Nara, una ciudad que es el paraíso de los ciervos.
Situado cerca de la ciudad de Shiroishi en las montañas de Miyagi, Japón, Zao Fox (Zao Kitsune Mura) es un paraíso para los amantes de los zorros. Abierto desde 1990, el pueblo es un santuario para más de un centenar de estos animales de seis diferentes razas que deambulan libremente.
Después de pagar una pequeña cuota de admisión, los visitantes pueden realizar un tour por un zoológico en el que se pueden contemplar pequeños conejitos, cuadras de caballos, ponis y un área cerrada donde los zorros lesionados y los más jóvenes se mantienen encerrados por su propia seguridad.
La atracción principal, sin embargo, es un área grande donde corretean, juegan, comen y duermen los zorros. Muchos de ellos se acercan a los visitantes con curiosidad, en busca de alimento o de una caricia pero los visitantes deben ser conscientes de que estas adorables criaturas no son animales domésticos y en un momento dado pueden morder.
En Japón se tiene a los zorros en alta estima, se considera que son mensajeros de Inari, el dios sintoista de la fertilidad, la prosperidad, el arroz, el té y la agricultura.
Además de los zorros rojos en Zato también hay plateados, azul ártico, platinos, árticos oscuros y diferentes cruces entre ellos.
Puede que alguien piense que el algo cruel tener a los zorros encerados, pero no hay motivo para tal preocupación ya que el terreno del que disfrutan es bastante grande, y los zorros tienen espacio suficiente para moverse con seguridad. Anualmente se examinan los animales para prevenir enfermedades, además de otras medidas preventivas. Desde que existe este paraíso para los zorros nunca se ha dado ningún caso de enfermedad.
Además de los zorros, que son la principal atracción, los visitantes pueden acariciar caballos, ponis y conejos.
Zao está ubicado en la prefectura de Miyagi, a tres horas de Tokio en el tren de alta velocidad, además, tendrá que pagar ¥ 3.500 a un taxi para llegar hasta la aldea desde la estación de tren, así que es mejor es ir allí durante el fin de semana.
En esencia, se trata de un zoológico con animales en semi libertad. Los visitantes del parque se pueden mover por todo el recinto sin temor e incluso alimentar a los zorros observando ciertas precauciones.
A pesar de que los zorros no son agresivos y no tienen miedo de la gente, después de todo, no hay que olvidar que no se trata de animales de compañía y el contacto con ellos no es seguro al cien por cien. Las reglas de comunicación con los animales son: no alimentar a los animales directamente con las manos y no molestarlos cuando están durmiendo.
La entrada al parque cuesta unos modestos 100 yenes, menos de un euro.
Los japoneses no solo tienen dedicado un santuario a los zorros, otros animales, como conejos o ciervos, también disfrutan de sus propios santuarios: Okonusima, Una isla que es el paraíso de los conejos.
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