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Publicado el 16 mayo 2013 por Norasteele @Norasteelelr

 Habían pasado varios días desde el incidente de Lav quien empezaba esa misma mañana las prácticas de enfermería. Por otra parte, Gin recibió una llamada para indicarle que la reunión de la que le habían informado se difería al viernes y que podría tomarse unos días libres para recuperarse del accidente que había sufrido. A lo largo de esos días, los cuáles aprovechó para ayudar a su hermana en casa y para denunciar la reciente e inexplicable desaparición de su padre, intentó contactar con Kate. Seguía guardando la carta bajo su cama para que nadie la encontrase, intuía que algo misterioso guardaba y prefería esperar al momento perfecto.
- Buenos días Lav
- Buenos días -la felicidad iluminaba su cara. Los ojos brillaban con tanta intensidad que Gin no pudo evitar sonreír.- Voy a preparar algo para desayunar
- No, hoy es tu día, ya el desayuno está preparado.
Así era, Gin se había levantado un poco más de lo habitual para preparar un desayuno completo. En la pequeña mesa se podía observar, justo en el centro de ella, una gran jarra con zumo de naranjas recién exprimidas y a los lados dos pequeños platos con croissants y tostadas. Habían, además, colocados en cada lado de la mesa, dos vasos con leche. La mirada de Lavinia recorría la mesa palmo a palmo, no le solían poner la comida en el plato, esa era su principal labor en la casa y le gustaba el no tener que realizarla en ese día tan especial.
- ¿Vas a sentarte?
- Sí,sí.
Desayunaron las dos sentadas sin casi pronunciar palabra y recogieron todo entre las dos, después de ello se dirigieron a prepararse, Gin le había prometido que la acompañaría al centro médico y que iría también a recogerla. Se encontraron en la puerta tras una media hora. Lav vestía un pantalón vaquero largo y una camisa gris de cuello largo, en su mano derecha llevaba la vieja bata de su madre, la guardaba desde hacía años en su armario y hoy era el día de sacarla, en la mano izquierda llevaba un bolso grande y gris, calzaba unos zapatos planos azules. A su vez, Gin iba ataviada con un pantalón ajustado negro y una camisa púrpura con un escote en pico que llegaba hasta el principio del pecho, lo acompañaba con unas zapatillas de deporte negras con destellos violetas y de su brazo izquierdo, colgaba un pequeño bolso negro y con lentejuelas. Antes de salir, Lav se lanzó encima de su hermana dándole un fuerte abrazo que esta le devolvió sin dudarlo.
- ¿Preparada? - le susurró Gin al oído
- Sí, pero...
- Tranquila, lo de papá se solucionará, ya es mayorcito y puede cuidarse de sí mismo. ¡Disfruta de tu primer día de prácticas!
Salieron de la casa y dejando atrás con un gran portazo la puerta de ella se encontraron con Ian. Esa mañana iba más guapo de lo normal(o esa fue la percepción de Gin), vestía unos jeans oscuros y una camiseta blanca pegada con la que se podía observar su torso perfectamente definido. Gin no paraba de mirarlo, se acercó y lo saludó con un fugaz beso en la mejilla. Lav hizo lo mismo, pero esta no se detenía a observarlo cuidadosamente, la ilusión era mayor.
- Ian, si no te importa, me llevo a mi hermana. Tengo prácticas.
- ¿Prácticas? ¿De qué pequeña? -”pequeña” era la forma en la que Ian se dirigía a Lav de forma cariñosa y sólo en los momentos en los que estaba de buen humor, que lo dijese en ese momento, por lo tanto, era señal de que lo estaba.
- De enfermería -tras decirlo, sus mejillas cobraron un color sonrosado
- Oh, me alegro mucho -se acercó y la abrazó.
- ¿Y esas muestras de cariño ahora? -el gesto en la cara de Gin no mostraba complacencia
- Hoy ando feliz, ¿algún problema?
- No, ninguno, pero yo tengo una reunión y a Lav dudo que le interese llegar tarde a las prácticas.
- Tiene usted razón señorita antipática, creo que las dejaré marchar. -se acerca al oído de Gin y en voz muy baja, casi inaudible dice- Creo que tú y yo debemos hablar.
- Adios Ian.
- Adiós Ian -la voz de Lav suena como una repetición de Gin.
- Adiós pequeña.
“¿Pequeña? ¿Qué pasa solo sabe despedirse de una de las dos o que?” Gin sentía como en su fuero interno las dudas le mareaban, nunca pensó que lo diría pero tenía envidia de Lav. Una chica como ella podía conseguir a cualquier chico y llamaba la atención de todos por su carácter dulce, al contrario que el de ella, que era más cerrada, sentía como ahora el que se alejaba y la cambiaba por Lav era Ian, ¿por qué estaban ahora tan juntos? ¿Habría pasado algo entre ellos? No, Ian respetaba a su hermana por todas las cosas, era menor que él. ¿Qué más daba? A ella no le gustaba para nada Ian, era solo su mejor amigo y en ese pensamiento se quedó.
Cuando se quiso dar cuenta ya estaban en la puerta del centro médico, no había dicho una sola palabra desde que se separaron de Ian, seguía molesta por no haberse despedido de ella, solo de su “pequeña”.
- Adios Lav, ¿a qué hora paso por aquí?
- A ninguna.
- ¿A ninguna? ¿Qué dices?
- No quiero que pases si vas a estar como los últimos quince minutos. Callada, amargada.
- No lo estaba.
- No, que va. ¿Me lo imaginé no? Al final te amargas porque Ian no se despidió de ti. ¡IDIOTA! Lo hace para joderte y tú le das la satisfacción de conseguirlo.
- Tienes razón, pero no es solo eso.
- ¿Entonces?
- Entonces nada, cuando me encuentre mejor te lo contaré. ¿A qué hora?
- A las tres.
- Vale. Adios.
- Adios.
Gin se dio la vuelta y decidió olvidar la conversación que acababa de tener con su hermana, sinceramente se sentía peor ahora ya que había trastocado la felicidad de Lav. Era su día y ya empezaba mal por ella. Pero no mintió en una cosa, no solo le había molestado que no se despidiese si no que además Ian y ella solo se habían abrazado una vez, y fue aquel día en el parque. Recordar ese momento le hizo recapitular unos minutos antes “Creo que tú y yo debemos hablar”. Sí, sí que tenían que hablar, todavía no le había explicado a que se refería aquel día cuando le dijo “La guerra va a empezar”.
Delante de la puerta de su oficina se olvidó de todos los problemas referidos a Ian, le tocaba entrar en otra espiral de problemas. Kate,Jeff, y la nueva organización de los puestos era la dificultad que se le presentaba en ese momento y tendría que superarlos si quería salir de allí.

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