11 de marzo. Y hace ya diez años que el horror se metió bajo la piel lívida de puro transparente. Y Ahí ha estado siempre, latente para volver el mismo día de cada año, ya para siempre, con fuerzas renovadas. Y es que siempre estuvo ahí, palpitando en ratos muertos, en el tiempo libre, rompiendo la piel a veces, arañando nuevamente la cicatriz para que no cure nunca. Los mismos que estaban entonces contando mentiras entonces en televisión de tubo siguen ahora en televisión de plasma atentando contra todo y contra todos con sus reformas, tras cuya aprobación murmuran aunque ahora ya a media voz ese “que se jodan”, su slogan de campaña de puertas adentro. Presumen de su visión de futuro para tapar su incompetencia actual, con esa hipocresía que nos insulta a todos, con su prepotencia insana, la infamia que nos vuelve a arañar la piel como cuchillas y su burda manipulación de una realidad que creen suya porque nuestros euros, que también creen suyos, les cuesta. El presente es ahora de ellos, nosotros se lo prestamos; pero el futuro,… ése sigue siendo nuestro. Y dijimos nunca mais una y otra vez y volvemos a gritarlo cada día, pero nadie escucha. Incluso, a veces, cuando el clima es benévolo y renace un amigo olvidado, hasta nosotros olvidamos que un día quisimos cambiar el futuro a gritos, a pancartas, con paso firme, dando palmas, esgrimiendo la fuerza del silencio también. Aquel futuro de entonces es hoy. No lo conseguimos. Y vuelve a ser 11 de marzo.
Hoy, como entonces (Forges)