Revista Cultura y Ocio

20 inicios geniales en la literatura

Publicado el 24 abril 2017 por Fernanda Espinosa @entrelibrosyte
20 inicios geniales en la literatura
Resulta curiosa la inmortalidad de algunos inicios en la literatura. El año pasado, por dar un ejemplo, acudí al teatro a ver Moby dick. Aunque la puesta en escena no tenía ni rastro de la icónica ballena blanca, la obra empezó con la misma frase con la que Herman Mellvile le dio inicio a su obra magna: Llamadme Ismael. Moby dick pudo renunciar a su bestia, pero no a aquellas dos simples palabras.
El último día del libro decidí dedicarle un espacio en este blog a unos cuantos inicios en la literatura que me parecen sencillamente exquisitos. Este año me decidí a repetirlo, quizás incluso institucionalizarlo como el post oficial de cada 23 de abril, porque no se me ocurre mejor manera de celebrar este día que compartiendo a los protagonistas de la festividad en su estado puro, por más breve que este sea: libros que me han encantado reducidos a su inicio, ese primer encuentro que resulta ser el definitivo.
No cualquiera tiene el talento para meterse a su lector al bolsillo antes de acabar su primera página. O su primer párrafo. Mientras menos palabras requiera para lograrlo, mejor. Y, por más que un buen comienzo no te asegure que el libro esté a la altura, algunos solo son una probada de lo que se viene.
Feliz día del libro, que las letras nos sigan moviendo.


«Una mañana, al despertar de sueños intranquilos, Gregor Samsa se encontró en su cama convertido en un monstruoso bicho»La metamorfosis (1915), Franz Kafka

«Cuando yo era más joven y más vulnerable, mi padre me dio un consejo que he tenido en cuenta desde entonces. "Cada vez que sientas deseos de criticar a alguien me dijo recuerda que no todas las personas de este mundo han tenido los mismos privilegios que tú."»El gran Gatsby (1925), F. Scott Fitzgerald

«Hoy ha muerto mamá. O quizá ayer. No lo sé. Recibí un telegrama del asilo: "Falleció su madre. Entierro mañana. Sentidas condolencias." Pero no quiere decir nada. Quizá haya sido ayer»El extranjero (1942), Albert Camus
«Era un día frío y luminoso de abril y los relojes estaban dando las trece»1984 (1949), George Orwell
«Lolita, luz de mi vida, fuego de mis entrañas. Pecado mío, alma mía. Lo-li-ta: la punta de la lengua emprende un viaje de tres pasos paladar abajo hasta apoyarse, en el tercero, en el borde de los dientes. Lo.Li.Ta.Era Lo, sencillamente Lo, por la mañana, cuando estaba derecha, con su metro cuarenta y ocho de estatura, sobre un pie enfundado en un calcetín. Era Lola cuando llevaba puestos los pantalones. Era Dolly en la escuela. Era Dolores cuando firmaba. Pero en mis brazos fue siempre Lolita»Lolita (1955), Vladimir Nabokov
«Me llamo Mary Katherine Blackwood. Tengo dieciocho años y vivo con mi hermana Constance. A menudo pienso que con un poco de suerte podría haber sido una mujer lobo, porque mis dedos medio y anular son igual de largos, pero he tenido que contentarme con lo que soy. No me gusta lavarme, ni los perros, ni el ruido. Me gusta mi hermana Constance, y Ricardo Plantagenet, y la Amanita phalloides, la oronja mortal. El resto de mi familia ha muerto»Siempre hemos vivido en el castillo (1962), Shirley Jackson
«El pueblo de Holcomb está en las elevadas llanuras trigueras del oeste de Kansas, una zona solitaria que otros habitantes de Kansas llaman "allá"»A sangre fría (1966), Truman Capote
«Muchos años después, frente al pelotón de fusilamiento, el coronel Aureliano Buendía había de recordar aquella tarde remota en que su padre lo llevó a conocer el hielo. Macondo era entonces una aldea de veinte casas de barro y cañabrava construidas a la orilla de un río de aguas diáfanas que se precipitaban por un lecho de piedras pulidas, blancas y enormes como huevos prehistóricos. El mundo era tan reciente, que muchas cosas carecían de nombre, y para mencionarlas había que señalarlas con el dedo»Cien años de soledad (1967), Gabriel García Márquez
«Todo esto sucedió, más o menos»Matadero cinco (1969), Kurt Vonnegut
«En los remotos e inexplorados confines del arcaico extremo occidental de la espiral de la Galaxia, brilla un pequeño y despreciable sol amarillento»
Guía del autoestopista galáctico (1979), Douglas Adams

«Creo que la cocina es el lugar del mundo que más me gusta. En la cocina, no importa de quién ni cómo sea, o en cualquier sitio donde se haga comida, no sufro. Si es posible, prefiero que sea funcional y que esté muy usada. Con los trapos secos y limpios, y los azulejos blancos y brillantes.Incluso las cocinas sucísimas me encantan, Aunque haya restos de verduras esparcidos por el suelo y esté tan sucio que la suela de zapatillas quede ennegrecida, si la cocina es muy grande. me gusta. Si allí se yergue una nevera enorme, llena de comida como para pasar un invierno, me gusta apoyarme en su puerta plateada. Cuando levanto los ojos de la cocina de gas grasienta y del cuchillo oxidado, en la ventana brillan estrellas solitarias.Solo estamos la cocina y yo. Pero creo que es mejor pensar que en este mundo estoy yo sola»Kitchen (1988), Banana Yoshimoto
«La mañana en que a la última hija de los Lisbon le tocó el turno de suicidarse —esta vez fue Mary y con sonmíferos, como Therese—, los dos sanitarios llegaron a su casa sabiendo exactamente dónde estaba el cajón de los cuchillos y el horno de gas y dónde la viga del sótano en la que podía atarse una cuerda»Las vírgenes suicidas (1993), Jeffrey Eugenides


«Aunque su padre hab+ia imaginado para él un brillante porvenir en el ejército, Hervé Joncour había acabado ganándose la vida con una insólita ocupación, tan amable que, por singular ironía, traslucía un vago aire femenino.
Para vivir, Hervé Joncour compraba y vendía gusanos de seda.
Era 1861. Flaubert estaba escribiendo Salammbó, la luz eléctrica era todavía una hipótesis y Abraham Lincoln, al otro lado del océano, estaba combatiendo en una guerra cuyo final no vería.

Hervé Joncour tenía treinta y dos años.
Compraba y vendía.
Gusanos de seda»Seda (1996), Alessandro Baricco
«Tyler me cosigue un trabajo de camarero, después me mete una pistola en la boca y me dice que para alcanzar la vida eterna primero tienes que morirte. Sin embargo, durante mucho tiempo Tyler y yo fuimos muy buenos amigos. La gente siempre me pregunta si conocía bien a Tyler Durden»El club de la pelea (1996), Chuck Palahniuk
«El señor y la señora Dursley, que vivían en el número 4 de Privet Drive, estaban orgullosos de decir que eran muy normales, afortunadamente»Harry Potter y la piedra filosofal (1997), J.K. Rowling
«Desde hacía tiempo, el pato notaba algo extraño»El pato y la muerte (2008), Wolf Erlbruch
«Inocentemente. Así comenzó. Cuando Katya Spivak tenía dieciséis años y Marcus Kidder sesenta y ocho»Una hermosa doncella (2010), Joyce Carol Oates
«Nací un lunes, en el North Side de Chicago durante la gran nevada de 1946. Me adelanté un día, porque los niños nacidos en la víspera de Año Nuevo salían del hospital con un frigorífico nuevo»Éramos unos niños (2010), Patti Smith
«La música clásica me la pone dura»Instrumental (2015), James Rhodes
«Volví la mirada por las risas, y seguí mirando por las chicas»Las chicas (2016), Emma Clineresponder

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