Zapatero se muda a Somosaguas, como buen socialista, a una vivienda unifamiliar de tipo medio, y según dice, por el deseo de sus hijas de estudiar en Madrid. Son ellas, precisamente, las que han hecho correr ríos de tinta cuando fueron fotografiadas junto a sus padres y el matrimonio Obama, que por esos pagos estadounidenses no son nada avanzados y prima el apellido del varón. Digo que no se puede retratar uno en visita oficial y pretender luego que la foto sea íntima o familiar, alejada del acceso a los medios de comunicación, lo que no me extraña, a la vista del aspecto de las chiquillas; bueno, el caso es que Zapatero se queda en Madrid, lo que es de celebrar, por eso de que seguirá alejado de esta Asturias a la que tanto olvidó durante su gobierno. No sé lo que pasará con D. Mariano, el del puro, pero confío en que nos contagiemos algo de su Galicia natal, pese a Pepiño y a quien pese, que a mi, al final, me da lo mismo. Las niñas de Zapatero marcaron un antes y un después en la imagen del presidente, habiendo quien llegó a decir que no podía gobernar un país si ni siquiera era capaz de controlar su propia familia, y no le faltaba parte de razón, porque la mujer del César, y las hijas, deben parecer buenas además de serlo; cosas de que el negro no es nada favorecedor. Ahora se quedan en Madrid y me alegro, porque es más cosmopolita que León, y pueden pasar desapercibidas entre otros individuos con indumentaria similar, que la capital da para mucho. Sonsoles me cae mejor: Ha sido discreta, continuó haciendo aquello que le gustaba y que llevaba a cabo cuando su marido era un simple diputado de a pie, que apretaba el botón siguiendo las directrices de González, con quien no le cabe comparación alguna. Zapatero se va, y me alegro, como también lo hago de que sus niñas paseen más libremente por Madrid, donde llamarían menos la atención que por Ordoño, entre señoras de provincias que criticarían a sus espaldas. Somosaguas no es frecuentada por gente de izquierdas, salvo los comprometidos con su propia solidaridad, como supongo que será el caso, pero estoy seguro de que D. José Luis, el del talante, dispondrá de tiempo para meditar en su Alianza de Civilizaciones, mientras las niñas disfrutan de la libertad occidental bien interpretada. Que a todos ellos les vaya bonito.