Viene en Público.es una noticia sobre el fallecimiento de un ciudadano británico a consecuencia de una paliza que recibió cuando intentaba apagar un incendio en Londres, y viene también la respuesta que el gobierno británico da a lo que está sucediendo en Inglaterra estos días. La sensación que nos queda es de una profunda tristeza, decepción e incomprensión.
(Os ponemos la noticia abajo, aunque podéis leerla también siguiendo el link)
¿Qué está pasando?
A esto nos referíamos en una entrada anterior sobre la polarización entre el superyó y lo que en Gestalt llamamos el “perro de abajo”. Cuando el sujeto se encuentra con malestar, la tendencia neurótica del superyó es a incrementar el control y la represión. Nos ponemos más alerta, y activamos más nuestras alarmas y defensas internas.
El superyó es la instancia interna que se encarga de imponer las normas morales, de controlar los impulsos y de adaptarnos al exterior. En este proceso que hacemos, de adaptación, necesario en su origen pero estéril cuando somos adultos, hay una pérdida energética: necesitamos energía psíquica disponible para “reprimir-nos”… Pero a su vez hay una cantidad de energía que es reprimida, contenida, cuyo destino era la expresión (la creatividad) y que no encuentra salida, sino la oposición de nuestras normas morales. Este exceso de energía que no puede circular se convierte en malestar… en angustia. Perdemos capacidad creativa para responder a las dificultades que se nos presentan del mundo exterior entretenidos en someternos a nosotros mismos.
Este proceso conduce a una espiral neurótica que incrementa el malestar… a mayor malestar, mayor represión (mayor actividad del superyó), y mayor presión ejerce la energía interior que es contenida. Es como una presa en un río. Cuanta más agua contenida… más fuertes tienen que ser las paredes de la presa, y mayor presión se ejerce sobre ésta. Al final, efectivamente el agua es peligrosa. Lo que antaño era un cauce tranquilo ahora es una gran cantidad de agua contenida, empujando, y hay que soltar con cuidado para que no arrase con lo que se encuentra. Lo peor de esto es que nuestro “juez interior” encuentra un perfecto argumento para justificar su función. Se convierte en imprescindible.
Muy clarito, no? Pues así lo hacemos con nosotros mismos. Así nos torturamos. Y así lo hacemos en lo social. Titulábamos la entrada anterior: “Como es adentro es afuera”, pues así como nos tratamos a nosotros mismos, organizamos el mundo. Y así está pasando con el 15M, y así está pasando en Oriente próximo, y así está pasando en Londres. A mayor represión, mayor presión, que exige mayor represión, que genera mayor presión… represión – presión – represión – presión… una espiral inagotable.
El resultado: Malestar y sufrimiento. Hoy fallece un ciudadano que pretendía apagar un fuego, a manos de sus vecinos. Y el gobierno encuentra argumentos para incrementar la represión… ¡un desastre!
Hay dos vías, cuando nos encontramos con una polarización tan marcada. Acentuarla hasta que revienta: parece que es el camino que estamos eligiendo… o tratar de integrarla: que ambas partes tomen conciencia que están en el mismo barco, y que el “otro” no es el enemigo, y que hay que mirarse y dialogar para abrir soluciones. Dejar de echarle las culpas al otro y asumir la propia responsabilidad en ésto. No podemos seguir culpando al gobierno sin mirar que tenemos que ver cada uno con esto que está pasando… y el gobierno no puede seguir desviando la atención de su responsabilidad, y debe abrir un diálogo y ESCUCHAR, que parece que se ha quedado sordo. Es preocupante la respuesta del primer ministro británico: en lugar de escuchar, pretende prohibir que hablen (hasta prohibir la comunicación por la red). Nos parece demencial la respuesta… como nos parece demencial el descontrol y la violencia desmedida que se ejerce en oposición a la represión.
Estamos absortos, preocupados, indignados, tristes y cabreados con esto que está sucediendo. Aquí tenéis la noticia, para quien esté interesado, y esta viñeta de La Fragua que publicábamos ayer, y que encuentra más sentido aún hoy: Cuando no encontramos palabras para decir… ni espacios para hablar… pasamos al acto de esta forma. Podemos cargar contra nuestra juventud sin preguntarnos por nuestra responsabilidad en lo que hacen… o podemos tratar de darles la palabra para que puedan decirnos en que nos estamos equivocando.
¿Podremos soportar oír lo que tienen que decirnos?
Richard Mannington Bowes se ha convertido esta noche en la quinta víctima de los disturbios que han asolado Reino Unido durante cuatro días seguidos y que se ha saldado, por el momento, con casi un millar de detenidos.
Bowes, de 68 años, ha fallecido en el hospital, donde ingresó en estado crítico el pasado lunes, cuando recibió una paliza al intentar extinguir un incendio en Ealing, al oeste de Londres.
La Policía británica ha abierto una investigación sobre los hechos que desencadenaron la muerte de Bowes y ha pedido colaboración ciudadana para identificar a los responsables de la paliza, según informa The Guardian.
La muerte de Bowes se produce en otra noche de tensa calma en Reino Unido, sobre todo después del duro mensaje en tono de advertencia lanzado ayer jueves por el primer ministro británico, David Cameron, que no descartó el uso del Ejército ni limitar la libertad de expresión, especialmente a través de las redes sociales.
Además, Cameron volvió a insistir en culpar a la juventud británica de provocar los disturbios porque “crecen sin saber la diferencia entre el bien y el mal”. Y les advirtió: “Os vamos a perseguir, a encontrar y a condenar”.
Esa amenaza comienza a ser una realidad. Scotland Yard ya ha detenido a 922 personas, de los que la mitad son menores de edad. Esta masiva oleada de arrestos ha provocado que los tribunales británicos estén desbordados. Entre los detenidos están una niña de 11 años y el supuesto agresor del joven que fue atracado justo después de que le partieran la mandíbula.
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