Susana Díaz, que ha anticipado las elecciones andaluzas segura de que puede arrasar en las urnas para fortalecerse con una sólida mayoría y conquistar después la secretaría general del PSOE como triunfadora, está muy preocupada porque su remontada no se produce en las encuestas, que le otorgan el 35,2 por ciento de los votos, menos que los que obtuvo Griñán en 2012, que ya fue el resultado menos bueno de las nueve elecciones autonómicas, con un 39,5 por ciento de los votos y 47 escaños.
Según fuentes creíbles del PSOE andaluz, Susana, que dará a luz en julio a su primer hijo, piensa incorporar a la campaña a popes del socialismo que le están apoyando, como Felipe González y José Luis Rodríguez Zapatero, una apuesta muy peligrosa, sobre todo la de Zapatero, al que los españoles siguen rechazando con fuerza y considerándole el máximo culpable de la crisis y las actuales desgracias de España.
Al parecer, la causa de su estancamiento es la corrupción, un fenómeno que cada día pesa mas en la conciencia de los andaluces, sobre todo después de que la presidente Susana ha mantenido a los ex consejeros imputados en los EREs fraudulentos, dejándolos aforados en la diputación permanente del Parlamento, una maniobra de protección a corruptos que ha caído mal en muchos sectores socialistas deseosos de renovación.
La corrupción es el segundo problema para los andaluces, con un 49 por ciento de rechazo, por detrás del paro, con un 88,5 por ciento. En diciembre de 2011, antes de las elecciones autonómicas, la corrupción era el tercer problema de los andaluces, con un 20,7 por ciento, por detrás del paro (90,5) y la economía (37,5).
Los andaluces reflejan en las encuestas un progresivo cansancio del PSOE, que lleva mas de tres décadas gobernando sin pausa y sin que Andalucía abandone la cola del desarrollo en España y Europa, pero se sienten atrapados porque el PP no es una alternativa fiable y Podemos despierta demasiados miedos. Las únicas opciones que van a crecer en el panorama andaluz, además de Podemos y Ciudadanos, son la abstención, el voto en blanco y el voto nulo, al que recurrirán muchos indignados y demócratas decepcionados y asqueados de corrupción y abuso.
La imputación de Chaves y Griñán coloca la corrupción en el primer plano de la campaña y recordará a los votantes, de manera intensa, que Susana no ha cumplido su promesa de obligar a los socialistas imoutados a que abandonen sus escaños y cargos públicos, sean quienes sean.
Es probable que haber calculado mal la indignación de los andaluces ante la corrupción haya sido un peligroso fallo de Susana, que podría debilitarse en lugar de crecer si obtiene en las urnas menos votos que Griñan, como parece mas que probable. Parece torpe y ridículo que Susana, con fama de fina estratega, no haya tenido en cuenta que la indignación de los andaluces ante las corruptelas de la Junta y de otros muchos dirigentes socialistas se ha más que doblado en poco mas de cuatro años.
Recurrir a Felipe González y, sobre todo, a Zapatero, a los que Susana agradece su apoyo frente a Pedro Sánchez en la batalla por el poder en el PSOE, podría ser otro error que Susana pagaría muy caro. Zapatero es, con gran diferencia, el político mas rechazado de España, mas incluso que Rajoy, un hecho que a Susana parece no importarle.
Sin embargo, fuentes demoscópicas sostiene que la repugnancia que Zapatero despierta entre los votantes es tan alta que su simple presencia en un mitin tiene efectos inmediatos y contundentes en las encuestas.
Susana debería tener en cuenta ese peligroso dato.
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