Revista Ciencia

12 maneras de no hacer ACT

Por Davidsaparicio @Psyciencia

ACT es un modelo complejo de aprender y de hacer. Conceptos como la normalidad destructiva, la defusión, clarificación de valores o el propia aceptación no son fáciles de entender y mucho menos hacer en terapia. Lo que puede provocar que nos sintamos atascados y frustrados con el modelo. Para ayudarnos en este proceso Russ Harris ha compilado en su libro Getting Unstuck in ACT, los problemas más frecuentes que enfrentamos los terapeutas que trabajamos con ACT (en especial cuando empezamos) y nos ofrece algunas formas útiles de abordarlos.

He adaptado y preparado para que puedas sacarle provecho. Te invito a tómarte el tiempo para leerlos y reflexionar sobre qué te ha sido útil y que no te ha funcionado en la terapia.

12 maneras de no hacer ACT

Getting Unstuck in ACT de Russ Harris está disponible en Amazon en versión Kindle y en versión impresa. Adquiérelo aquí.


Ser inconsistente con el modelo y enviar mensajes confusos

Es probable que esto nos pase a todos. Cuando empezamos a usar ACT enviamos mensajes confusos y contradictorios con el modelo, especialmente lo que se refiere a la forma en que entendemos los problemas psicológicos y el sufrimiento humano. Por ejemplo, cuando hacemos un ejercicio para trabajar la aceptación de la ansiedad y el consultante dice “me siento mucho mejor, toda mi ansiedad desapareció” y el terapeuta contesta “¡Qué bueno! Ya verás que a medidas que hagas estos ejercicios tu ansiedad desaparecerá”. Con esta respuesta el terapeuta está enviando el mensaje que los ejercicios están planteados para deshacerse de la ansiedad y refuerza la idea de la evitación experiencial. Completamente lo opuesto de lo que en ACT intentamos lograr. Otro ejemplo puede ser cuando el terapeuta invita a un consultante que tiene juicios muy duros sobre sí mismo y lo motiva a que haga ejercicios de defusión y al mismo tiempo lo invita a que tenga “más pensamientos positivos”. Con esto solo logrará más fusión y mantendrá al consultante atascado en sus pensamientos.

Hablar y explicar ACT en vez de hacer ACT

Necesitamos que los consultantes practiquen y aprendan a usar los principios de ACT, no que se los sepan de memoria. Por lo tanto, los terapeutas debemos evitar de que nuestras sesiones se conviertan en una linda disertación teórica. Es como si pretendiéramos aprender a manejar bicicleta, tocar un instrumento o aprender a cocinar solo con leer las instrucciones o viendo un video de YouTube. Necesitamos practicar. Para lograrlo los terapeutas debemos modelar, reforzar e impulsar a los consultantes para que puedan practicar y hacer de la sesión lo más experiencial posible. Así que como dice Russ Harris: mantén las explicaciones cortas y pon las manos a la obra con todos los ejercicios, metáforas y recursos ACT que disponemos.

12 maneras de no hacer ACT

Tip de Russ Harris: ¿Qué pasa si me doy cuenta de que la sesión se está convirtiendo en una clase? Los terapeutas podemos pedir disculpas y decirle al consultante que nos hemos dado cuenta de que estamos gastando mucho tiempo en explicaciones, y que necesitamos redirigir la sesión a un ejercicio o metáfora que facilite el trabajo de alguno de los procesos como la clarificación de valores, defusión, un ejercicio de atención plena, etc.

Una recomendación más de Russ Harris que me ha sido muy útil: tenemos que intentar que antes de terminar cada sesión, el consultante pueda comprometerse a practicar las habilidades que se han trabajado en la consulta. Para potenciar la práctica y fomentar la motivación es importante que no le digas que vas a dejarle una “tarea”. Es demasiado aversivo. En vez de ello puedes decirle que lo invitas a probar lo que han aprendido en la sesión o que hagan un experimento para ver qué sucede con las habilidades. Por muy simples que parezcan, estas palabras facilitan mucho la práctica de las habilidades.

El terapeuta apurado

El polo opuesto de “hablar de ACT” es ser el terapeuta que se va directo a los procesos y ejercicios sin haber tomado el tiempo suficiente para conocer al consultante, validar sus emociones y tratar de entender su sufrimiento. Esto sucede mucho cuando estamos acostumbrados a seguir muy rígidamente los protocolos de tratamiento y no queremos perder tiempo para ayudarlos. Sin embargo apurarse demasiado y no leer las necesidades del consultante invalidará su proceso.

La terapeuta que arregla los problemas

Hay ocasiones que podemos ayudar a los consultantes con estrategia de resolución de problemas y lluvias de ideas. Pero tampoco debemos caer en la costumbre de ser demasiado directivos y decirles que hacer con su vida. Si notas que te sientes presionado por ofrecer respuestas y resolver los problemas, intenta reducir un poco la velocidad e intenta estar totalmente presente en el proceso. De esta manera podrás crear un espacio para que tu consultante pueda resolver sus propios problemas.

El terapeuta que solo escucha

Es muy fácil ser el terapeuta que solo escucha. Por un tiempo el consultante se siente validado porque ha encontrado a alguien que lo puede escuchar sin juicios y al mimo tiempo el terapeuta se siente cómodo escuchando, pero cuidado. Demasiada comodidad puede llevar al estancamiento del paciente. Necesitamos que los consultantes puedan, paso a paso, exponerse a las sensaciones incómodas y desarrollen nuevas maneras de relacionarse con sus pensamientos y emociones. Es la única forma de generar flexibilidad psicológica. Así que recuerda: debemos escuchar con compasión y respeto, pero también tenemos que modelar activamente los procesos de ACT, reforzar y motivar a los consultantes para practicar.

La terapeuta “buena onda”

En ocasiones los terapeutas interfieren en el progreso del paciente porque tienen miedo a incomodarlos y evitan llevar a cabo las intervenciones necesarias para abordar los problemas que los trajeron terapia. Un ejemplo muy frecuente: los ejercicios experienciales de aceptación.
Russ Harris ofrece una metáfora muy útil para estas situaciones:

Imagina que tienes un diente podrido y vas a un dentista encantador que pone buena música, hace bromas, te hace reír y examina todos sus dientes, pero descuida el diente podrido. Así que cada visita al dentista es una experiencia muy agradable e indolora. Y supón que eso sucede cada vez que regresas. Tu diente está empeorando y estás desarrollando un absceso en la boca, pero aun así el dentista no se acerca a ese diente podrido. ¿Por qué? Porque no quiere causarte ningún dolor o molestia. ¿Estarías feliz con ese dentista?
Si quieres una boca sana, tienes que lidiar con el dolor, incluso si duele, ¿verdad? Y a veces nuestro trabajo en el consultorio es un poco así. Para construir una vida mejor, necesitamos hacer cosas que pueden resultar incómodas. Ahora mismo estoy pensando que podríamos probar un ejercicio que puede resultar un poco incómodo para ti, pero lo sugiero porque creo que si estás dispuesto a hacerlo, aprenderás algo útil que podría marcar una gran diferencia en tu vida.

El terapeuta invalidante

Al trabajar la defusión de los pensamientos y la aceptación de la experiencia interna, los terapeutas a veces usamos frases como “es solo una emoción”, “es solo un pensamiento” o “solo una historia”. Pero estas frases usadas en un contexto inapropiado pueden ser muy invalidantes e insensibles con las experiencias de nuestros consultantes. Por lo tanto, elige sabiamente las palabras que vas a usar y asegúrate que serán apropiadas en el caso que estás trabajando.

Usar herramientas sin un propósito específico

Es muy probable que el terapeuta use cualquier herramienta para hacer algo en la sesión, cuando no ha preparado bien lo que va a trabajar o no tienen muy claro la conceptualización del caso. Para prevenir este tipo de errores asegúrate de tomarte el tiempo para evaluar y preparar un buen plan de tratamiento. Aquí tienes una guía breve de Russ Harris que te ayudará a crear una buena conceptualización clínica.

Tratar de convencer al consultante

Los terapeutas también nos fusionamos y puede ser que en medio de una conversación clínica el terapeuta caiga el error de intentar convencer al consultante sobre las causas de su problema o la manera en que deben abordarlo. Pero la terapia no se trata de convencer a nadie ni tratar de ganar un argumento. Harris propone que cuando nos pasa esto, pidamos disculpas rápidamente y reorientemos la terapia.

Harris lo pone así:

Perdón. Me acabo de dar cuenta de lo que he estado haciendo aquí. ¿Podemos poner una pausa por un momento? Puedo ver que he estado tratando de convencerte de mi forma de pensar y claramente no estás aquí para que te imponga mis creencias. Lo siento mucho. ¿Podemos retroceder cinco minutos antes de que intentara convencerte?

Mantener excesivo énfasis en un proceso y descuidar los otros

ACT no suele ser la primera terapia en la que nos formamos. La mayoría de nosotros proviene de otro tipo de formación clínica. Así que es normal que cuando empecemos con ACT nos concentremos en los procesos que tienen más sentido para nosotros o con los que nos sentimos más cómodos. Es probable que un terapeuta entrenado en terapia cognitiva se concentre más en defusión y no se enfoque tanto en las emociones y quizás un terapeuta entrenado en terapia gestalt se concentre más en la aceptación y no tanto en la defusión. Por consiguiente, debemos ser conscientes de nuestros propios sesgos y trabajar activamente en aprender a manejar los otros procesos ACT que no nos gustan demasiado.

Falta de entendimiento teórico

No hay que olvidar que ACT está basado fuertemente en el conductismo y no es una terapia solo de metáforas o palabras lindas. Si un terapeuta empieza a usar ACT sin conocimientos en el análisis de la conducta su trabajo como terapeuta será poco eficaz.

Tratar de copiar a tu entrenador ACT

Creo que de esta nadie se salva. Al principio hacemos ACT de la misma manera de la que la aprendimos. Copiamos el estilo del terapeuta que nos llevó de la mano por el modelo. Al inicio puede ser muy beneficioso porque nos permite dar los primeros pasos, pero con el tiempo será como ponernos un traje que no nos queda. Nos sentiremos restringidos y no podremos utilizar todo nuestro potencial como terapeutas. Así que intenta hacer ACT de una manera genuina. Usa tu personalidad, tu estilo, tu tono de voz y todas tus características para ayudar a las personas que buscan de tu ayuda.

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