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10 cosas que aprendimos de la Tierra estudiando la Luna

Publicado el 27 febrero 2019 por Killfreepress
La Luna, nuestro satélite natural, siempre ha despertado la curiosidad del que la observa en cada una de sus fases. A lo largo de la historia, numerosas civilizaciones han concebido a la Luna como una deidad; los chinos hablan de Chang'e, una diosa de la Luna. Los antiguos egipcios tenían al dios de la Luna Khonsu (protector de los viajeros nocturnos), en la antigua Grecia tenían a Selene una diosa de quien se decía que conducía un carro lunar a través del cielo oscuro. 
Nuestro satélite natural nos ha ayudado a comprender la Tierra, tanto que hemos llegado a tener más información de nuestro satélite natural que de algunas partes de nuestro planeta. Aquí van las 10 cosas más importantes que hemos aprendido de la Tierra al estudiar la Luna.
Astronauta del la misión Apollo en la Luna1. La Luna está compuesta de material de la Tierra.
Los científicos creen que un objeto del tamaño de Marte se estrelló con la Tierra hace 4.500 millones de años. El choque fue tan potente que se desprendieron materiales de la Tierra y de ese objeto al espacio, ese material se compactó con el tiempo y el resultado fue la luna tal y como la conocemos hoy en día.
Se sospecha que entre las capas de polvo de la Luna se podrían encontrar más pistas sobre nuestro planeta en su fase primitiva.
2. La luna es como una cápsula del tiempo para la Tierra
Nuestro satélite conserva casi todos los cráteres de su historia, no se puede decir lo mismo de la Tierra debido a su superficie que se ve agitada de manera constante por el movimiento de las placas tectónicas, la erosión y otros elementos.
La superficie de la Luna permanece inmutable y gracias a su cercanía con la Tierra podemos descubrir su pasado. Se cree que la mayoría de los cráteres lunares se formaron hace unos cuatro mil millones de años, durante un período llamado el Bombardeo Pesado Tardío. Durante este tiempo, se cree que una gran cantidad de asteroides y otros objetos golpearon la Luna, nuestro planeta y otros planetas. 
Al estudiar los cráteres lunares, junto con las rocas que trajeron los astronautas del Apolo hace décadas, logramos tener una mejor imagen de lo que sucedió en la Tierra durante ese período y más allá.
3. La Tierra y la Luna intercambian meteoritos
Los Científicos han observado meteoritos provenientes de la Luna que impactaron posteriormente en la Tierra. Estas muestras de rocas lunares provienen de todas las áreas de la superficie lunar, incluso del lado más alejado de la Luna, que no podemos ver desde la Tierra. 
Hay menos evidencias de que meteoritos de la Tierra hayan migrado a la Luna, pero los científicos creen que es posible. Un estudio incluso sugiere, según un modelo de computación, que podría haber aproximadamente 20,000 kilogramos de rocas de la Tierra por cada 100 kilómetros cuadrados de la Luna.
4. Pistas sobre cómo comenzó la vida en la Tierra
Si la Tierra está intercambiando meteoritos con su satélite, estas reliquias únicas podrían decirnos más sobre las condiciones de la Tierra que llevan a la vida.
Algunos científicos han sugerido que podrían haber microorganismos en la Luna, posiblemente llevados allí por meteoritos de la Tierra. Otros también han propuesto que puede que los elementos de la Tierra se peinen en el suelo lunar, incluyendo nitrógeno antiguo u oxígeno, que podrían llenar los vacíos en el conocimiento de cosas como el desarrollo de la atmósfera de la Tierra. Incluso se ha sugerido que los mismos materiales que trajeron vida a la Tierra podrían conservarse en la lava lunar.
5. Los volcanes de la Tierra son una “fuente de la juventud”.
A pesar de que la Tierra y la Luna se han formado casi al mismo tiempo, la superficie de la Tierra parece más joven. El secreto está en los volcanes.
Las placas tectónicas y los puntos calientes ayudan continuamente a la Tierra a expulsar rocas, cenizas y gases de su interior. Parte de este material se asienta, renovando así la superficie de la Tierra y manteniendo su brillo juvenil.
La Luna está repleta de llanuras de roca volcánica, que sugieren volcanes activos pasados. Los descubrimientos realizados por el Orbitador Lunar Renaissance, de la NASA, indican que la Luna podría haber tenido flujos volcánicos hasta hace solo decenas de millones de años, durante la era de los dinosaurios de la Tierra.
Debido a que la evidencia de actividad volcánica lunar se ha conservado tan bien, podemos estudiar cómo cambió a través del tiempo y en diferentes condiciones para comprender mejor los procesos volcánicos en la Tierra.
6. La luna podría ayudar a reforzar el escudo de la Tierra
El campo magnético de la Tierra es nuestro escudo, que nos protege constantemente del viento solar dañino o partículas de rayos cósmicos. Este proceso es generado por el movimiento rápido de hierro líquido y níquel en el núcleo externo de la Tierra.
Una cosa que hace que este océano de metal fundido se mueva es la gravedad de la Luna. Una investigación reciente sugiere que la gravedad de la Luna tira de la capa del manto de la Tierra (que se encuentra en la parte superior del núcleo externo). Esto hace que el líquido, el núcleo externo se mueva, ayudando a generar la energía necesaria para mantener nuestro campo magnético.
7. Los terremotos en la Tierra no son nada en comparación con los terremotos de la Luna.
Los terremotos en la tierra, generalmente, duran medio minuto. Por el contrario, los terremotos de la Luna son poco profundos, y generan un tipo de vibración lunar que se origina aproximadamente de 20 a 30 kilómetros por debajo de la superficie, y pueden durar al menos 10 minutos
La causa de estos raros terremotos no está clara, pero sí que revelan una razón por la cual el agua líquida es esencial en la Tierra: el agua ayuda a distribuir la energía y amortigua las vibraciones de los terremotos. 
El estudio de los temblores de la Luna puede ayudarnos a comprender cómo podría haber sido la actividad sísmica en la Tierra durante los tiempos con menos agua líquida en la superficie, como en las épocas de hielo más importantes o durante la historia temprana de la Tierra, cuando la superficie estaba demasiado caliente para conservar los océanos líquidos.
8. Espejo de la tierra en la Luna.
Cada planeta o luna en nuestro sistema solar se puede medir por su albedo, o cuánta luz refleja. Piense en ello como un nivel de brillo: un cuerpo más brillante tendrá un albedo más alto, mientras que un albedo de un cuerpo más tenue será más bajo.
En la Tierra, medir el albedo es muy importante porque puede ayudar a rastrear los cambios en nuestro clima en función de la cantidad de luz solar que la Tierra absorbe.
La Luna puede realmente ayudarnos a medir esta propiedad clave. ¿Alguna vez has notado que durante una Luna creciente, a veces puedes ver débilmente el resto de la cara de la Luna? Esta parte más débil de la cara está iluminada por la luz solar que rebota en la Tierra, algo que se llama brillo de la tierra.
Al medir este brillo de la Luna, los científicos pueden estimar con precisión cuánto brilla la Tierra, e incluso la composición de la atmósfera de la Tierra.
9. La luna hace posible nuestra existencia. 
¡Tenemos que agradecer a la Luna por nuestra forma de vida!
La inclinación de la Tierra de 23.5 grados en su eje se debe a que la Luna lo mantiene bajo control. El ángulo de 23.5 grados garantiza que nuestro planeta sea seguro para vivir, ya que una inclinación más exagerada causaría temporadas más extremas.
Sin la gravedad de la Luna, la Tierra se bambolearía más violentamente sobre su eje, alterando el clima de manera drástica. Además de mantener la estabilidad climática, la Luna también marca el ritmo de la Tierra, las altas y bajas de nuestras mareas, que afecta la variedad de formas en que usamos el océano para alimentos, viajes y recreación. La medición precisa de la masa, el tamaño y las propiedades orbitales de la Luna es esencial para predecir estos ritmos de mareas y estaciones.
10. Nos estamos alejando de la Luna
Debido a que la Tierra y la Luna interactúan a través de las mareas, nuestro planeta en realidad se está alejando de su satélite aproximadamente 1.5 pulgadas (3.78 centímetros) cada año, aproximadamente a la misma velocidad en que crecen las uñas. 
¿Cómo es posible? El lado de la Tierra que mira a la Luna se ve arrastrado por la gravedad del satélite, creando lo que los científicos llaman un "abultamiento de las mareas" o un bulto de agua del océano elevado que se dirige hacia la Luna. Debido a que la Tierra gira sobre su eje más rápido que la Luna lo orbita, la mayor gravedad de la protuberancia de la Tierra intenta acelerar la rotación de la Luna. 
Mientras tanto, la Luna está tirando de la Tierra y desacelerando la rotación del planeta. La fricción que se deriva de este tira y afloja obliga a la Luna a una órbita más amplia. El estudio de estas interacciones orales y de mareas es extremadamente importante para comprender los posibles efectos en el clima de la Tierra.
Fuente: NASA

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