Zafiro - Kerstin Gier

Editorial: Montena
Páginas: 383
ISBN: 9788484416944
Precio: 17,95€
En un momento en el que el panorama literario juvenil se encontraba bastante estancado y carente de ideas nuevas, Rubí (la primera parte de Zafiro) supuso un rayo de esperanza que aportaba originalidad y frescura narrativa de una tacada. No era un libro candidato a convertirse en el nuevo boom, ni mucho menos, pero al menos consiguió hacerme pasar un rato agradable, sin esa sensación de dejà vu que tantas veces he sentido al leer algo de este género. No obstante, tampoco me pareció una obra perfecta: aquel primer tomo pecaba de ser demasiado introductorio, se notaba mucho que formaba parte de una trilogía y le faltaba chicha para tener valor por sí mismo. En cualquier caso, las cualidades que aprecié en él fueron suficientes para despertar mi interés por la segunda parte, de la que os hablo a continuación.

Sinopsis

Para los despistados, recordemos que Rubí nos narraba la historia de Gwen, una adolescente que de repente descubre que posee el gen de los viajes en el tiempo y entra a formar parte de un Círculo de viajeros en el que ella es la última pieza necesaria para descubrir un misterio. La muchacha no era ajena a la existencia de estos viajes, por lo que no tuvimos que pasar por la fase de oh-qué-me-está-pasando y enseguida pudo ponerse manos a la obra con los saltos pertinentes. De todos modos, las cosas no estaban planeadas para que salieran así: en principio se creía que la portadora era su prima Charlotte, por lo que fue ella quien recibió toda la preparación necesaria para conocer otras épocas históricas y así adaptarse perfectamente a la situación cuando viajara hasta ellas. Y lo que es peor: Charlotte conocía al guapísimo Gideon, que finalmente se convirtió en el acompañante de Gwen en esos viajes. Esta pareja no empezó con buen pie, pero ya sabemos cómo funcionan estas cosas, así que no revelo nada esencial si os digo que Rubí acabó con un beso.
Zafiro empieza justo donde terminó el libro anterior. Mismo espacio, mismo momento… Hasta que el fantasma de una gárgola más maja que las pesetas les interrumpe. La gárgola responde al nombre de Xemerius y desde ese momento se convierte en una amigo inseparable de Gwen (claro que ella es la única que puede verlo). Al regresar al centro de los vigilantes, todo continúa como siempre: los hombres no se fían de la chica y no tienen reparos en decírselo abiertamente, lo que hace aumentar el disgusto de esta. Gideon tampoco ayuda demasiado, pues a pesar del beso, se sigue viendo con Charlotte y no queda claro qué es lo que busca el joven.
Esta segunda parte también nos depara varios viajes en el tiempo, algunos de ellos con el propósito de reunirse de nuevo con el enigmático conde de Saint Germain. Gwen recibe unas clases al más puro estilo Las Joyas de la Corona para aprender los modales de la época, aunque la actitud de su profesor y su insoportable prima no resulta especialmente eficaz para ayudarla a aprender. Menos mal que Xemerius se convierte en su gran aliado, tanto para soplarle cosas de un periodo histórico como para espiar a los demás cuando ella no está presente.
Por otro lado, el prólogo y el epílogo están dedicados a Lucy y Paul, exactamente igual que en la primera parte. Estos viajeros siguen dando tumbos por el pasado con el propósito de evitar que se cierre el Círculo. ¿Conoceremos al fin sus motivaciones?

Impresiones

No os quedéis solamente con la valoración que le doy al libro: ante todo, me ha gustado y me ha parecido una lectura agradable y entretenida, exactamente igual que la primera parte. Sigo pensando que esta trilogía es de lo más fresco y diferente que tenemos ahora mismo en la literatura juvenil, aunque, eso sí, no está a la altura de sagas como Los Juegos del Hambre o Vampire Academy.
En primer lugar, me gustaría destacar la frescura de la prosa de la autora y el tono simpático que desprende en todo momento. Hacer reír está muy infravalorado, pero desde mi punto de vista tiene mucho mérito saber escribir de una manera divertida sin que las gracias resulten forzadas. Entre las series que han surgido en los últimos años, hay que separar a las escritoras debutantes de las que ya contaban con una trayectoria en el mundillo, y aquí se nota muchísimo la experiencia de Gier como escritora de libros de chick-lit en la naturalidad con la que presenta a la protagonista y los «monólogos» cómicos que se marca (es más, Zafiro me parece una especie de chick-lit juvenil con toques de fantasía, aunque también puede ser leído por chicos).
Precisamente por ese estilo desenfadado y alegre, la trama de misterio queda en un lugar muy secundario a favor de los pensamientos de Gwen y sus escenas cotidianas. Y claro, esto irá al gusto de cada uno, pero a mí me interesa saber qué esconde el conde de Saint Germain, por qué hay tanta discreción entre los vigilantes y qué pasará con Lucy y Paul. En Zafiro apenas se avanza en ese aspecto (y lo poco que se descubre, está concentrado en la recta final), me he quedado con ganas de más. Todavía hay mucho por resolver y no me gusta que todo se deje para el último libro. Prefiero una estructura del tipo «invento un misterio en el primer libro, cierro el misterio y a la vez abro otra puerta/el segundo libro se centra en ese otro recoveco, lo resuelvo y empiezo otro nuevo en el siguiente» y así sucesivamente. O en otras palabras, me gusta que un libro sea capaz de convencerme por sí mismo tanto si pertenece a una saga como si se trata de una novela independiente. Y con esta trilogía no ocurre: Rubí era una introducción, Zafiro es un nudo con demasiado relleno, en el que se hace algún descubrimiento interesante al final. Sin más.
De todos modos, hay que reconocerle a Kerstin Gier que, aunque a menudo incluya escenas irrelevantes para el hilo principal, las narra con mucha viveza y por ello se hacen muy amenas (en manos de otro autor, esta «paja» equivaldría a aburrimiento). Me lo he pasado bien con sus clases, con los encuentros con su mejor amiga y las cenas en familia; el problema reside en que prácticamente no aportan nada al tema de los viajes en el tiempo y el misterioso conde. En esto también he apreciado la experiencia previa de la autora, pues los libros de chick-lit se caracterizan por tener tramas flojitas cuando se trata de misterios, hecho que se compensa con los continuos guiños divertidos sobre las situaciones diarias. La propia autora hace un poco de broma con esto en Zafiro (la protagonista comenta que siempre le dicen que lee libros de poca monta en lugar de obras clásicas y filosóficas), así que al menos podemos afirmar que ella es plenamente consciente de que no ha escrito una gran novela de fantasía urbana. Es importante conocer las motivaciones de un escritor: prefiero a uno que escribe algo divertido sin demasiadas pretensiones antes que a los que se creen que han hecho una proeza y luego resultan ser más de lo mismo (de estos hay muchos últimamente).
Cambiando de tercio, la personalidad de los personajes está bastante cuidada. Gwen sigue siendo una chica normal y corriente, los viajes en el tiempo no se le han subido a la cabeza y todavía tiene ese lado infantil que la hace tan adorable. Los demás tampoco caen en los estereotipos, aunque esta vez no me han llegado tanto como en Rubí (supongo que porque ya los conocía y la sorpresa de encontrar un libro con protagonistas diferentes se perdió). Destaco el papel del fantasma (o daimon) de la gárgola, Xemerius, que aparte de ser muy salado le da un poco de personalidad a Zafiro con respecto a la primera parte (en el sentido de que aporta un elemento nuevo).
Hablemos ahora del amor. Debo de ser rara, porque no dejo de leer a blogueras entusiasmadas con Gideon y a mí esta historia me tiene un poco ni fu ni fa. En Zafiro el componente romántico no está tan presente como en otras sagas (que para mí es un punto a su favor, me cansa lo excesivamente empalagoso), lo poco que hay está bien, pero tampoco es nada del otro mundo y no ha llegado a cautivarme. Insisto: para mí lo más atractivo de esta trilogía es el ingrediente fantástico de los viajes en el tiempo y los entresijos que hay entre viajeros y vigilantes, de modo que al estar esta trama en un lugar secundario, en conjunto el libro no llega a convencerme. Pero, ojo, quien simplemente busque una lectura agradable con toques de amor, seguramente lo disfrutará bastante.
Por lo demás, solo me queda decir que la organización de los temas relativos a los saltos en el tiempo y las peculiaridades de los vigilantes está bien hecha, como en Rubí. Se nota que la autora se lo ha currado para que todo sea coherente dentro de estas circunstancias, no encontraréis cabos sueltos en esta mecánica. La lástima es que no saque más partido a todo este material.

Kerstin Gier

En general, Zafiro me parece una opción más que recomendable para quienes busque una lectura de evasión pura y dura, es uno de esos libros para despejar la mente en medio de historias más densas que de vez en cuando entran tan bien. No se ha convertido en mi saga favorita, pero me ha hecho pasar un buen rato y a pesar de sus carencias no me arrepiento de haberlo leído porque ha conseguido sacarme más de una sonrisa mientras lo leía. Así pues, os lo recomiendo si buscáis algo ligero y fresco, sin demasiadas pretensiones.
PD: Podría decir muchas cosas de la portada definitiva y de la anterior, pero ha quedado tan claro que fue un error no mantener la cubierta original que no hace falta insistir más, ¿verdad?
Enlaces de interés:
Web de Kerstin Gier
Web de la trilogía Rubí
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Mi valoración: 6,5/10