Lo único positivo que Zapatero puede transmitir a los 30 grandes empresarios españoles, cuando se reuna con ellos el sábado, es su dimisión. Si lo hace, habrá fiesta en España... y en Europa... y en los mercados... y, probablemente, también en el Cielo.
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¿Para qué se reunen Zapatero con los representantes de las 30 grandes empresas españolas? ¿Para decirles que no hay nada que temer, que España no será rescatada, como Irlanda? ¿Para hacerse una foto y exhibirse ante los españoles como si fuera un estadista, disimulando que es un inepto? ¿Acaso tendrá la osadía de decirles como deben gobernar sus empresas, cuando él ha fracasado como conductor de la gran empresa de todos, que es España? Medio país sabe que la reunión es un gesto de puro marketing, mientras que la otra mitad ya no cree en nada de lo que Zapatero diga o haga.
Los grandes empresarios de España saben ya que Zapatero es un cadáver ambulante que preside un gobierno zombie. También saben que los mercados lo consideran a él, personalmente, como el mayor obstáculo para la recuperación de la economía española. Tampoco ignoran que Zapatero ha perdido la credibilidad y el aprecio de su pueblo y que su popularidad es más baja que la del actual gobierno de Irlanda, que ha tenido que anunciar su dimisión tras haber aceptado el humillante rescate internacional.
La única noticia positiva que podría comunicar Zapatero a las grandes empresas españolas es su dimisión y la convocatoria de elecciones inmediatas, devolviendo al pueblo la palabra, entregando a los ciudadanos la llave del futuro que él nos ha arrebatado. Aunque los empresarios no se lo digan, esa sería la gran noticia esperada, la única que desataría la fiesta y despertaría la esperanza en esta España sufriente y crucificada por su mal gobierno.
Cuando estén reunidos, muchos españoles rezaremos para que los empresarios asuman su responsabilidad y le digan que debe marcharse. Ojalá se atrevieran a decirle otra verdad mayúscula: que hasta la misma democracia peligra si no se marcha pronto del poder. Si no lo hacen, tarde o temprano serán considerados frívolos y cómplices del drama que se avecina, un drama que algunos de ellos ya vislumbran. Sin embargo, lo más probable es que impere la cobardía y que nadie rompa la armonía hipócrita del momento. Ninguno se atreverá a decirle que es un gran fracasado, pero todos ellos lo saben porque sólo existe en democracia un fracaso mayor que el de ser repudiado por su pueblo, el de atrincherarse en el poder, cerrando los oídos a los deseos del pueblo soberano.
Algunos de los empresarios presentes ya se lo han dicho, aunque indirectamente, al reconocer que están pagando una gran factura en sus negocios internacionales por ser españoles. Nada menos que 16 de las empresas que han sido convocadas, entre ellas Telefónica, Banco Santander, BBVA, Acciona, Repsol, Iberdrola, Iberia y FCC, le han repudiado al entregar al monarca, el pasado sábado, en la Zarzuela, una carta donde se denuncia la postración de España y se piden cambios profundos, muchos de los cuales son, precisamente, los que Zapatero se niega a afrontar por miedo a perder votos.
A Zapatero ya no le funcionan ni la "magia" ni la mentira y su sonrisa no puede ocultar ya el profundo drama que él mismo ha causado a España, gobernándola como un adolescente mentiroso, torpe e inseguro. Aunque estén reunidos en la Moncloa, en el templo del poder gubernamental español, al otro lado de las puertas del palacio está la realidad de la España que sufre, con cinco millones de parados y casi diez millones de pobres, una sociedad que ha perdido la confianza en el liderazgo y la fe en el futuro, la España de los jóvenes sin empleo ni esperanza, una sociedad que hasta hace poco fue protagonista de un "milagro" económico que sorprendió al mundo, pero que hoy, bajo el mandato del peor gobernante español desde los tiempos de Fernando VII, es apenas una sombra triste y esperpéntica de lo que fue, un país envuelto por la corrupción pública y el mal gobierno, un pueblo avasallado por una casta política gobernante que ni siquiera es digna de respeto.