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Museos, teatros y oficinas llevan su sello en el mundo y hasta podría dejar su huella en Colombia, en un centro de convenciones de Bogotá.
Nació y se crió en Bagdad, Irak, pero estudió en Londres. Su estilo y prestigio son tales que es una de las mujeres más influyentes del mundo, no solo en la arquitectura
Sus críticos le dicen diva y ella les responde: “¿Me llamarían diva si fuera un hombre?”. Una respuesta que la arquitecta Zaha Hadid les da a quienes la ven solo como la mujer de temperamento fuerte en un mundo que ha estado dominado por hombres y en el que ella se ha abierto camino con un trabajo que podría resumirse en una palabra: audaz.
Ella no es una mujer ni una arquitecta tradicional. Nació en Bagdad pero fue criada en una sociedad liberal en el tiempo en que Irak era más parecido a Occidente. Hija de un político fundador del Partido Nacional Democrático Iraquí, fue criada entre Suiza e Irak por monjas francesas y al mismo tiempo en un ambiente intelectual. Esta mezcla particular le dio a Zaha razones para ser arquitecta, profesión que en el Medio Oriente no tenía espacio para las mujeres.
Sala de Conciertos J. S. Bach. Fue especialmente diseñada para interpretar obras de Bach para solistas.
Quizás por eso estudió primero matemáticas en la Universidad Americana de Beirut y luego se fue, en 1972, a la Architectural Association School de Londres, un espacio donde la libertad imaginativa era la base. Zaha encajó perfectamente y allí empezó a forjar un estilo bajo la tutoría de Rem Koolhaas, hoy uno de los arquitectos más influyentes del mundo, quien la definió entonces como “un planeta en su propia órbita inimitable”.
El planeta Hadid no se detuvo y empezó a dejar huella con propuestas de edificios que parecían inconstruibles. Su estilo se enmarcó dentro de la arquitectura neo-modernista, con diseños que parecían desafiar la geometría. Por algo ha dicho: “Si hay 360 grados, no hay razón para restringirme a uno solo”.
Salón de ensayos multifuncional.
De hecho, esta es una de las pocas frases que se conocen de esta mujer cuya personalidad tiene algo de misteriosa y, sobre todo, de percepciones disímiles. Los adjetivos son variados: cálida, amable, rebelde, atrevida, difícil, estricta, y otros que la han llevado a ser “la más odiada arquitecta de Inglaterra”. También, claro, hay adulaciones que se resumen en un apelativo que la define a la perfección: “militante vanguardista”.
Conjunto residencial Viaductos Spittelau Apartamentos, oficinas y estudios de artistas componen este conjunto ubicado en Viena.
De hecho, esta es una de las pocas frases que se conocen de esta mujer cuya personalidad tiene algo de misteriosa y, sobre todo, de percepciones disímiles. Los adjetivos son variados: cálida, amable, rebelde, atrevida, difícil, estricta, y otros que la han llevado a ser “la más odiada arquitecta de Inglaterra”. También, claro, hay adulaciones que se resumen en un apelativo que la define a la perfección: “militante vanguardista”.
Pero críticas y elogios no la afectan. Ella mantiene un temperamento enérgico que no disimula ni siquiera con sus clientes. “Zaha simplemente no se comporta como otras personas esperan”, han dicho algunos para justificar su carácter. El mismo que oculta su vida privada de tal manera que apenas se sabe que es una mujer soltera y sin hijos que vive solo por la arquitectura. “Si no te mata entonces no eres bueno. Tienes que meterte de tiempo completo, no puedes afrontarla yendo y viniendo”, ha dicho sobre su pasión por el oficio.
Por eso para hablar de Zaha Hadid hay que hacerlo a través de su obra, un trabajo monumental que según ella salió de la influencia de arquitectos como Erich Mendelsohn, Mies van der Rohe y Le Corbusier. De ahí surgieron ideas fascinantes que en un comienzo parecían más decepciones que realidad.
Colegio Evelyn Grace.Fue el primer proyecto de Hadid en Inglaterra.
Le ocurrió en 1982, cuando les ganó a 600 colegas para construir The Peak, un spa de lujo en Hong Kong que nunca se hizo. Lo mismo sucedió con un edificio de oficinas en la famosa calle Kurfürstendamm de Berlín, un centro cultural en Düsseldorf y la Ópera de Cardiff, en Gales, que al final se construyó con otros diseños más conservadores. De ahí que Hadid fuera conocida como “arquitecta de papel”. De alguna manera era cierto, pues ella no usa computadores para diseñar sino dibujos que a veces se convierten en pinturas.
En 1989 demostró que sus formas podían ser realidad con la estación de bomberos de Vitra, en Weil am Rhein (Alemania). Después hizo en Berlín un edificio de apartamentos y el Mind zone, el espacio de exhibición del Millennium Dome de Londres. Trabajos con los que mostró su interés de crear una arquitectura de espacios interconectados y de aspecto escultural.
Pero solo en el año 2000 consolidó su reputación y calló a quienes decían que sus edificios no se podían construir. Ese año comenzó el Centro de Arte Contemporáneo de Cincinnati, el primer museo estadounidense hecho por una mujer. Hadid creó un edificio compuesto por cubos superpuestos que contradecían la noción de museo, con escaleras en zigzag y galerías alargadas. Inaugurado en 2003, el museo fue descrito por The New York Times como “el edificio más importante construido en Estados Unidos después de la Guerra fría”.
Los alumnos están repartidos en cuatro pequeñas escuelas de primaria y bachillerato en un mismo edificio.
Para los expertos, el estilo de Zaha Hadid rompe lo formal y redefine las viejas reglas del manejo del espacio. “Es una arquitecta que crea formas angulares y entrelazadas que parecen balancearse, con espacios abiertos que establecen muchas posibilidades y dan la sensación de movimiento. A primera vista hay una perspectiva, pero en realidad son varias; y no hay una sola forma geométrica sino fragmentos de muchas”.
Por eso ha sido llamada “deconstructivista”. Y aunque ella no se afilia a movimientos ni se compromete con ideas o corrientes, entró al selecto círculo de arquitectos cobijados por el mismo término desde que el Museo de Arte Moderno de Nueva York organizara una exposición en 1988 con sus trabajos, junto con los de nombres tan importantes como el de Frank Gehry, Daniel Libeskind, Rem Koolhaas, Peter Eisenman, Bernard Tschumi y del estudio austríaco Coop Himmelb(l)au. Todos responsables de nuevos iconos de la arquitectura mundial.
En 2004 ganó el premio Pritzker, considerado el Nobel de la Arquitectura. Era la primera mujer en obtener esta distinción. “Comencé creando edificios que brillarían como joyas solitarias. Ahora quiero formar una nueva clase de paisaje que crezca junto con las ciudades contemporáneas y la vida de sus habitantes”
La Ópera de Guangzhou Es la obra más reciente de Zaha Hadid. Un complejo cultural de 70.000 metros cuadrados erigido en esta ciudad china.
Desde entonces ha construido edificios que hoy son hitos de la arquitectura, como el de la Central de BMW en Alemania; el conjunto residencial Viaductos Spittelau, en Viena; la Sala de conciertos J. S. Bach, en Manchester; el pabellón de arte móvil Chanel; la Plataforma de esquí Bergisel, en Austria; el Colegio Evelyn Grace, en Londres; el Maxxi: Museo de las artes del siglo XXI, en Roma, y la Ópera de Guangzhou, en China, su obra más reciente.
Sus próximos proyectos están en Abu Dabi, Estados Unidos y Rusia. Sin ir más lejos, el próximo año dejará su sello en el Centro Acuático de los Juegos Olímpicos de Londres. Incluso en Colombia podría haber un edificio suyo si la propuesta de Zaha Hadid Architects y Juan Manuel Peláez Freidel, de Medellín, es elegida para diseñar el Centro Internacional de Convenciones de Bogotá.
El teatro principal, con condiciones acústicas para ópera oriental y occidental, tiene 1.800 sillas.
Zaha Hadid sigue en su órbita y no se detendrá. Sus edificios dan testimonio de su imaginación, y de cierta excentricidad, aunque se resista a aceptar que sea locura. Tal vez todo se resuma en una de su teorías: “Yo todavía creo en lo imposible”.
El diseño muestra el estilo de la arquitecta, con espacios de diversas perspectivas.
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