Con 45 años Virginia Woolf publicó El Faro, que no he leído pero tengo intención de leer. Con esa edad Natalia Ginzburg publicó Las palabras de la noche otro que también me gustaría leer. Con 45 años, Bruce Springsteen ganó un Oscar por Streets of Philapdelphia. Una de las canciones que menos me gustan de él pero ¡ey! es un Oscar. Con esa edad, Steinbeck escribió La Perla una novela que odié y que casi me hace perderme uno de mis libros favoritos, Cannery Row. Con esa edad, también, viajó a la Unión Soviética con Capa en un viaje del que salió otro libro que me encantó. «Estábamos deprimidos, no tanto por las noticias, como por su manejo. Porque las noticias ya no son noticias, al menos esa parte de ellas que requiere la mayor parte de nuestra atención. Las noticias se han convertido en un asunto de pericia. (...) Lo que a menudo leemos como noticias, no son en absoluto noticias, sino la opinión de uno de entre media docena de expertos respecto de lo que significan las noticias».
David Foster Wallace murió con 46 después de haber escrito La broma infinita, una obra maestra a la que dediqué mi verano de los 43. ¿Sabía él que solo le quedaba un año de vida? Con 45 años, Leonardo da Vinci pintó La Última Cena, un fresco que había estudiado, visto y revisto durante mi carrera pero que me impresionó al verlo in situ. Con 45 años Hopper pintó Automat, un cuadro que ahora cuando lo vea me recuerda a la cafetería de Luke de las Chicas Gilmore. Y con 45 años, Picasso andaba metido en el surrealismo y pintando cabezas de mujeres. Con 45 años, Sibelius empezó a componer su Cuarta sinfonía, composición que yo no podría reconocer ni aunque mi vida dependiera de ello pero su poema sinfónico Finlandia fue la primera pieza de música clásica que me emocionó. Es la primera obra que descargué en mi lista de "música clásica" de Spotify. La segunda fue la sinfonía Patética que Tchaikovsky escribió con 53, la edad a la que murió mi padre. Cuando mi padre tenía 45, yo tenía 15, una edad muy absurda.
Idris Elba tiene 45 años y yo los cumplo hoy. Me siento un poco Idris, con esa confianza que desprende, sabiendo que puede con todo. Por fin, mi vida es de mi talla, me favorece y me siento cómoda con ella. Mi vida es como los vaqueros de estar en casa y mi sudadera mugrienta, es mía, me favorece y estoy comodísima. Ahora se trata de disfrutarla hasta que se convierta en jirones.
Con 45 años mi mayor contribución a la humanidad es la instauración del caminito de chuches para celebrar los cumpleaños. No está mal.
Gracias a todos.
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