por J. Navarro
Es básico evitar el enamoramiento con la idea o el producto para ser objetivo y permitir la evolución del concepto. El emprendedor no puede olvidar que la clave está en aprender rápidamente y desarrollar lo que aporta valor, focalizando los recursos en lo verdaderamente importante. A continuación se presenta un decálogo de ideas para innovar:
- Aclara lo antes posible el concepto que quieres desarrollar. Una idea de negocio difícil de comunicar seguramente también será difícil de vender. Simplificar el concepto de negocio permite centrarse en el aspecto básico de éste y explicarlo. El éxito de Pinterest seguro que se debe en gran parte a esta premisa.
- Valida lo antes posible el concepto de valor con usuarios reales. Si no hay nadie que esté dispuesto a utilizar tu producto o pagar por tu idea no hay negocio. Las ideas son siempre buenas hasta que se llevan a la realidad, y testarlas es un paso previo que, aunque no asegura el éxito, permite adaptar y mejorar la idea a los potenciales consumidores. Salir del laboratorio aporta en muchas ocasiones una visión completamente nueva de la idea de negocio.
- La intuición sirve para las hipótesis y la validación para desarrollar. Detectar el verdadero valor que los futuros usuarios van a dar el producto es una realidad y permite construir el emprendimiento hacia un territorio reconocido y orientado hacia una necesidad real. La tecnología tiene que estar al servicio del cliente y basar negocios en nuevos productos muy innovadores puede ser un mal compañero de viaje. No desarrolles nada sin validarlo. Las ideas son una parte pequeña del éxito, el desarrollo de la idea la fundamental.
- Rodéate de personas que en un 90% de las ocasiones tenga más razón que tú. El emprendedor no tiene que estar sólo para que su idea de negocio evolucione. Si no se puede pagar a colaboradores, hay muchos sistemas para poderlos asumir, desde colaboraciones puntuales hasta que formen parte de la empresa como socios. Contar con un equipo multidisciplinar, con especialistas en las diferentes áreas de la nueva empresa aportará mucho valor y solidificará la nueva empresa. Cómo dice Nic Olivé, “si siempre tienes la razón tú, tienes un problema; si no te discute nadie, tienes dos problemas”.
- Mídelo todo. Comprobar los resultados paso a paso ayudará a ver si la evolución es la correcta y se sigue el plan de negocio fijado. El día a día del emprendimiento no puede hacer que se olviden aspectos básicos que hay que considerar. Medir los pasos, comprobar que las evoluciones se valoran y aprecian, comprobar que la satisfacción de los primeros usuarios cada vez es mayor y que esto provoca viralidad es uno de los mejores indicadores de la génesis de un negocio. Internet se ha convertido en una gran ayuda para medir muchos indicadores que, anteriormente, eran mucho más difíciles de evaluar.
- No quemes cartuchos mediáticos antes de tiempo. Enviar notas de prensa, intentar hablar en muchos foros, convencer a bloggers para que hablen de tu producto corre el riesgo de que en el momento del lanzamiento tu idea haya perdido la atractividad que tenía al principio por su innovación y ese es precisamente el momento en el que no podemos perder la difusión.
- No dejes de mejorar tu producto. Nunca hay una versión definitiva. Relajarse una vez que se ha conseguido el primer prototipo efectivo no tiene que ir dentro del ADN de un emprendedor. Todo evoluciona muy rápidamente y evolucionar productos mejorándolos continuamente es básico en nuestros mercados, con ciclos de vida cada vez más cortos. Poner retos de mejora y de innovación continuos en plazos cortos de tiempo es parte de la buena salud de una empresa.
- No construyas una empresa. Construye una causa. Las empresas están encorsetadas en departamentos, sirven para vender productos. Las causas no trabajan por dinero y, principalmente, enamoran mucho más tanto a trabajadores de la empresa como a sus clientes. Las grandes marcas son una especie de religión y las startups que parten con una premisa de este tipo son mucho más potentes que las que se basan en aspectos más tangibles.
- Pivotar no es desistir. Es elegir mejores caminos. Equivocarse al principio no es un sinónimo de que la idea es mala, sino de que tiene que ser mejorada y siempre puede serlo. Dar cambios de rumbo es parte de la buena salud de una idea o de una organización. Cómo dicen en Silicon Valley, el problema no es nunca equivocarse, sino no aprender de los errores.
- Diseña el modelo de negocio lo antes posible pero no salgas a vender prematuramente. Correr para facturar cuando el producto no está lo suficientemente preparado para ser comercializado es, seguro, una mala táctica. A pesar de las presiones por facturar que muchos emprendedores tienen, el producto final tiene que estar del todo preparado en el momento de salir al mercado.
Autor J. Navarro
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