Revista Economía

1944, el año de los maquis

Publicado el 11 julio 2014 por Emarblanc

1944, el año de los maquis
Recordamos la invasión de Val dAran por los maquis, la operación militar más importante que protagonizó la guerrilla antifranquista del maquis en toda su historia. Su objetivo era instalar un gobierno republicano en suelo español y fomentar la revuelta general. Aunque la ocupación fracasó, el maquis permaneció activo en España hasta los años 60. Esta es su historia.
guerrilla maquis
El año 1944 marcó un hito en la lucha contra la ocupación nazi del sur de Francia: los alemanes abandonaron el Midi y el territorio quedó, en buena medida, bajo el control de miles de combatientes republicanos españoles que habían formado parte activa de la Resistencia francesa: eran guerrilleros conocidos como maquis o maquisards. Además, muchos republicanos integrados en la División Leclerc participaron en la liberación de París en agosto de 1944. Por otra parte, en el interior de España actuaban grupos integrados por ex combatientes republicanos fugitivos de la autoridad franquista.
La retirada alemana despertó gran optimismo entre los maquis españoles, ante la posibilidad de derribar la dictadura franquista mediante una acción militar. Este fue el origen de la "Operación Reconquista de España", efectuada en octubre de ese año y liderada por el Partido Comunista de España (PCE). Consistió en varias invasiones del maquis a lo largo de los Pirineos, desde el País Vasco hasta Catalunya, entre septiembre y octubre. Estas pretendían confundir al Ejército franquista sobre su verdadero objetivo militar: ocupar Val dAran, en Lleida, para instalar un Gobierno republicano. ¿Se trató de una aventura descabellada o tenía posibilidades de éxito? Este artículo intenta contestar esta y otras cuestiones.

Una acción sin apoyos

El objetivo de la invasión de 1944 fue instalar un Ejecutivo republicano en suelo español capaz de negociar con las fuerzas aliadas. A la vez, en la cúpula del PCE existía la percepción fantasiosa de que la llegada de los guerrilleros despertaría la adhesión entusiasta de la población y una rebelión general.
Sin embargo, la operación, pese a efectuarse en un momento de moral elevada del maquis, no gozaba de un contexto favorable. Por una parte, los éxitos de los republicanos en la lucha antinazi en Francia no fueron acompañados por la unificación de la oposición política a Franco. En este marco, el PCE impulsó desde 1941 la Plataforma Unidad Nacional Española (UNE) para aglutinar a toda la oposición ¿en la práctica, se convirtió en su instrumento¿ y en 1943 promovió su sector armado, la Agrupación de Guerrilleros. Esta debía hostilizar a la dictadura y suscitar adhesiones, pero la propaganda franquista presentó a sus hombres como bandidos y sus acciones fueron silenciadas por la prensa.
Por otra parte, las potencias aliadas no estaban dispuestas a ofrecer apoyo a esta aventura por diversas razones. Gran Bretaña y EE.UU. temían un nuevo conflicto en España. Charles de Gaulle, preocupado por la pujanza de los comunistas franceses (a la que se sumaba la fuerza de los 10.000 izquierdistas españoles, armados e implantados en el Midi), no era favorable a la acción por la posible irrupción de un frente bélico en la frontera francesa. Así, un mes antes de la invasión ordenó al maquis permanecer a más de veinte kilómetros de esta. Tampoco Stalin apoyaba la invasión, pues temía crispar a sus aliados, por lo que la habría desaprobado.
Este marco adverso no impidió que un ejército de 7.000 hombres (dirigido por el PCE y amparado en las siglas de la UNE) protagonizara el último gran acto de resistencia armada contra Franco, la invasión de Val dAran.

La operación reconquista de España

Grafitti maquis
El 16 de octubre unos 3.000 guerrilleros entraron en España por una veintena de puntos de los Pirineos. Otros 3.000 ó 4.000 lo hicieron por Val dAran a partir del día 19, encuadrados en la 204 División mandada por Vicente López Tovar. Pese a sus abigarrados uniformes (procedentes de tropas francesas y alemanas), se cuidó la imagen: entre los maquis no destacaba la presencia de extranjeros ¿para realzar su españolidad¿ y tenían consignas de respetar las creencias, cultos e ideas de la población (solo les estaba permitido atacar a falangistas). Asimismo, se tomaron medidas previendo una riada de voluntarios e incluso se nombraron gobernadores civiles de la futura España liberada.
¿Por qué se escogió este lugar? Inicialmente el PCE valoró establecer el Gobierno republicano en Andorra o en el municipio español de Llívia (tras la frontera francesa desde el Tratado de los Pirineos de 1659). Finalmente optó por Val dAran, de difícil acceso desde Lleida por la barrera montañosa que lo separa de la provincia y por su clima, pues la nieve lo incomunicaba durante gran parte del año. Tampoco tenía fácil acceso por carretera, a través del puerto de la Bonaigua, y el túnel de Vielha, iniciado en 1941, tenía abiertas ambas bocas, pero su interior era apenas transitable. Todo ello convertía al valle en una fortaleza natural.
La penetración tuvo cierta facilidad y el avance inicial permitió ocupar diecisiete localidades, pero pronto se advirtió que la acción no sería un paseo triunfal: la población recelaba de la guerrilla e incluso un grupo de presos políticos se dio a la fuga cuando iba a ser liberado.
Los maquis no lograron cortar el acceso por carretera ni pudieron tomar la capital, Vielha, defendida con cañones, morteros y ametralladoras. Según su máximo dirigente militar, López Tovar, se evitó el combate por la plaza al temer que les fuese cortada la retirada hacia Francia si concentraban allí su esfuerzo bélico. Además, la respuesta de Franco fue contundente: envió al valle 40.000 efectivos (la artillería se transportó a través del túnel desmontada, en mulos, con grandes dificultades) y la suerte del maquis quedó echada. La noche del día 27, a veinte grados centígrados bajo cero, López Tovar primero y Santiago Carrillo ¿desplazado hasta allí¿ después dieron orden de retirada. La invasión había terminado.
La operación se habría saldado con un millar de detenidos y unas trescientas víctimas mortales (doscientas serían maquis). La dictadura franquista salió fortalecida del embate y aceleró su defensa pirenaica: agilizó las obras del túnel para enviar tropas (se inauguró en 1948) y reemprendió la edificación de la llamada línea Gutiérrez, una red de fortificaciones iniciada en 1940 que se extendía a lo largo de los Pirineos. Además, la Guardia Civil pasó a tener un papel central en la lucha contra el maquis, desplazando de la misma al Ejército. El fracaso desató tensiones internas en el PCE, pues Carrillo ¿miembro del Buró Político en el exilio¿ lo aprovechó para cargar contra la dirección clandestina del Partido en España, encabezada por Jesús Monzón, que decidió la invasión. En realidad, se habría tratado de un ajuste de cuentas: al Buró le preocupaba la autonomía que Monzón y su cúpula habían adquirido y su acción fue denunciada como irresponsable por Carrillo frente a la prudencia que representaba el Buró Político en el exterior. Así, Monzón y su dirección fueron apartados del poder y Carrillo y el Buró controlaron desde entonces el PCE.
En cualquier caso, la operación fallida evidenció la debilidad de la oposición al franquismo y las discrepancias de las potencias aliadas respecto de la política a seguir en España, pero también reflejó el nulo afán aventurero de una población severamente castigada por la Guerra Civil y la dura posguerra.
Zonas de maquis más activas

¿Aventura irresponsable o cálculo premeditado?

La invasión se suele presentar como un acto de irrealidad. López Tovar, su dirigente militar, la consideró "un disparate" y afirmó que en 1944 ya estaba escrito su fracaso. ¿Era ello cierto? La respuesta no es simple.
En primer lugar, existía un antecedente que demostraba que la ocupación de 1944 no era necesariamente una quimera. En 1942 Gran Bretaña había considerado un plan similar: en caso de que España entrase en guerra junto a Hitler, se planteaba ocupar las Canarias para instalar allí un Gobierno provisional monárquico (como el francés liderado por De Gaulle) con don Juan como rey. Por otra parte, la operación no tenía por qué ser "un disparate", en pleno declive nazifascista. Joan Estruch, experto en la historia del PCE, considera que el proyecto "no carecía ni de lógica política ni de oportunismo táctico". Como ha señalado el historiador Secundino Serrano, "con los alemanes retrocediendo en todos los frentes" y "un presidente norteamericano decididamente antifascista" ¿Franklin D. Roosevelt¿, instalar un Gobierno republicano en España "hubiera podido producir reacciones imprevisibles".
En este sentido, el periodista Alfonso Domingo ha destacado el testimonio de quien fue comandante de Comunicaciones del Ejército de EE.UU. en la Segunda Guerra Mundial, John P. Parry. Según este, en 1945 De Gaulle, Winston Churchill y Harry S. Truman diseñaron un plan de rápida ocupación de España. "Los aviones de reconocimiento [de Estados Unidos] habían fotografiado la península; acababan de hacer toda una serie de mapas aéreos; sabíamos dónde estaban los cuarteles, las tropas", explicó Parry. "Teníamos seis divisiones de infantería y el plan contemplaba desarrollar dos operaciones marítimas, atacando España por el norte y por el sur, como una pinza. El Ejército francés controlaba a los guerrilleros españoles que estaban en los Pirineos, a punto de invadir España". Según Parry, todo quedó en nada cuando De Gaulle abandonó el proyecto "por sus propias razones". Parry tal vez aludía al llamado Plan Imoff diseñado por Dwigth Eisenhower, que naufragó por temor de EE.UU. y Gran Bretaña a que un Gobierno monárquico restaurado así en España fuese fácil presa de los comunistas. En todo caso, tal proyecto ¿señala Domingo¿ demuestra que la operación de 1944 no era "tan descabellada" y que los maquis podían pensar que los aliados no "los dejarían en la estacada".
En cuanto a las responsabilidades del episodio, se han formulado duras acusaciones contra el Buró Político del PCE, al que Carrillo representaba en la ocupación cuando dio la orden de retirada. Así, Eduardo Pons Prades, conocido escritor y ex combatiente republicano, apunta que Carrillo habría sugerido o apoyado la invasión para deshacerse de la presión incómoda de luchadores comunistas experimentados y dispuestos a echar en cara a la cúpula exiliada del PCE su abandono de España. También se ha señalado la eventual convergencia de intereses de franceses, soviéticos, británicos y norteamericanos, que habrían estado en contra de la operación o habrían deseado su fracaso, para deshacerse de los guerrilleros republicanos armados en Francia.
Como puede apreciarse, quedan algunas preguntas en el aire sobre la invasión de 1944. ¿Se efectuó por megalomanía de Monzón, deseoso de prestigiar su liderazgo? ¿Obedeció a las intrigas de Carrillo? ¿Fue una operación descabellada? ¿De Gaulle y los aliados abandonaron a los maquis? Aún hoy, sus respuestas son objeto de controversia.

El lento declive del maquis (1945-1965)

La invasión marcó simultáneamente el punto álgido de la actividad del maquis y su declive. Así, desde mediados de los años 40 hasta su definitiva desaparición en los 60, los guerrilleros se estructuraron en partidas encuadradas en agrupaciones, cuyas vinculaciones con la dirección de organizaciones políticas del exilio fueron laxas.
Los colectivos armados estuvieron muy marcados por liderazgos personales; figuras como las de Benigno Andrade García (Foucellas) en Galicia, Manuel Girón Bazán en El Bierzo o Francisco (Quico) Sabaté en Catalunya, entre otras, entraron en la leyenda. Los maquis mostraron una gran autonomía de actuación y fueron refractarios a la militarización. Como señala Serrano,"no existió un mando guerrillero operativo y único para todo el territorio nacional, y cada agrupación, incluso cada partida, hizo lo que pudo y como pudo".
En general, el PCE mantuvo su hegemonía en la guerrilla, pero en las filas de los maquis la presencia política era variada, pues había socialistas, anarquistas y, más llanamente, antifranquistas, lo que dificultó aún más su preparación. Solo la llamada Agrupación Guerrillera de Levante (AGL) organizó una escuela de guerrilleros. Asimismo, el intento de militarizar la guerrilla gallega a fines de los años 40 fue contraproducente. Según Serrano, sus enlaces, al ver a los maquis convertidos en soldados, los percibieron como "fuerzas de ocupación".
La base social de la guerrilla la constituyeron fugitivos del franquismo; sus colectivos fueron esencialmente masculinos y actuaron sobre todo en el ámbito rural, pues solo en Catalunya se desarrolló una guerrilla urbana. Es difícil trazar una panorámica de su actividad territorial, pues, como hemos señalado, su intensidad y organización fue muy diversa según las áreas. En la "zona centro-sur", estudiada por Francisco Moreno, su presencia fue muy desigual: mientras en Toledo el fenómeno se redujo a los inicios de la posguerra y fue protagonizado por los "huidos" del franquismo, en Córdoba se desarrolló la guerrilla "más numerosa y duradera", sometida "a un ciclón de sangre": 160 familiares o enlaces fueron asesinados.
La actividad guerrillera a veces se circunscribió a una comarca, como fue el caso de los maquis de Manuel Girón en La Cabrera (León), mientras otros colectivos ampliaron sus límites iniciales de actuación. Así, la ya mencionada AGL, activa hasta 1952, se extendió por Castellón, Valencia, Cuenca y Teruel, y en 1947 se transformó en AGLA (al aludir a Levante y Aragón) y se convirtió en la guerrilla más poderosa.
En general, los medios de subsistencia procedieron de golpes de mano ¿atracos y asaltos¿ y del apoyo popular. Las apreciaciones sobre el número de sus integrantes fluctúan entre un mínimo de 2.000 y un máximo de 7.500. No obstante, su represión requirió hasta 20.000 guardias civiles.
Los métodos empleados para acabar con la guerrilla fueron contundentes y el período comprendido entre 1947 y 1949 constituyó el trienio negro para el maquis. En 1947 se aprobó el decreto-ley sobre "bandidaje y terrorismo" y las unidades especiales de contraguerrilla amparadas por la Guardia Civil reprimieron a quienes cobijaban a los guerrilleros y camuflaron a sus agentes como tales, unas veces para descubrir sus apoyos y otras para cometer delitos atribuidos al maquis y minar sus bases. En este sentido, se ha aludido a un maquis blanco a inicios de los años 40 para designar a colectivos de falangistas, somatenistas, ex maquis y guardias civiles, cuyos excesos incluso obligaron al régimen a ejecutar a algunos de sus miembros.
Como consecuencia de esta represión, entre 1949 y 1952 ya no puede hablarse de guerrilla, pues ¿siguiendo a Serrano¿ "la resistencia antifranquista stricto senso había desaparecido" y los maquis eran fugitivos sin salida política. En 1952 se estableció oficialmente el fin de la guerrilla, aunque esta continuaba activa. Las muertes en Galicia de José Castro Veiga (Piloto), en 1965, y Ramón Rodríguez Varela (Curuxas), en 1967, marcaron su ocaso definitivo.

¿Bandidos o quijotes?

El tardío final de los maquis, su aislamiento social, su lucha quijotesca y obstinada contra el régimen y la represión que sufrieron han configurado una doble imagen pública de los mismos. Una ¿codificada por el franquismo¿ presenta a los guerrilleros como delincuentes y asesinos. Otra ¿arraigada en el recuerdo de los sectores sociales que los apoyaron¿ los enaltece y reivindica su lucha como una verdadera resistencia popular a la dictadura, más allá de partidos y banderas.
La instauración de la democracia no acabó con esta doble imagen del maquis, aunque en los años 90 numerosos estudios han aportado nueva luz sobre este, redimensionando sus efectivos y las figuras de sus líderes. En estos trabajos, las eventuales simpatías hacia los mismos no han estado reñidas con el aporte de voluminosa información.
¿Tuvo sentido, pues, la lucha guerrillera en la larga posguerra o esta fue un error? En el año 1988 el maquis comunista Francisco Martínez fue rotundo al contestar y afirmó que "la única equivocación que considero sería la de no haber luchado". En definitiva, la polémica sobre el acierto o no de la lucha guerrillera contra el franquismo en términos de efectividad ¿que no éticos¿ no tiene respuesta fácil.

¿Qué significa el término maquis?

Este procede del corso macchia y designa una zona de bosque o arbustos, o un paisaje de matojos. Como explica el estudioso del maquis Ferran Sánchez Agustí, el vocablo pasó a aludir primero a quienes se ocultaban en el bosque para evitar el reclutamiento forzoso y después se convirtió en sinónimo de guerrilla. Así, la expresión española "echarse al monte" tiene sus equivalentes en la francesa prendre le maquis y en la italiana gettarsi alla macchia.

CATALUÑA, LA GUERRILLA URBANA LIBERTARIA

Catalunya fue la única zona donde cuajó una guerrilla libertaria, cuyas figuras prominentes fueron Quico Sabaté, José Luis Facerías (Face) y Ramon Vila (Caracremada). Eran muy autónomos en sus acciones y sus delitos los convirtieron en enemigos públicos para las autoridades y les granjearon fama de luchadores populares. Así lo testimonia una copla difundida en la huelga de tranvías de Barcelona de 1951 (cuando fue boicoteado masivamente este transporte por la subida del precio del billete): "Para arreglar lo de los tranvías, llamad a Facerías. / Contra el Requeté, a Quico Sabaté".
Como señala el historiador Ángel Herrerín, "la improvisación" caracterizó al maquis libertario, que no planificó sus actividades ni desarrolló "una estructura medianamente eficiente y racional". Las sucesivas muertes en enfrentamientos de Face (1957), Sabaté (1960) y Caracremada (1963) pusieron fin a sus acciones.

Entrevista a Miquel Ton

El hombre que guió a los maquis

Miquel Ton, ex-maqui
Rescatamos una entrevista al ex maquis Miquel Ton Martín, Valencia, hoy residente en la localidad andorrana de Encamp. Nacido en Arcavell (Lleida) en 1924, decidió sumarse a la Resistencia francesa en enero de 1944, con apenas 20 años.
¿Cómo pasó a formar parte del maquis?
Combatí en la liberación del Departamento de Ariège, en la 26 División francesa acuartelada en Foix. Cuando acabó la lucha en Francia, estaba firmemente convencido de los ideales del PCE. Así, a fines de septiembre de 1944 me convertí en guía del maquis, pues conocía los pasos fronterizos por haber practicado el contrabando.
¿Cuál era su misión?
Había empezado a prepararse la invasión de Val dAran y empezaba la entrada clandestina de guerrilleros en Catalunya. Yo conducía grupos hasta suelo español. A finales de septiembre dos compañeros y yo fuimos delatados y detenidos en Tor, Lleida, tras una refriega de tres horas en las minas de Conflent. Habíamos ido allí para secuestrar a un dirigente falangista que nos facilitara información. Queríamos liberar a unos presos republicanos que hacían trabajos forzados.
¿Qué le pasó al ser detenido?
Nos desnudaron y recibimos todo tipo de golpes. A la Guardia Civil le interesaba conocer quiénes eran los guías de los maquis para ejecutarlos y, para hacernos confesar, nos obligaron a beber vino con gasolina. Por esta razón tuve que operarme del estómago posteriormente. También me llevé una gran sorpresa al descubrir allí a un viejo conocido convertido en teniente de la Guardia Civil. Se trataba de alguien que hasta pocos días antes había sido un flamante oficial de la Resistencia. Así pude ver cuál era el grado de la infiltración franquista en la guerrilla.
Empecé entonces un periplo carcelario que me llevó al penal de El Dueso, en Cantabria. Tuve la suerte de sobrevivir a una condena a muerte porque casualmente un hermano de otro de los condenados a igual pena, por el mismo expediente, pudo mediar ante el general Moscardó. Así, nos fue conmutada la pena por doce años y un día de cárcel. Logré acortar la condena fingiéndome analfabeto, pues se redimían días de cárcel al aprender a leer y escribir, y salí antes, en 1951.
¿Abandonó entonces el maquis?
La estancia en la cárcel me hizo distanciar progresivamente del PCE, al ver que los comunistas eran prepotentes en sus análisis y propaganda. Constaté que la ayuda prometida del exterior no llegaba ni se producían movilizaciones masivas contra la dictadura. En 1951 di por terminada mi actividad armada y en 1958 decidí instalarme en Andorra. Pero seguí la evolución política española, en contacto con otros ex maquis también residentes aquí.
¿Considera que podría haber tenido éxito la invasión de 1944?
Nunca pensé que saldría bien. Faltaba coordinación, fallaba la organización y sobraba optimismo. Hubo más voluntad que realismo. Hoy no sé si yo mismo entraría en la guerrilla sin pensármelo mucho. Ahora bien, no me arrepiento de ello y no he abandonado mi antifranquismo. En 1951 dije adiós a las armas, pero no a las ideas.

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