
Después de meter a no sé cuantos judíos en el cenicero de un automóvil, acude al acto final del Ramadán, que no es religioso sino civil, según el concejal madrileño, y obtiene cumplida respuesta de la naturaleza del acto.
Vaya pues con el aspirante a concejal de cultura de la capital.
Sin comentarios.
