Buenos días!!
Tras una noche de risas, conversación, tiendas de campaña, piedras en las costillas, ronquidos y vecinos de Guelmim paseando por nuestro lado...se hace la luz...descubrimos que en un descampado muy grande decidimos la noche antes aparcar los coches en el único camino que en él había.Cómo no iban a pasar por él transeúntes, cabras, perros....!!Y ahora era el turno de despejarse, tomarse el café canario (¿qué hubiera sido de muchos de nosotros sin esa cafetera...?), desmantelar el campamento y echar a rodar!!
Tenemos que llegar al monumento ''Saint Exupery'' de Tarfaya antes de las 11:00....
Ne Pas problème!!! (estas 3 palabras se harán básicas en África). -Solo son 300 km.
Que ilusos....
Hacer esa distancia en España, en 3-4 horas por autopistas donde las mayores distracciones que tenemos son: áreas de descanso, de servicio o molinos...es rutinario.
Hacerlo en África y ese día (el primero de muchos) fue imposible.
Te montas en el coche marcándote una meta, unos plazos, un itinerario, una carretera... haciéndolo porque es lo que hacemos cada día, lo que sabemos hacer y las costumbres cuesta mucho modificarlas.Miramos el reloj, el velocímetro, el nivel de gasolina para verificar que no hace falta parar a repostar.Todo está en orden: llegaremos a la hora prevista.
Pero ese objetivo va perdiendo credibilidad cuando te encuentras una carretera que se extiende junto a una costa que muere en altos acantilados; y la pierde del todo cuando te das cuenta de que no existen los quitamiedos, no hay prohibiciones, nada te impide parar en un arcén inexistente ni adentrarte tierra adentro hasta donde la curiosidad te lleve.
Y toda esa mañana, la curiosidad y África nos guiaron:
Conscientes de que las 11:00, de momento, ya se habían convertido en las 14:00 y parando cada pocos kilómetros para disfrutar de lo que el trayecto nos iba deparando, apenas reconozco el momento en que la temperatura aumentó, la arena palideció y el único rastro de vida que había eran: a la derecha, las cabañas de pescadores. A la izquierda, rebaños de dromedarios y cabras.
Y en medio de la austeridad, ellos:
ARENA, DESIERTO, JAIMAS Y OLVIDO...
Más de 40 grados de temperatura y allí están ellas con sus 10m de melfa alrededor del cuerpo, con las cabezas cubiertas y guantes de lana...fieles a aquello en lo que creen, fieles a ellas mismas. Evitando de esa forma que sus pieles se curtan por el sol.Después de aquella parada continuamos el camino. Calor, arena paseando de un lado a otro de la carretera, salinas naturales, Tarfaya, parada para comprar naranjas, más arena....Y entrando el anochecer, Boujdour.Allí somos recibidos por dos grandes columnas adornadas con las figuras de dos avestruces y la cabina del control policial.(La explicación sobre las cabinas de los controles, la Germanderie en general, y algunos que otros agentes de la ley en particular, se la merece cuando lleguemos a Mauritania)En Boujdour fue en el primer sitio donde agradecí que estuviésemos en pleno Ramadán.Cuando llegamos, la ciudad estaba vacía, en silencio...Mientras nos instalamos en un hotel de la avenida principal para recuperar el descanso perdido en la acampada anterior y proceder a una ducha de agua turbia pero igual de efectiva que la depurada....el sol desapareció por completo y con ello...llegó el gentío, los comercios abrieron las puertas y encendieron las luces, algunos establecimientos encendían las brasas y las carnicerías colgaban la carne en los ''esparates'' como si de trofeos se tratase.Ya empezaba a oler...a comida!!
Comprar en la carnicería alguna parte del cordero, cruzar la acera para que un ''establecimiento'' te lo prepare en las brasas, sentarse en la mesa de un ''bar'' donde una de las patas era un taco de madera, las moscas nuestros fieles aliados y el humo de las brasas que no te deja a penas ver más allá de un plato común donde tirar los huesos del manjar...es una gran cena.
África tiene su ritmo, sus costumbres y sus pautas. Tratar de cambiar algo es inviable y ofensivo en muchos casos.
Así que...donde fueres, haz lo que vieres!