Revista Música
Por fin tenemos segundo trabajo de los de Arkansas, ese disco con el que se pude comprobar si las sensaciones del debut se continúan o solo eran espejismo. Bueno, para que engañarnos, no me atrevo a decir que sea peor que el primero, pero que no lo supera si es cierto. Una colección de temas con un sonido muy bueno, repartidos en cuarenta minutos, donde la intensidad y los medios tiempos son la note predominante es lo que nos ofrece este segundo lp. Ojo, no quiero decir que sean baldas tiernas lo que domina el track list de este disco, pero sí que optan por ese sonido más intenso y pausado que ya me parecía ser su predilecto después de verles en directo.
Mucho gusto en las composiciones, eso sí, son elegantes. Y la voz es de un nivel muy alto, no creo que ningún amante del rock sureño y el hard-blues en general niegue esta afirmación. Las guitarras siguen sonando maravillosas Y quizá se han sacudido un poco esa sombra de Black Crowes que sobrevolaba el primer disco. Un poco, todavía tienen camino que recorrer. Y las influencias a clásicos del género están presentes, como no, a estas alturas si quieres sonar más menos dentro del género a alguien te tienes que parecer. Aunque esa calma intensa que comento comienza a ser su sello personal, y a mí en particular me encanta.
“Gravy Train”, “The Fix”, “Wishing Well” y quizá “Rock And Roll Me” cuentan entre las composiciones más duras con riff más potentes, pero sin llegar a tener una pegada rockera a tener en cuenta. Del resto ya he comentado en las líneas anteriores. No esperen un disco de rock sudoroso y salvaje, para eso tenemos otros grupos. Ellos exploran la parte más soul, blues del rock sureño, o rock americano, cada cual como los quiera etiquetar. Quizá esperaba algo más, pero el resultado es más que notable.