Diana Cueva e Isabel Chappell se juntan para traernos Los charcos sucios de la ciudad, una obra de teatro escrita por Mariana de Althaus. Esta es su primera puesta en escena como productoras, al frente de Zig Zag Pro, y nos han contado cómo ha sido trabajar juntas. Primera pregunta: ¿Cómo crear tu propia voz en un medio artístico tan lexigente como el teatro? Ellas lo tienen claro: «Con perseverancia, cabeza fría y mucha confianza».
P. ¿Por qué Los charcos sucios de la ciudad ahora? ¿Por qué empezar la carrera como productoras con esta obra?
Diana: Yo siempre quise hacer Los charcos sucios de la ciudad, era algo que tenía pendiente desde la universidad, cuando logré que Mariana de Althaus me confiara su texto para montarlo como proyecto final. Eso fue algo que me conmovió, pero luego, por toda la logística que involucraba no lo hice, no disponía de los medios ni de suficientes actores. Luego Ro [Isabel] y yo, que ya trabajábamos juntas en nuestros proyectos, nos presentamos con este mismo texto en un concurso del Centro Cultural de El Olivar. En ese momento yo quería interpretar a Andrea y que Ro sea Magda, por la química y los diálogos que comparten. No ganamos el concurso y entonces dejamos ir el texto, que la corriente fluya por decirlo de alguna manera y que las cosas pasen. Pero yo estaba convencida de que en algún momento lo iba a retomar y lo iba a hacer. Y quedo ahí.
P. ¿Por qué retomasteis finalmente el proyecto ahora?
Isabel: Mires por donde lo mires este texto era poco probable de realizar, con mucha logística por detrás: 8 actores, luces, productora, marketing, diseño gráfico, el arte de la obra… Todo nos decía que era demasiado complicado, pero sabíamos que si no lo hacíamos ahora, ¿cuándo? Los personajes de la obra tienen nuestra edad, por lo que era un ahora o nunca. Y así fue: tomamos la decisión por necesidad. Luego poco a poco las cosas fueron cayendo por su propio peso, y pudimos conseguir lugar [el teatro Mocha Graña] y llegó Ivette Palomino, una productora con mucha más experiencia que nosotras que consiguió a Rudy Acosta, un capo en el diseño de luces. Luego con los actores fue muy curioso porque se fueron sumando uno a uno, y justo eran con los que Diana quería trabajar. Ha sido y es un trabajo de mucha confianza por parte del equipo hacia nosotras, y de nosotras hacia ellos.
P. Diana, ¿cómo ha sido el proceso de dirigir tu primera obra?
Diana: Tres meses antes Ro era casi mi terapista. Yo tenía muchas dudas: no sé cómo lo voy a hacer, tengo miedo, son gente de mi edad, por qué tendrían que confiar en mí. No sabía cómo iba a dirigir a otras personas, pero entonces llega el día de la lectura y una de las actrices me dijo que ponía su plena confianza en mí. Como directora partí de lo que soy: una chica de 27 años. Desde esa honestidad, no intento ser la directora mandamás, la dueña de la verdad, sino una persona en la que los actores pueden confiar y a la que pueden expresar sus dudas. Además trabajar en conjunto con Ro me permite recordar cómo son los actores, y recordar también cuando me tocó a mí serlo en su momento.
Isabel y Diana son amigas y comparten la pasión por el teatro. / Foto: Javier Gragera
P. ¿Hay alguien más involucrado en la producción de la obra?
Isabel: Sí, Ivette Palomino, quien es nuestra productora y hada madrina. Ella confió en nuestro proyecto porque vio en nosotras algo bonito con lo que quería trabajar. Y todas y cada una de las personas que han ido llegado al proyecto han sido y son así. Las cosas se han ido armando solas y hemos podido trabajar con las personas con las que hemos querido trabajar.
P. ¿Cómo empieza el camino para crear Zig Zag Pro?
Diana: Sinceramente por desconformidad. Cuando salíamos de ver una obra de teatro siempre pensábamos cómo la hubiésemos hecho nosotras, cada una desde su perspectiva: Ro como actriz y yo como directora, luego ambas desde la idea de producción. Queríamos hacer el teatro que nos gusta ver.
P. ¿Cómo llegan al nombre de Zig Zag Pro?
Diana: Hemos pasado por varios nombres, varios símbolos que tenemos en común. Y llegamos a este porque es como nosotras, ella es de una manera y yo de otra, pero compartimos un mismo camino, con forma de zigzag.
P. ¿Fue fácil llegar a entenderse la una a la otra?
IsabeI: Ha sido todo un proceso para llegar a aceptar los diferentes puntos de vista y dejar de lado el ego que todo mundo tiene y que en el mundo de los artistas en bastante grande. Ambas tenemos un dicho: «Yo tengo la razón hasta que la tienes tú». Luego también nos une la pasión por el trabajo. Todo va en función de que las cosas caminen para lograr la meta que es tener una buena propuesta en escena, algo con lo que estemos contentas y en donde podamos ver nuestra voz reflejada.
P. ¿Qué buscan cómo Zig Zag Pro?
Diana: Para mí, el teatro es conmover, que la gente vaya al teatro y se olviden de todo, que se olviden de su propia vida para entrar a las vidas de los personajes que les estamos mostrando. Quiero que sientan que esa hora y cuarto haya valido la pena, que hayan vivido todo, todas las emociones posibles, ya sea drama o comedia, tienen que haber viajado con nosotros.
Isabel: Como actriz, a mí me interesa que la gente comparta un pedazo de la vida de las personas que les estamos mostrando. Que sientan que han ido a ver un teatro vivo. Quiero conmover a la gente, generar emociones en las personas.
P. ¿Tres palabras que definan a Zig Zag Pro?
Diana e Isabel: Vehemencia, fe y pasión.
P. ¿Y cómo definirían la obra?
Diana e Isabel: En una palabra: honestidad.
Los Charcos Sucios de la Ciudad va hasta el 8 de Noviembre en el Teatro Mocha Graña, con funciones de viernes a domingo a las 8 pm.
Débora Silva-Arrieta es diseñadora, comunicadora y siempre le inspira una buena conversación. Vive en Lima.