Revista En Femenino

10 cosas sobre mi trastorno límite de la personalidad

Por Lucy Chibimundo @chibimundo

He escrito una lista de 10 cosas que me gustaría que mis seres queridos supieran sobre mí teniendo trastorno límite de la personalidad. No son cosas que haya dicho explícitamente en una conversación aunque estoy segura de que muchos si las saben. Lo he querido compartir pensando que puede ser útil para las personas que se enfrentan a la noticia de que alguien a quien quieren acaba de tener el diagnóstico.

Entre las personas con las que tengo más confianza sí que nombro el TLP de vez en cuando, pero normalmente no me refiero a ello abiertamente. Es difícil porque hay mucho estigma y no está bien visto. Hay trastornos de salud mental que siguen teniendo sus cosas negativas pero están “mejor vistos” por la sociedad como la depresión o la ansiedad. Parece que al poder ser causados por eventos externos uno no tiene responsabilidad sobre ellos, pero los demás sí.

No es lo mismo decir “tengo depresión” que “tengo un trastorno límite de la personalidad” por mil razones, pero la principal es que la primera parece pasajera y la segunda al llevar lo de trastorno en el nombre te lleva a pensar en todos esos personajes locos de películas que se les va la pinza y se convierten en el villano.

Hay poca información sobre el TLP y desde este pequeño rincón de internet trato de compartir tanto la información que voy conociendo como mi experiencia, por si puede ser de utilidad a otras personas, tanto pacientes como seres queridos. De ahí esta lista de 10 cosas sobre mi trastorno límite de la personalidad que me gustaría que todas las personas que me quieren supieran:

1. No soy una mala persona.

Tengo que convencerme a mí misma de que no lo soy casi cada día, porque muchas veces me siento así.

Tengo comportamientos que se alimentan de mis patrones de pensamiento. Pensamientos que pueden estar muy alejados de la realidad pero que están constantemente resonando en mi cabeza. A veces pienso que algo que hice o mi mera presencia hace que mis seres queridos tengan mala suerte. He llegado a pensar que si participo activamente en una boda leyendo un texto en la ceremonia o algo así aboco a la pareja al fracaso.

Luego lo razono y soy consciente de que no puedo hacer que ocurran cosas solo por existir. Pero cuando ese pensamiento se repite durante días y días empiezo a pensar que puede que tenga razón, sea real. ¿La solución? No participar o alejarme de la gente que quiero porque si no estoy no podré dar “mala suerte”. Lo que ven los demás es simplemente que soy una rancia y que no quiero quedar. En mi cabeza lo hago porque les quiero.

De esta forma puedo tener comportamientos que en algún punto se podrían considerar como despiadadas, manipuladoras, groseras o peligrosas. No estoy utilizando el TLP como excusa. Solo quiero decir que esa forma de comportarme no es quién soy. Es el resultado de un montón de pensamientos desordenados que sé que son difíciles de entender.

Por eso si hago algo que te hace pensar que soy mala persona, por favor pregúntame o trata de ver más allá. Verme a mí tras ello, porque sigo aquí tratando de controlar mi cerebro y probablemente sufriendo.

2. No pasa nada si no me entiendes.

Muchas personas piensan que el trastorno límite de la personalidad es como si estuviera atrapada en una fase adolescente de “nadie me entiende”. Pero no es que esté viviendo una rabieta constante en la que estoy buscando mi identidad, como les pasa a las personas que están pasando por la fase adolescente. Uno de los síntomas y criterios diagnósticos del TLP es el siguiente:

Alteración de la identidad: inestabilidad intensa y persistente de la autoimagen y del sentido del yo.

Por eso no se trata de que me haya quedado atrás, no estoy teniendo una rabieta, no es que no haya madurado o crecido. Es que cada vez que consigo pasar esa fase y me parece que he encontrado un lugar que puede ser el mío el TLP me desestabiliza y tengo que encontrarme de nuevo.

Yo entiendo que tú no lo entiendas. De verdad. A mí misma me cuesta entenderme y estoy viviendo mi vida y escuchando mis pensamientos y divagaciones, ¿cómo vas a hacerlo ?.

Así que no pasa nada si no lo haces. Mientras no me recrimines por ello.

3. Me cuesta combatir mis impulsos.

Otro de los síntomas que a su vez es un criterio diagnóstico es la impulsividad:

Impulsividad en dos o más áreas que son potencialmente autolesivas (p. ej., gastos, sexo, drogas, conducción temeraria, atracones alimentarios).

Cuando uno se hace adulto va teniendo más capacidad de luchar contra sus impulsos. Cada persona lo siente más fácil o difícil y también hay áreas que nos resultan más complicadas que otras. Por ejemplo: hay gente que se organiza el tiempo y no tiene el impulso de saltar de una tarea a otra, puede que te sea sencillo estar a dieta y resistirte a algunos alimentos o que no sientas necesidad de ver el último capítulo de tu serie favorita según sale.

Esos son ejemplos de cosas que no son necesariamente poco saludables ni tóxicas, pero quiero que entiendas que cuando aparece un impulso para mi es algo complicado resistirme. No se trata de un deseo, es una necesidad.

Si no puedo hacerlo me sentiré mal y probablemente sea visible mi mal humor. Por dentro estoy librando una terrible batalla de voluntades. Mis impulsos son una forma disfuncional que tengo para filtrar emociones negativas cuando no me siento capaz de hacerlo de forma saludable.

4. No soy emocionalmente superficial.

De hecho, soy todo lo contrario.

Una característica que aparece en casi todas las personas que tienen trastorno límite de la personalidad es vivir las emociones de forma superlativa. Las cosas buenas son fantásticas y las malas son terribles. El término medio es algo desconocido. Empatizar con una persona cuando nos cuenta algo triste puede hacer que pase varios días con la lágrima a punto de salir o si alguien ha hecho daño a alguien a quien quiero puedo odiar profundamente y tener ganas de hacer daño para vengar el dolor de mi ser querido.

En terapia estoy aprendiendo a reconocer las emociones como propias o como reacción a las emociones de otros. Esto me permite rebajar un poco el sentimiento a base de razonarlo, encajonarlo, ponerle etiquetas… es un trabajo enorme.

Por eso a veces me cierro. No quiero sentir cosas, es agotador. Y parece que no tengo empatía o que me resbala lo que me están contando pero lo que estoy haciendo es protegerme.

Puede que a ti la emoción te dure un día pero yo me pase un mes reviviendo esa sensación. Es muy incómodo porque la emoción me puede llegar en cualquier momento, con una intensidad enorme e impedirme hacer mi día a día.

5. Cuando estoy deprimida no sólo estoy deprimida.

Puede que algo que para una persona fuera solo tristeza a mi me hunda en un agujero negro. No es solo que ocurra algo. Para mí un detonante cualquiera puede ser un simple pensamiento o recuerdo. Es posible que piense en mi embarazo y todo se me haga una bola porque no supe ser buena madre, porque recuerdo el parto como algo incapacitante, porque en los primeros años de vida de Loki fue cuando peor he estado y mis ingresos me alejaron de él… todo eso me devuelve una cantidad de culpa infinita. Mi culpa es inagotable, viene de cualquier lugar y me ataca sumiéndome en la tristeza absoluta.

En ese momento es cuando empieza la lucha y el trabajo. Tengo que recordar todo lo que he aprendido en terapia para deshacerme del dolor y la culpa. Tengo que razonar con pensamientos que sé que no son reales. Me toca poner en pausa el dolor para hacer mis tareas del día a día.

Es como un dementor que me ronda y no sé cuándo va a atacar. Solo que no tengo varita mágica y no hay un hechizo que funcione siempre. Bueno, y recurrir al chocolate no arregla las cosas.

Así que cuando me sienta mal o te diga que estoy en un episodio de este tipo no lo reduzcas a que estoy triste.

6. Tampoco estoy “siendo dramática”.

Ya hablé hace tiempo sobre cómo a la gente le gusta etiquetar a las personas que convivimos con el trastorno límite de la personalidad como dramáticas e histéricas.

Cuando me dicen que no me tome las cosas a pecho o que algo no es para tanto no sé si poner los ojos en blanco, reírme o llorar. Poca gente puede comprender el nivel emocional en que algo puede llegar a afectarme. Esas personas son mi terapeuta que sabe bastante sobre TLP y conoce a mucha gente que está en mi situación y otras personas como yo.

Al igual que cuando alguien tiene ansiedad no le sirve que le digan: “respira, hay un montón de oxígeno a tu alrededor no entiendo por qué te estás ahogando” a mí no me es útil que me digan “relaja, estás reaccionando de forma extrema ante un estímulo pequeño“.

No estoy siendo así para lograr nada. No provoco que las cosas me afecten de más adrede. No es voluntario. Me pasa y lo gestiono lo mejor que puedo.

7. A veces tengo favoritos.

Otra característica y síntoma del TLP es que funcionamos de una forma algo cíclica en la mayoría de nuestras relaciones personales:

Patrón de relaciones interpersonales inestables e intensas que se caracteriza por una alternancia entre los extremos de idealización y de devaluación.

Puede que conozca a alguien y al día siguiente sea la persona más maravillosa del mundo y lo admire como si fuera lo mejor que ha llegado a mi vida. No sé cuánto tiempo puede durar ese estado. Es posible que la persona haga o diga algo que yo interprete como negativo o que me duela y haga que ipso facto caiga del pedestal.

No es una cosa que haga de forma consciente, no hay una lista con puntuaciones, no decido que ahora tú vas a ser mi favorito y no hay nadie más. Tampoco pongo a otras personas por delante de ti porque no te quiera. Es una especie de afinidad que se descontrola.

Y es algo que me recrimino a mi misma a menudo. Por poner a desconocidos por encima de familia o por saber que si alguien hiciera eso mismo conmigo me sentiría fatal. Pero no lo hago de forma consciente ni para hacer daño.

8. Me aterra que me abandones.

Es posible que si pasa un tiempo en el que no sepa de alguien… y “un tiempo” puede ser una hora, un día, una semana o meses… entre en pánico, me deprima y de una forma bastante irracional actúe como una amargada contigo.

Estoy preparada constantemente para que alguien me abandone. Es un miedo constante. En mi caso al haber perdido a mi hermana debido al cáncer tengo la sensación de que cualquiera puede enfermar y morir de forma repentina. Y no puedo hacer nada para evitarlo.

Sé que todos estamos igual. Todos podemos perder a nuestros seres queridos. Pero yo vivo como si hubiera mil postits pegados por todas partes recordándomelo continuamente:

  • Me estoy lavando los dientes y cuando miro al espejo pienso en si hoy mi madre no me ha llamado porque está enfadada conmigo.
  • Voy a buscar a Loki al cole y en el semáforo no sé si mis amigas saben que aunque hoy no las he escrito las quiero.
  • Estoy haciendo la comida y me pregunto hasta cuando mi marido seguirá enamorado de mí o se dará cuenta de que realmente no me quiere.

Cada día, en cualquier momento, de forma constante. Son pensamientos intrusivos que provocan que en medio de mi día a día tenga que escribir a alguien solo para que me conteste una frase y dejarme tranquila.

9. Tengo miedo de perderte.

Relacionado con lo anterior. Sé que hay mil cosas fuera de mi alcance que pueden provocar que mis seres queridos me abandonen, como una enfermedad grave o la muerte. Pero no se queda ahí la cosa. Me aterra irracionalmente la idea de hacer (o no hacer) algo que te disguste provocando que te molestes, te enfades, me odies y dejes.

A veces me cuesta mucho mantener una conversación porque mientras hablo estoy ponderando cuál será la forma más adecuada de dar mi opinión sin herir a la otra persona, qué es lo que prefiere que yo diga, si debería simplemente estar callada y escuchar.

Estar permanentemente en alerta pensando que vas a cagarla es muy cansado y por eso muchas veces me retiro de situaciones sociales o me provocan ansiedad. No es que no quiera o disfrute de estar con gente, es que tengo miedo de ser rechazada o provocar que alguien se aleje de mí.

10. Necesito que me tranquilices cada día.

Y por estas dos cosas que he comentado necesito sentir que mis seres queridos me quieren de forma constante. Sobre todo esa persona que es mi favorita en el momento porque al tenerla en un pedestal lo que dice o hace vale aún más para mí. Sé que valorarme en función de los demás no es sano, de verdad, pero es lo que tiene el trastorno límite de la personalidad.

Tengo la necesidad de sentir que no he destruido nuestra relación por ser esa mala persona que al principio del post digo que no soy aunque siento que si soy. Necesito saber que si digo algo estúpido o me equivoco vas a seguir ahí. Necesito saber que estás aquí para mí y que no has desaparecido desde la última vez que hablamos, aunque haya sido hace cinco minutos.

Vivir con trastorno límite de la personalidad no es fácil.

Después de esta lista de diez cosas que quería decir sobre como es para mí vivir con TLP espero que al menos veas que no es una tarea fácil. Normalmente resulta bastante doloroso además de frustrante. Puede llegar a ser peligroso para mi salud tanto física como mental porque todos esos impulsos y miedos provocan un montón de comportamientos nada saludables.

Espero que tras leer esto puedas entenderme un poco mejor. Y si no es así al menos te quiero dar las gracias por haber puesto interés leyendo todo hasta aquí, significa mucho para mí.


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