Revista Coaching

2 maneras de tener éxito

Por Mariodehtercom
Recomendaciones de Abraham Wald

Esos agujeros no son el problema

Que tengas éxito o que fracases está en los lados opuestos de la misma moneda. A veces dependes que hagas las cosas bien, pero en la mayoría de los casos es que evites cometer errores.

La peculiaridad cognitiva llamada “sesgo de supervivencia” provoca centrarse en lo que hacen bien los ganadores en lugar de lo que hacen mal los perdedores y es probable que esto te perjudique más de lo que crees.

Si alguna vez has tenido que esperar mucho tiempo para probarte un pantalón en una tienda y hacer una larga cola en la caja para pagar, y ves que todas las tiendas vecinas también están repletas de clientes comprando, podrías pensar: ─”¡Oh!, la industria de la moda está en auge. ¡Yo debería emprender mi propia tienda de indumentaria!”.

Ese es el llamado “sesgo de supervivencia” (survivorship bias) según el economista Gary Smith: “Es el error lógico de concentrarse en los supervivientes de un proceso y omitir a aquellos que no sobrevivieron debido a su falta de visibilidad. Esto conduce a creencias excesivamente optimistas porque se ignoran los fracasos”.

Enfocado a las tiendas exitosas, porque son las que ves, no te has dado cuenta de la abrumadora cantidad de tiendas que han fracasado porque han desaparecido. No puedes ver las tiendas que han cerrado.

Aun cuando te parezca que una tienda de ropa de moda es muy lucrativa, casi el 80% de las tiendas fracasan el primer año y otro 10% antes del tercer año desde su apertura. Al cabo de 5 años sólo existirán 5% de las que han abierto el mismo día. Del mismo modo, hemos oído hablar de emprendedores tecnológicos que consiguen cientos de millones de dólares en “sus garajes”, pero el hecho es que el 95% de las nuevas empresas creadas en Silicon Valley se desploman antes de su ansiado “big bang”.

El éxito no es sólo es el resultado de hacer las cosas correctas; también se trata no cometer errores. Sin embargo, los ganadores no saben qué decisiones malas deben evitar, porque lo más probable es que primero han tenido la suerte de evitar algunos errores fatales.

La comprensión de este sesgo puede ayudar a la gente a resolver problemas importantes. El ejemplo más emblemático es lo que ocurrió con los aviones de guerra norteamericanos que combatieron en la Segunda Guerra Mundial.

En el breve tiempo que los aviones permanecían en sus bases, los ingenieros debían evaluar y proteger los puntos claves en donde impactaban los proyectiles enemigos. Los comandantes se dieron cuenta que los bombarderos que regresaban de sus misiones tenían agujeros de bala a lo largo de sus alas, alrededor del artillero de cola y por el centro del fuselaje lo que, naturalmente, los ingenieros pretendieron reforzar la protección de esas zonas.

El agujero no es el problema

Pero el estadístico Abraham Wald (1902-1950) señaló que esto era exactamente lo que no debían hacer: porque se trataba de los sobrevivientes que pudieron regresar; ¡Oh!… los agujeros mostraron donde los aviones podían recibir daño y sobrevivir. Las áreas en las que los aviones supervivientes no habían sufrido daños eran precisamente las que necesitaban protección adicional porque, sin duda, era donde habían sido golpeados los aviones derribados.


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