Cuando compras el producto de una marca conocida, pagas también por factores intangibles inherentes a su producción, entre ellos la calidad y la creatividad de quien los ha diseñado.
¿Pero que sucede cuándo la marca conocida cobra por un trabajo que no ha sido originalmente suyo? Esto, sin dar crédito a los creadores originales.
Desde hace unos días la multinacional de venta de ropa Zara se ha visto envuelta en una polémica por presuntamente plagiar diseños de decenas de artistas independientes, entre ellos dos marcas canadienses.
Una muestra de las imágenes que ya circulan en internet como pruebas de las supuestas copias:
Inditex, sociedad propietaria de Zara y otras marcas relacionadas con la industria, comentó a Vogue UK que al conocer el caso se abrió de manera inmediata una investigación y se suspendieron para su venta todos los artículos relacionados.
Sin embargo, la respuesta que se envió a la diseñadora Tuesday Bassen fue menos agradable y cortés:
En un intento de intimidarla aprovechando la cantidad de visitantes que tiene la marca en sus sitios web a través de un mensaje desafortunado.
¿Imitación o demasiada inspiración?
En complemento se ha creado el sitio Shop Art Theft que muestra obras originales de los diseñadores demandantes comparadas con las presuntas copias realizadas y vendidas por Zara.
Y es que claro, el daño al copiar esta hecho, pero que además se ataque al o los ofendidos a través de mensajes legales intimidantes ya traspasa la línea de lo éticamente permitido.
Puedes dar seguimiento al caso a través de la cuenta de Twitter de Tuesday Bassen o a través del hashtag #boycottzara
Olivia Mew presidenta de Stay Home Club, una de las empresas afectadas, mencionó al sitio canadiense CBC:
Cuando las acciones legales legítimas no funcionan, tomar los medios sociales es una de las pocas maneras que tienes para defenderte.