No tengo perro. Quizás por eso nunca me había fijado demasiado en si podían o no entrar a determinados lugares. En España, generalmente, su acceso está prohibido así que no reparé demasiado en ello cuando llegué a Alemania. Hasta que comencé a verlos, con sus dueños, por tiendas, restaurantes y algún que otro establecimiento. Y es que, los alemanes pueden presumir de ser un país pet frendly. Aunque a la hora de alquilar un piso, la cosa cambia un poco.
Restaurantes y tiendas
Cuando vivía en Madrid y quedaba con amistades con perro, la mayoría de las veces tenían que dejarlos en casa para poder ir a tomar algo o cenar. En barrios más abiertos (del estilo de Lavapiés) el animal podía acompañarnos si nos sentábamos en la terraza. Pero, a veces, ni siquiera eso.
Es bastante usual que alguien proteste por la simple presencia del animal. Aunque pase completamente desapercibido. Por eso, cuando mi madre, mi hermano y su colega de cuatro patas vinieron a verme este verano, buscamos información perruna para ver cómo nos organizábamos sin que Jasa (así se llama el perrete) tuviera que quedarse en casa solo.
En principio, salvo que haya una pegatina que indique que el acceso de perros está prohibido, puedes ir con tu mascota en cualquier establecimiento. Entre los que no permiten la entrada a animales están los supermercados o tiendas de alimentación, las droguerías, las tiendas de ropa y los museos.
Generalmente, en este tipo de lugares hay una especie de aparcamiento para perros en el que dejar atado al animal mientras haces la compra. La gente que pasa cerca de ellos no los toca ni les habla porque se considera una falta de respeto hacia su dueño y, además, podría alborotarlos. Si quieres acercarte a saludar a un perro en Alemania, deberás pedir permiso a su amo. Siempre.
En el caso de los restaurantes sucede algo similar. Normalmente, en la puerta, se indica si el acceso a perros está o no permitido. Pero siempre está bien preguntar porque, en caso de que nuestro animal sea pequeño, pueden hacer excepciones y dejar que se acurruque a nuestros pies, bajo la mesa.
Pero, en Alemania, la atención a los canes va un paso más allá. En sitios tan dispares como una cafetería o una tienda de juguetes para peques, puedes encontrarte con un comedero y un bebedero en la puerta. En algunos, incluso, es el propio personal de la tienda o el restaurante quien se acercará con un cuenco con agua para que el animal saciara su sed. Eso fue lo que vivió mi familia durante su visita.
El primer día de turismo contrataron una ruta por la ciudad. En ella, se visitaban varios de los lugares más conocidos de Köln, como las dos emblemáticas tiendas de colonia. Ante la duda y la ausencia de pegatinas en la entrada, supusieron que no podían entrar con el perro y pensaron turnarse para entrar. Fue entonces cuando la guía les comentó que no había ningún problema. Ambos se sintieron aliviados. Pero la cosa no terminó aquí.
Al pasar a la tienda, una de las dependientas se acercó con un cuenco, que colocó junto al perro y llenó de agua. Más tarde, mi hermano me contaría que no creía lo que había visto. Y pensó que, después de aquello, no habría nada que podría sorprenderle. Hasta que llegamos a un restaurante típico alemán.
Hacía buen tiempo así que, nos sentamos en la terraza. Pese a la insistencia de mi hermano porque el perro permaneciera a su lado, sin llamar demasiado la atención de la gente, él decidió tumbarse plácidamente en uno de los pasillos que quedaban libres entre las mesas.
El camarero vino a tomarnos nota y la cara de mi hermano ante una inminente llamada de atención sobre la ubicación del perro era más que evidente. Pero no la hubo y cuando regresó con las bebidas, también le sirvió un cuenco de agua al animal. Mi hermano se relajó un poco y se alegró de poder pasar un día de turismo con su colega peludo.
Digo un poco porque, durante la comida, no dejó de vigilar la posición del perro y trató (sin éxito) que se colocará a sus pies. Supongo que estaba un poco abrumado por poder estar relajado, comiendo en un restaurante y sin que nadie proteste.
En parques y zonas abiertas
No obstante, las normas sobre el acceso de perros no se limitan a los espacios cerrados. También existen para parques, zonas verdes, espacio abiertos o calles.
En muchos de ellos es habitual encontrar una señalización en la que se indica que es necesario llevar sujeto al animal con correa para poder transitar. Sin embargo, hay otros lugares en los que, debido a sus características especiales, no pueden transitarse con mascotas. Aunque vayan atadas.
En Colonia, por ejemplo, entre otros estarían los jardines botánicos y el Lindenthaler Tierpark, donde los animales permanecen al aire libre. En algunos casos, sin ni siquiera vallas que los cerquen.
Asimismo, existe el acceso restringido a cementerios, parques infantiles o zonas de juego. Es más, en un mismo parque podemos encontrar una zona libre de canes y una zona por la que está permitido pasear libremente.
En Köln se puede obtener más información sobre el tema en este enlace. También se hace referencia a las medidas que se deben tomar con perros categorizados como peligrosos o con la retirada de excrementos.
Si tienes pensado viajar con tu mascota a una ciudad alemana, es importante consultar la página web del ayuntamiento o preguntar en la oficina de turismo ya que, el no conocer las normas, no nos exime de pagar una buena multa.
Imagen prohibido perros obtenida de Flikr.
Imagen perros atados obtenida de Pixabay.