Por Fernando Huanacuni Mamani, es aymara. Miembro de la Comunidad Sariri.

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