Los últimos delirios existenciales se me zurran por el oído izquierdo y aún así puedes comprenderlos, lo sé y ahí van: Navegan en botes de miel y por ratos se atormentan y sumergen en mis días realistas para no existir, así dejan de sentir. Así te dejo de sentir.
Pero ni la estrella Halley les brilla ahora. A esperar dos años o toda la eternidad ¡¿Oh, toda la puta eternidad?!
Tan dulces van por la miel y se pierden sin realmente ser. Zumbidos de los creadores de tan deleitoso banquete vienen en busca de su producción, vienen a rayas y a rallarme el cerebro en mil hectáreas, ¡Calculen bien, les ruego!¡No oigan mi “alto al fuego”, pequeños amigos alados!
Y en uno de esos delirios te imagino conmigo, de la mano, “mi amigo”. Y esa palabra me duele, y se cae, y se rompe y me rompe de nuevo. No han escuchado mi súplica o entendieron mal mi ruego, porque se han detenido y ahora vuelvo. Y vuelven mis sueños. Y en uno de ellos dejo de usar tanto la “y”, y al fin puedo decir “te quiero”.