Afortunadamente ya dejamos atrás las navidades, sus excesos, quien se los haya podido permitir, y esa aparente obligación de ser más buenos que de costumbre. Dentro de esos excesos habituales de estas fechas está ese desmesurado consumismo destinado a cubrir los deseos de nuestros hijos, a pesar de que a buen seguro la situación económica de muchos de nosotros no es todo lo buena que debería ser, pero aun así seguimos procurando no defraudar las expectativas que los más pequeños de la casa depositan en Reyes, Papa Noel o Tiós. Gastamos no pocas veces unas cantidades excesivas de dinero en agasajar a nuestros hijos comprándoles cosas que no necesitan o que no les aportan nada, malcriándolos y convirtiéndolos en algunos casos en auténticos zombis tecnológicos.
Estas fiestas, una vez más, algunos de los regalos más comprados han sido productos tecnológicos como: teléfonos, tablets, ordenadores, consolas de videojuegos, reproductores musicales, añadiéndose a la lista esos extraños patinetes o plataformas eléctricas de dos ruedas. Está claro que cada cual tiene todo el derecho de regalar y gastar su dinero en lo que le plazca, pero es realmente triste ver a gente muy joven subida sobre esas plataformas mientras van toqueteando sus móviles o reproductores musicales, con auriculares incluidos, totalmente ajenos al mundo que les rodea.
Si ya hace unos cuantos años que no pocos padres podrían estar favoreciendo la desconexión de sus hijos con el mundo comprándoles o permitiéndoles tener ciertos dispositivos a edades excesivamente tempranas, ahora nos encontramos que también se está favoreciendo que dejen de usar sus extremidades inferiores. ¿Qué será lo siguiente, unos brazos biónicos para que dejen de utilizar sus extremidades superiores?
No soy nadie para dar consejos, ni lo pretendo, pero por favor aunque la educación de nuestros hijos no tiene nada de fácil intentemos poner freno a sus excesivas exigencias y ayudémosles a que desarrollen sus sentidos y su capacidad de razonar y dialogar. Decir un no a tiempo puede que no les guste a nuestros hijos, pero a la larga seguramente nos lo agradecerán.
MSNoferini