Uno de los principales objetivos del cine es entretener. Si una película cumple en ese sentido, entonces funciona. Por supuesto que los buenos directores aspiran a que su obra exprese un discurso personal y en la medida que esa búsqueda sea auténtica su filmografía también lo será.
El concepto cine-arte ha logrado que la obra de varios directores sea encasillada y por lo mismo deja de interesar al gran público. Apellidos como: Kurosawa, Bergman, Fellini, Kubrick, De Sica, Kar Wai, Kitano; por mencionar algunos de los más conocidos, suelen ser incluidos en las listas de autores cuyos filmes pueden ser motivo de ensayos académicos, por ejemplo. Está claro que tal cosa es innegable, pero que la obra de un director llegue a considerarse de culto no debería reducir el número de espectadores y, por el contrario, tampoco se puede desdeñar automáticamente el cine que no lleva la etiqueta de arte.
Takeshi Kitano, nacido en Umeshima, Adachi, Tokio, en 1947, es un director al que la crítica ha elogiado y, a partir de ahí, se le considera un cineasta de culto; su filmografía respalda todas las etiquetas y elogios que se le quieran dar; en pocas palabras, es un maestro del séptimo arte.
En 2003, un año después de haber estrenado Dolls, la que muchos consideran su obra maestra, encontró el eco del gran público con: Zatoichi, cinta ambientada en el siglo XIX, en donde un samurai ciego, quien se presenta como masajista, llega a una aldea dominada por pandillas que mantienen atemorizados a sus habitantes, a quienes obligan a pagarles tributo. Inevitablemente tiene que involucrarse en el conflicto, por lo que deviene en justiciero.
La producción está basada en una serie japonesa, realizada para cine y televisión entre los años 1962 y 1989; sin embargo, el mismo Kitano ha dicho que aunque se trate de una recreación, la historia es nueva y que quiso diferenciar el enfoque físico y psicológico del personaje.
La historia es la típica de espadachines japoneses, con matices que la hacen diferente. El guión es simple, sin pretensiones de profundidad; el director se divierte mientras filma y también divierte al espectador. Todo el conjunto evoca las viejas películas de acción, en donde los actores hacen gala de un histrionismo cercano al teatro del absurdo. Mención aparte merece la actuación de Takeshi Kitano, quien además de dirigir interpreta al samurai, dotándolo de carisma y credibilidad; pues siendo un viejo y ciego, no se puede pedir que haga alarde de agilidad para las batallas; por eso Zatoichi no pelea, Zatoichi mata.
La edición fílmica juega un papel importante, por momentos parece que la narración se interrumpe, de manera abrupta, pero la utilización del recurso del flash back” sirve para dar forma a lo que se cuenta, al tiempo que ayuda en la construcción de los personajes y a explicar sus motivaciones.
Zatoichi es la muestra de cómo un director con talento, y considerado de culto, también puede hacer cine de acción y comedia. En cada escena es posible observar: humor negro o ingenuo, acción, belleza plástica, coreografías, peleas. El resultado es entretenimiento en su máxima expresión, pero con el sello de un maestro.
Calificación 10/10
CINEFORO EN LIBRE CAFÉ: 3a avenida 6-51 zona 1
A todo aquel que pase por acá, lo invito a asistir al cineforo que se estará realizando el 24-10-09, a las 17:30 horas.
Veremos SLUMDOG MILLIONAIRE de Danny Boyle, luego intercambieremos ideas al respecto.
Los espero, la entrada es gratis.