Revista Cultura y Ocio

10 preguntas a inés fernández moreno

Publicado el 03 diciembre 2013 por Elalmacendelibros @almacendelibros

ifmInés Fernández Moreno es escritora, autora de muchas obras, entre ellas, de “El cielo no existe”, novela comentada aquí en el blog.

En la página de Inés pueden encontrar datos de sus obras, notas de prensa, artículos que ha escrito y otras novedades:  http://www.inesfernandezmoreno.com.ar

¡Muchas gracias Inés por la buena onda y la predisposición para contestar a nuestras preguntas!

Entrevista 

¿Cómo empezaste tu carrera como escritora y cuándo?

Empecé muy grande, después de los 35 años. Trabajé desde muy joven en publicidad como redactora creativa y esa era una manera de escribir, de mantenerme entrenada en forma constante y en distintos registros. Después escribí algunas crónicas periodísticas y pude ejercitar allí una escritura más libre. Ese fue un primer clic. Tiempo después entré a un taller literario con Silvia Iparraguirre y con Abelardo castillo, y creo que fue entonces cuando de verdad arranqué. En el mismo proceso de escritura fui descubriendo que si algo quería –o podía hacer- era escribir.

 ¿Te inspiró alguien en particular?

 En el momento de empezar a escribir creo que todo lo que se ha leído se pone en marcha simultáneamente. Uno está hecho de todas sus lecturas. Podría decir que Maupassant, Chéjov o Cortázar fueron fundamentales. Pero al principio, en particular,  los cuentos de Dino Buzzati me deslumbraron y quise escribir como él. Casi nunca lo logré. Por fortuna, en esos intentos van apareciendo los propios temas y el propio estilo. También recuerdo como un momento especial cuando leí “De músicos y relojeros” de Alicia Steimberg. Pensé entonces que yo –que hasta entonces sólo era cuentista- también podría escribir una novela.

 ¿A qué hora del día te surgen más ideas?

A la mañana. Y si me voy a caminar, mejor. Esa soledad y ese silencio me resultan muy productivos.

 ¿En qué lugar de tu casa te gusta escribir?

 No sé si es que me “gusta”. Es de hecho el lugar donde escribo: en el cuartito donde tengo la compu.

 ¿Cómo está ambientado tu lugar de trabajo?

No soy una gran “ambientadora”. Soy bastante desordenada -estoy rodeada de libros y papeles- y me cuesta mantener el buen funcionamiento de las cosas. Los cables  de internet o de la impresora se me aflojan, la silla giratoria nunca funciona muy bien, no la pego con la iluminación… en fin, debería precisamente pensar cómo mejorar mi espacio de trabajo. Como detalle pintoresco: tengo el escritorio de Baldomero. Según un amigo “escribe solo”. Lamentablemente, por ahora no es así.

 ¿Cómo surgió la idea de la última novela El cielo no existe? ¿En qué te basaste para escribir la historia?

La historia surgió de un episodio real: una chica que la cuidaba a mi madre le robó dinero.  Eso desencadenó una suma de pequeñas adversidades de distinto tipo.   Ese fue el punto de partida. Después, ya se sabe, el escritor empieza su trabajo específico. A mí me interesaba indagar en esa relación entre una hija grande y una madre vieja a la que hay que cuidar.  Los enfrentamientos por un lado y por el otro la solidaridad que se da entre mujeres.  También me interesa mucho la ciudad, no como escenario, sino más bien como ámbito que nos constituye, que entreteje y da sentido a nuestros movimientos cotidianos.  Me resultó muy atractiva –y angustiosa-  la decisión de crear una sub trama policial. Y, desde ya, me interesan las palabras.

 ¿Cuáles son tus autores preferidos?

 Tantos. Buzzati –ya lo dije- y Calvino, Maupassant y Flaubert, Capote y Lorrie Moore,  Munro y Atwood y  Berger y  Sebald…. Soy una lectora bastante anárquica.

¿Qué autores recomendás leer a tus lectores?

Los mismos que amí me gustan, claro.

 ¿Qué libro famoso te hubiera gustado escribir?

Podría contestar que A la recherche du temps perdu. Pero sería más bien una respuesta retórica (Además, la idea de ser Proust me espanta) Pero sí me sucede muchas veces que encuentro ideas, cuentos, fragmentos que me embelesan y entonces pienso que me hubiera gustado escribirlos yo. Por ejemplo, hay un cuento de Bioy –La sierva ajena- donde una mujer lleva en la cartera a un hombrecito reducido por los jíbaros. ¡Me hubiera encantado escribirlo! Y otro donde el protagonista está en un hotel y oye diálogos y voces en el cuarto vecino. Pero el cuarto vecino está vacío, son sólo las voces de quienes lo ocuparon las que perduran, un poco como sucede en la Invención de Morel. Y lo  mismo con muchos cuentos de Buzzati.  De todas maneras, el deseo es que eso “otro” pase a través de la propia escritura. O sea que uno siempre quiere escribir como uno, pero mejor.


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