Revista En Femenino

Zona rosa. Notas para un debate más amplio

Publicado el 20 mayo 2011 por Daniela @lasdiosas

La propuesta de la alcaldesa de Lima Susana Villarán de crear una “zona rosa” puede ser una gran posibilidad de que se discuta y reflexione seriamente sobre una problemática que viven sobre todo las mujeres y en estos tiempos también niños y niñas, especialmente aquellas que provienen de sectores en donde el famoso crecimiento nunca llegó. Niñas secuestradas y sometidas, mujeres que se ven obligadas a prostituirse, que enfrentan un camino generalmente empedrado de dolor, angustia y abandono, pues tras las mujeres en situación de prostitución encontraremos con seguridad la pobreza, la falta de oportunidades, el embarazo adolescente, el rechazo de la familia, el engaño, la violencia o la violación, y luego de un tiempo las drogas y más violencia.

La “zona rosa”, entendida como un espacio en el que se crearían las condiciones adecuadas en términos de salubridad, seguridad y condiciones laborales para el ofrecimiento de servicios sexuales, ya ha generado encontradas posiciones entre la ciudadanía. Por lo pronto, un 50% de la población limeña está de acuerdo con la propuesta y un 45% dice estar en contra según algunos sondeos. Se ha mencionado que este espacio además aseguraría que se tenga un control mayor que evitaría que menores de edad sean prostituidas o la existencia de los proxenetas. Es importante señalar que en el país la prostitución no es ilegal, lo que es condenado es el proxenetismo.

Entre los argumentos que se han dado a favor están aquellos que señalan que es mejor que se ubique a las prostitutas en un lugar exclusivo para evitar que pululen por la ciudad a toda hora, como sucede en la actualidad, afectando las “buenas costumbres”. Entonces para una parte de la población la zona rosa sería el lugar ideal para esconderlas, allá donde no nos contaminen, lo más alejadas de los buenos hogares. Otro argumento de quienes apoyan la idea, como los alcaldes de Ate y de Comas, ambos distritos periféricos que ya han sido ofrecidos para que allí se asiente la zona, es que se abrirán locales que pagarán impuestos o tendrán ingresos por parqueo.

Mientras tanto, en otros municipios, se ha mencionado que no acogerían la propuesta y que seguirán combatiendo la prostitución por respeto a su vecindario, pues insisten en que las mujeres prostituidas son un mal ejemplo, seres inmorales que nadie quiere en la puerta de su casa o rondando su calle.

Cabe resaltar que aunque la prostitución no es ilegal, las redadas que se hacen con las policías municipales son extremadamente violentas, sometiendo a las mujeres a humillaciones y malos tratos, supuestamente para que digan quién es su proxeneta o para verificar si cuentan con su carnet de salud. Se ha mencionado que estas redadas sirven para robarles sus pertenencias, como lo denunció una organización de trabajadoras sexuales de Puente Piedra expresando que “las compañeras de Puente Piedra son secuestradas para ser torturadas y robarles sus pertenencias, las golpean, desnudan y las hacen cruzar los caudales del río Chillón poniendo en riesgo su vida y los delincuentes vestidos de serenos y al mando del Alcalde Renán Espinoza tienen impunidad porque son municipales.” (1) Así uno de los argumentos a favor de la propuesta de zona rosa es que por la seguridad y el control con que ahí se contaría, estas situaciones de evitarían.

Algunos colectivos, como la Mesa de Diálogo sobre el Trabajo Sexual, se han pronunciado a favor de la iniciativa de la alcaldesa señalando que puede ser una buena medida para combatir la explotación sexual y la trata de personas. Por su parte, el Movimiento de Trabajadoras Sexuales del Perú, que reclama que su actividad sea reconocida como trabajo, a través de su presidenta Ángela Villón ha declarado que considera más adecuada una “zona de tolerancia”, que son espacios en donde pueden ofrecer sus servicios sin ser agredidas por el serenazgo o la policía. (2)

La puesta en la agenda pública del tema de la prostitución debería llevarnos por nuevos senderos tomando en cuenta todo lo que está implícito en la problemática. No basta con debatir si es adecuada o no una zona en que se confine a las mujeres, aunque esto les signifique beneficios y un mayor acceso a derechos, que estaremos todos y todas de acuerdo les deben ser otorgados y deben ser defendidos. Es importante que este momento se aproveche para la reflexión sobre lo que implica la prostitución y cómo impacta la vida de las mujeres, porque aún sigue siendo un problema que afecta en su mayoría a mujeres, que se ven inmersas en una actividad en la que, como lo señala Carole Pateman, “el cuerpo de la mujer y el acceso sexual a tal cuerpo, es el objeto del contrato.” (3) El cuerpo que es sometido por los 15 minutos o la hora que dura el “contrato” dejará de pertenecerle a la mujer para ser el objeto en que se deposita la constatación de la virilidad masculina y así será muchas horas al día, durante miles de horas a lo largo de su vida probablemente.

Y aquí hay un punto que no se plantea comúnmente al focalizarse el problema en las mujeres cuando se discute sobre prostitución y es el papel del cliente. ¿Cómo es que existe tal demanda para la compra de servicios sexuales en nuestras sociedades? La compra de sexo para la satisfacción de lo que se cree son “necesidades naturales masculinas” es un aspecto normalizado en la sociedad, a tal punto que es comprando sexo como se siguen haciendo las iniciaciones sexuales de los chicos en muchos casos. “Claro que estoy de acuerdo,” dijo un poblador en un programa de televisión frente a la pregunta si le molestaba que estuviera la zona rosa en su distrito. “Claro que no, para que nuestros hijos y hasta nuestros nietos practiquen,” sentenció. Se acepta la prostitución como un mal necesario, como algo que por ser tan antiguo no se puede combatir, y se soslaya que esta actividad y su permanencia se sustenta y se refuerza en la mirada subordinada sobre las mujeres, en la doble moral de la sociedad que la sigue fomentando, en una creciente industria que genera ingentes recursos, mientras se sigue exaltando la virginidad.

Mientras no tengan oportunidades de otro tipo de actividades que les posibilite un trabajo digno, una solución como la zona rosa será sólo una leve mejora. Porque hay que señalarlo, aunque algunas mujeres digan que son felices ejerciendo la prostitución, la gran mayoría quiere salir de ese mundo tan estigmatizado, que en nuestras sociedades entraña lo negativo, lo perverso, lo abyecto. Una puta es lo peor, es lo que no queremos para nuestras hijas, es lo que decimos de la otra cuando creemos que se ha robado a nuestros maridos o a nuestros hijos. Una puta es la que se vende, la que se puede comprar, por eso cuando queremos señalar a una mujer que está cometiendo actos abyectos o cuando queremos herir profundamente a una mujer le decimos que es una prostituta, perra, o bitch como dicen las más jóvenes.

Creemos firmemente en que “ninguna mujer nace para puta”, frase acuñada por el Colectivo boliviano Mujeres Creando, que ahora es el título de un libro de María Galindo y Sonia Sánchez y que se convertiría también en el título de una interesante exposición que tenía como objetivo que se cuestione la doble moral imperante, las relaciones subordinadas que persisten, la significación de los cuerpos de las mujeres como cosas comprables. Si nos planteamos esta premisa y si realmente se quiere realizar un debate serio y buscar salidas a largo plazo, debe generarse la participación más amplia de los diferentes colectivos y de las propias mujeres prostituidas, incluyendo aquellas que no están en las organizaciones, analizar otras experiencias en el mundo, (4) impulsar la participación de la sociedad civil, diseñar políticas públicas locales y nacionales dirigidas a combatir la violencia implícita en esta actividad y a luchar contra el crecimiento de las redes de prostitución y de trata que siguen actuando impunemente en el país.

A ver que resulta del debate propuesto por la alcaldesa y que se inicia el 2 de junio, día internacional de las trabajadoras sexuales, convocando a diferentes colectivos. Como se decía con firmeza en un segmento de un manifiesto de la Asociación de Mujeres Argentinas por los Derechos Humanos, desprendida de la Asociación de Meretrices de Argentina: “La prostitución no es un tema de las putas. Si no me quieres en la esquina, lucha conmigo. Grita conmigo.” (5) Es pues un buen momento para empezar a luchar y gritar con mujeres que sufren tanta violencia y que exigen sus derechos y nuevas oportunidades.

Por Rosa Montalvo Reinoso

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Noticias Ser Perú

La Ciudad de las Diosas

Notas:

1. Asociación LGTB de Lambayeque, “Organización de trabajadoras sexuales en Puente Piedras”, 18 de abril del 2010. http://lgtblambayeque.blogspot.com/2010/04/organizacion-de-trabajadoras-...

2. Capital 96.7, “Trabajadoras sexuales quieren ‘zonas de tolerancia’ y no ‘zona rosa’”, 3 de mayo del 2011. http://www.capital.com.pe/2011-05-03-trabajadoras-sexuales-quieren-zonas...

3. Carole Pateman, El contrato sexual. Anthropos, Madrid, 1995.

4. En Suecia, por ejemplo, se logró reducir drásticamente la prostitución gracias a que se consideró la prostitución como una forma de violencia hacia las mujeres, se penalizó al cliente y no a la mujer, se invirtió en oportunidades para las mujeres, se hicieron campañas para abordar y cuestionar los sentidos comunes existentes sobre la prostitución.

5. “Ninguna mujer nace para puta” http://www.yosoymadresoltera.com/ninguna-mujer-nace-para-puta-prostituci...


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