Revista Opinión

ZAPA-4 Y ZAPA-7. Dos comandos de ETA [Relato indignado]

Publicado el 05 diciembre 2013 por Icaro @ateneo

Se podrá decir lo que quieran de Catalunya pero lo cierto es que los conquistadores deben reconocer que actualmente la vía catalana está dejando con el culo al aire a muchos. Desde ETA, que reconoce -visto lo visto y después de una orgia de sangre- que la vía catalana es una referencia importante. !Referencia importante! Catalunya está en el mapa de un derecho de autordeterminación utilizando mecanismos simples -está por ver que sean efectivos- mientras que el País Vasco, por culpa de ETA y una política interesada por parte de todos, está perdiendo todos los trenes. Quizás sigan la estela de lo que aquí se haga con la Estelada, pero mucho me temo que su historia quedará marcada, durante años, por una forma de entender las revoluciones que no ha dado ningún fruto.

Es seguramente -ahora mismo- una de las victorias que nadie podrá negar al pueblo catalán. Aquí, las cosas se hacen de otra manera, guste o no guste.

La situación actual me recuerda un cuento que escribí hace algunos años.

ZAPA-4 Y ZAPA-7. Dos comandos de ETA [Relato indignado]

La única conexión que podía darse entre los dos comandos era a través de sus jefes. A Asier, jefe del comando ZAPA-4, le había llegado desde la dirección la orden de “poner en marcha acciones conjuntas con el comando ZAPA-7 que permitieran conseguir recursos económicos para continuar con la lucha armada”.

La cita se llevaría a cabo en una cafetería de la ciudad. Se reconcomerían por llevar cada uno de ellos el diario La Razón. Como en aquella ciudad nadie tenía La Razón Asier decidió pedirlo en la barra del bar. Se dirigió a uno de los camareros de la barra. ¿Tenéis la razón? ¿Y sabes dónde puedo encontrarla? No tardó en sentarse junto a él un joven que en tono de confesión dijo “yo también he tenido problemas para encontrar La Razón”. Asier se mostró gratamente sorprendido por que conocía al hombre de la barra y, además, podía ser el contacto, el jefe del otro comando. !Coño Asier!, ¡vaya sorpresón! ¡Tocayo!! ¡Cuánto tiempo, la madre que…! respondió mientras se ejercitaban en el ritual de abrazos, caricias en forma de golpes y sonrisas cómplices. ¿Has preguntado por La Razón, no? Sí, sí. Ahora cada uno sujetaba la nuca del otro mientras simulaban embestirse con sus frentes.

Los dos hicieron el servicio militar en la misma unidad, zapadores paracaidistas. En aquellos años era habitual que ETA enviara a sus comandos al ejército y, preferiblemente, a unidades donde pudieran adiestrarse en el manejo de explosivos, acciones de sabotaje y golpes de mano. La policía no tardó en descubrir la estratagema y hoy en día ya no es tan habitual.

Se sentaron en una de las mesas. Dudaron entre pedir un café con leche o una copa de pacharán. Mientras tanto, Asier comenzó a deslabazar su plan. Disponía de cinco fichas y un plan sumamente sencillo. Secuestros expres, al estilo latinoamericano: pedir pequeñas cantidades por el pájaro y, en menos de 24 horas, recibir el rescate, soltarlo y después dejar el dinero en el lugar convenido. Ni tan siquiera era necesario disponer de un piso franco. Nadie, excepto la víctima y su familia, sabría nada, ni policía ni prensa.

Se acercó alguien que Asier consideró sospechoso. Para advertir a su compañero le interrumpió e intentado disimular, dijo: ¿Has visto esto? y mostrándole un periódico, comenzó a leer en voz alta “Señor Zapatero y señor Rajoy, ¿qué hacen ustedes perdiendo el tiempo en política de estado pudiendo ser unos concejalillos multimillonarios de urbanismo? Quizás sean ustedes el sostén de todo el andamio de corruptelas…” El sospechoso se alejó y Asier dejó de leer.

Asier no sospechaba nada pero su tocayo y atiguo amigo desde la infancia, Asier, era un infiltrado de la Guardia Civil; juntos entraron en ETA, juntos hicieron el servicio militar y finalmente se separaron. Al salir del restaurante chino él fue detenido por dos camareros de la Guardia Civil y ese mismo día todos los miembros de los dos comandos también fueron detenidos sin un solo disparo.

Asier debía seguir infiltrado en ETA, sabía que no debía levantar sospechas. Disponía de un mes para conseguir una importante cantidad de dinero. Las órdenes de la dirección eran claras, había muchas acciones que financiar y necesitaban dinero de forma rápida. Siguiendo órdenes de su organización, la Guardia civil, debía continuar infiltrado y no podía contar con los suyos. Pasó toda la noche en vela barruntando un plan. Ya amanecía cuando tomó dos sorbos de café mirando la solicitud de una subvención de 100.000 euros para crear una página web en euskera que escupía la impresora.

 


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