1. Como en el mundo tiene que haber de todo, el emo tiene derecho a nacer —porque un emo nace, no se hace— aunque inmediatamente después del milagro necesite horas de incubadora y al crecer se dé cuenta de que la vida es dura y se arrepienta.
2. El emo tiene derecho a plantarse delante del espejo el rato que considere necesario para ensayar poses y poder maquillarse y vestirse hasta el extremo de hacer indeterminable su sexo.
3. Los emos tienen derecho a ser andróginos aunque eso cause indiferencia o pena y risa a partes iguales.
4. Los emos tienen derecho a ser utilizados como blancos en campos de tiro con arco.
5. El emo tiene derecho a que se le apalice diariamente con el único fin de animarlo y desproveerlo de su tristeza y depresión.
6. El emo y solo el emo, tiene derecho a llorar desconsoladamente como un dibujo manga si, por ejemplo, está sentado en la taza del retrete tocándose distraídamente el piercing de la nariz y ve que el rollo de papel higiénico se ha acabado.
7. El emo, puesto que es una subespecie improductiva sin oficio ni beneficio, tiene derecho a pedirle a sus padres, bajo la amenaza de cortarse una oreja si se niegan, tanto dinero como se requiera para comprar ropa e ir a conciertos de My Chemical Romance y Tokio Hotel.
8. El emo tiene derecho a poder acceder cuando lo crea necesario, a todo tipo de cuchillas y utensilios cortantes para poder utilizarlos contra sí mismo y así hacer más soportables sus crisis existenciales.
9. Los emos, dada su predisposición a sangrar, tienen derecho a ser sujetos preferentes en snuff movies y sacrificios en los cuales se invoque al Innombrable o a quien coño sea.
10. Los emos tienen derecho a recibir toda clase de ayuda que necesiten en sus intentos de suicidio.