DIEZ AÑOS SE cumplen hoy del inesperado acceso de José Luis Rodríguez Zapatero a la secretaría general del PSOE, a la que también aspiraban Rosa Díez, Matilde Fernández y José Bono. Aquel desconocido y joven diputado leonés ganó por un puñado de votos, apenas nueve, sorprendiendo así a propios y extraños. Su ajustada victoria frente al entonces presidente de Castilla-La Mancha, pero victoria al fin y al cabo, abrió un tiempo nuevo y supuso, qué duda cabe, un bocanada de aire fresco. Nada que ver con el mustio Zapatero de ahora que camina políticamente como un alma en pena.
Llega este décimo aniversario en un mal momento y sin demasiados motivos ni ganas para celebrar nada. Los ciudadanos le dan la espalda en las encuestas, la crisis económica continúa golpeando con saña y la sensación de soledad política es tan clamorosa que en algunos sectores se comienza a hablar sotto voce de recambio. No es menos cierto que Zapatero puso orden en el partido tras los liderazgos fallidos de Almunia y Borrell y que dos victorias electorales no son algo que se pueda olvidar tan fácilmente. La ausencia de divisiones significativas en el seno del PSOE, qué lejos queda ya el enfrentamiento entre guerristas y renovadores, figura también entre sus grandes logros como secretario general.
"El tiempo no me cambiará", dijo públicamente Zapatero tras ganar sus primeras elecciones ¡y vaya si lo ha cambiado! Es posible que aún conserve la templanza, la serenidad y hasta la sangre fría que presidieron su etapa inicial, pero no es menos cierto que ha perdido la chispa que tanto encandiló a tantos. Aún así, algunos sostienen que el final de Zapatero está lejos aún, al fin y al cabo no sería la primera vez que gana contra todo pronóstico.