Revista Cultura y Ocio

Zapatero insiste como sofista en poner las palabras (y lo que sea) al servicio de su política

Publicado el 22 octubre 2013 por Noblejas

Zapatero_cabizbajo
Leo hoy a Cristina Losada (Zetapé es Rubalcaba con pelo) comentando unas tremendas palabras del ex-presidente del Gobierno español José Luis Rodríguez Zapatero.

Digo tremendas, porque -asociadas con otras que me han venido en mente y que luego mencionaré- vuelven a reafirmar algo aquí ya hablado: la personalidad sofística del ex-presidente. Algo que le hace rehuir la noción de verdad, y la misma posibilidad de que la verdad exista y sea algo que merezca la pena buscar y respetar, tanto en política como desde un punto de vista racional y moral.

Se extraña Cristina, en su respeto por las palabras, cosa que comparto, de la falta de respeto que Zapatero ha tenido y sigue teniendo por las palabras.

En su comentario Cristina Losada recuerda -a propósito de una entrevista en la que Zapatero habla con palabras ininteligibes- que para Zapatero, como él mismo dice (en principio, con palabras que se supone han de ser tomadas en serio), resulta que "las palabras deben estar al servicio de la política, no la política al servicio de las palabras"...

En realidad, entiendo que Zapatero habla de "su" política del momento, pero ni por asomo de "la" política, gran actividad, digna donde las haya, si es que realmente con ella se busca el bien común. Que por supuesto incluye el respeto a las palabras. Y en especial a las palabras "dadas" a los conciudadanos.

Recomiendo leer el texto completo (Zetapé es Rubalcaba con pelo): merece la pena el análisis de las palabras de Zapatero, políticamente instrumentalizadas y en busca de lo que Cristina recuerda como  el asunto capital para el ex-presidente: "'recuperar los afectos', cosa ésta, la sentimental, que siempre fue asunto capital de ZP".

Cuando decía al comienzo que Zapatero resulta ser un sofista, no me refería a que fuera "sutil en el uso del lenguaje", sino a que habla con una verborrea que implica un extremado "cuidado del lenguaje para -exclusivamente- influir en los demás".

He recordado sus palabras en aquel famoso (y por él ansiado) "desayuno de oración" con Obama.

Entonces y en otras ocasiones, Zapatero ha insistido en declarar, sin más razonamiento ni autoridad que la que le proporcionaba su lenguaje y el atril político desde el que pontificaba, que "la libertad os hará verdaderos", queriendo así jugar, como con un guiño o gracieta para los entendidos, con la bien conocida sentencia evangélica "la Verdad os hará libres".

Se entiende bien que ahora ni en su mismo partido quieran saber nada de él. Cuando todo el mundo ha podido comprobar que la crisis era verdadera con independencia de las palabras con que sofísticamente la negaba, como si estuviera haciendo un conjuro.

Cuando todo el mundo ha visto en sus carnes que no cualquier palabra es verdadera para referir una realidad, por muy melosa y presuntamente cargada de sentido real y verdadero, entonces el sofista cae en desgracia.

La realidad y el conocerla y decirla, mostrarla y contarla con verdad son asuntos refractarios a los puros intereses circunstanciales de las ideologías.


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