Abrió el neceser de su madre. Sabía que escondía números con animales, como cartas pequeñas. Le había dicho que cuando se aburriera, su bolso tenía muchos secretos. Parecía el de la película de la niñera que canta a todas horas.
Y no le había mentido. Allí encontró el uno con una jirafa de cuello alto. Y el dos era un patito con un flotador. El tres era una serpiente intentando bailar. El cuatro un cocodrilo abriendo la boca. El ocho era un búho y el 10 eran peces bailando alrededor de ambos números.
Una vez vio las cartas, se las pasó a su hermana, y le recitó los números. Después las recogió en el mismo sitio, y sacó de uno de los bolsillos, un minilibro. Aunque no sabía leer, de tantas veces que su madre les había leído el cuento, lo sabía, y así se lo contó a su hermana.
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