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Zumthor, el esencialista de lo sensual

Publicado el 04 abril 2011 por Arquitecturas @arquitectonico
Zumthor, el esencialista de lo sensual

Peter Zumthor

Arquitectura

El Pritzker (2009) habla de su particular método de trabajo y de sus últimos proyectos: un museo de arte en Los Angeles y una casa para El Hombre Araña. Y de su impensada admiración por Oscar Niemeyer.

Por MICHAEL KIMMELMAN THE NEW YORK TIMES

Almorzando en Los Angeles hace algunos meses con el actor Tobey Maguire y su esposa, Peter Zumthor se mostró imperativo, seductor y algo reservado, como de costumbre. El arquitecto suizo estaba en la ciudad para conversar sobre un nuevo diseño para el Los Angeles County Museum of Art y Maguire y Meyer lo habían invitado a almorzar para persuadirlo de que construyera una casa para ellos. Zumthor –que ha cumplido 67 años y desde hace tiempo elude encargos para construir casas para los ricos y famosos– lo pensó y llegó finalmente a la conclusión de que podría ser agradable hacer una excepción. Además, posiblemente imaginó que dejaría una marca en una ciudad donde han trabajado muchos otros grandes arquitectos. De modo que cuando les sirvieron el café, prometió echarle un vistazo a la propiedad, pero les pidió a Tobey Maguire (protagonista de El Hombre Araña ) y a su esposa que hicieran una gira por Europa para ver su trabajo y después lo visitaran en su estudio de Haldenstein para hablar de lo que habían visto. Entonces él decidiría si podía diseñar la casa; en realidad, si ellos podrían ser clientes suyos .

“Saldremos ahora mismo”, exclamó Maguire, levantándose a medias de su asiento como si se preparara para salir en aquel momento hacia el aeropuerto y abordar el primer vuelo a Zurich.

Zumthor es capaz de inspirar una reacción así. Hace un par de años, cuando ganó el Pritzker, la prensa lo declaró “profeta”. Y hace poco, él me dijo que consideraba que el premio era un reflejo de “una nueva orientación, la vuelta a la tierra, la vuelta a lo real, a la arquitectura en el sentido tradicional de construir cosas”. Y agregó: “yo creo que esa toma de conciencia está de vuelta”. Tal vez. en todo caso, como diseñador de algunos de los más sutiles y admirados edificios del último cuarto de siglo, Zumthor casi nunca trabajó en la oscuridad. Pero ha renunciado a ser una persona rimbombante, un andariego célebre. Y se ha colocado aparte, y según él cree, algo por encima de sus colegas más famosos. Aun desde una perspectiva superficial, sus obras difieren de las de Frank Gehry o Zaha Hadid o Jean Nouvel o Norman Foster porque no son ostentosas. Muchas veces no capturan al espectador a la primera mirada, porque son concebidas desde el interior hacia el exterior , por lo general a lo largo de varios años de esforzado trabajo. Además, como Zumthor dirige un estudio pequeño y no delega ni siquiera la elección de un picaporte, no ha aceptado muchos proyectos y la mayor parte de los que realizó no son muy grandes.

Zumthor, el esencialista de lo sensual

Peter Zumthor, en 2008, con la medalla imperial del Japón

Como escribió el crítico suizo Peter Ruedi, esos resultados podrían llevar a muchas personas a confundir a Zumthor con “un asceta”. Pero “él es todo lo contrario”, puntualizó acertadamente Ruedi, “el es un esencialista de lo sensual.” Cuando nos encontramos en su estudio, el arquitecto apareció media hora tarde de lo acordado, como si hubiera querido hacerme saber que tenía escaso interés en que escribieran sobre su persona. “Habitualmente los arquitectos prestan un servicio”, empezó diciendo, pasando así por alto los usuales cumplidos. “Implementan lo que otras personas quieren. Yo no hago eso. A mí me gusta desarrollar el uso del edificio junto con el cliente, en un proceso , para que mientras avanzamos nos tornemos más inteligentes.” No sólo al matrimonio Maguire-Meyer le ha pedido que haga un peregrinaje hasta Haldenstein, una diminuta mancha en el mapa de Suiza. A veces se dice que Zumthor vive y trabaja allí porque es solitario y retraído. Pero él vive y trabaja allí porque puede . Su estudio está dividido entre un par de edificios, uno de madera, y el otro un retiro casi monástico, de hormigón y cristal, situado en un pequeño terraplén frente al Rin, en la base de una elevada colina con vista a las montañas coronadas de nieve. Los arquitectos asociados trabajan intensamente, en un silencio absorto y también algo triste, mientras Zumthor medita ensimismado , en el lado opuesto de un jardín interior, de donde de vez en cuando sale música de Sonny Rollins o Iannis Zenakis.

Escaleras abajo, en el otro edificio, los arquitectos sudan tinta sobre los modelos para sus proyectos casi siempre excéntricos: por ejemplo, un monumento conmemorativo dedicado a las brujas en la región más septentrional de Noruega y un hotel de 48 habitaciones en pleno desierto de Chile, a unos 5 km por sobre el nivel del mar, y a gran distancia de cualquier otra vivienda humana.

El plano de Zumthor para el hotel se asemeja a un buñuelo aplastado, cosa que recordé cierta noche, cuando puntualizó, después de un par de tragos, que si bien su obra “se aproxima a Le Corbusier porque compartimos la misma cultura”, él desearía “hacer un diseño en la escala de Oscar Niemeyer ”.

vía Zumthor, el esencialista de lo sensual.

Entradas anteriores en ArquitecturaS dedicadas a Peter Zumthor:

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