Desde la inmediatez del Instagram, solo me queda el blog para contar las cosas que me inspiran, historias que me motivan, siempre asociadas al vino, por supuesto. Y lo cierto es que, tras nuestro viaje a la Alsacia, Rumbovino esperaba nuevas líneas que soportar. Aquí va esta, es cortita, pero tiene substancia de sobra para ser contada.
En mayo del año 2017 comencé con un desafío personal, escribir un libro sobre mi especialidad. Desde hace algunos años, además de a la docencia, me dedico al diagnóstico citológico de enfermedades, pero de perros y gatos. No me pondré pesado con los detalles del libro -a nadie le deben importar demasiado en un blog de vinos- pero fue pasando el tiempo, fui escribiendo, y a fuerza de insistir y comprobar en propia piel lo que un libro conlleva (en horas, dinero, y sobre todo en trabajo intelectual), finalmente pude acabar el proyecto. La verdad es que pensé que estaba terminado hace 4 meses atrás, cuando fue la primera prueba de impresión.... el asunto es que llevo desde ese momento, casi a diario, corrigiendo errores, mejorando la redacción y arreglando detalles. ¡Llegué a pensar que nunca se acabaría!. Pero como ya lo dice Vox Dei en su mítica canción “todo concluye al fin...” el día 25 de diciembre de 2019 terminé la cruzada (con ayuda de varias personas. De ellas, Noemí es la más importante).
Esa noche, como no podía ser menos, tocaba festejar. Y el vino, obviamente, tampoco podía faltar. No me valía cualquier cosa (en estos eventos especiales la bebida debe estar ligada a algo especial, al menos así lo creo), pensé un rato y lo tuve claro. El 200 Monges Reserva tiene su historia, desde la FEVINO de Ferrol hace unos cuantos años que lo probamos en la mesa donde se encontraba la Vinícola Real. Nos sorprendió tanto por su calidad como vino, como por la calidez de Miguel Ángel Rodríguez, fundador y enólogo de la bodega, que nos lo sirvió y contó con detalles (si hasta nos invitó a visitarlos sin saber ni quiénes éramos nosotros).
Un tinto icónico elaborado con uvas (Tempranillo 85%, Graciano 10% y Garnacha 5%) que nacen y crecen en viñedos antiguos de San Vicente de la Sonsierra (Rioja). Tiempo después nos compramos una botella (añada del 2010) que guardamos hasta que llegase el día de descorcharla, y llegó.
No es la primera vez que un vino del que guardo un recuerdo maravilloso me defrauda luego del algunos años, pero este no fu el caso. No esperaba mejor compañía que un señor vino como este, para cerrar un día como este. ¿Qué les cuento del él? Solo un par de cosas (aquí toda la Info), deben descubrirlo ustedes porque vale cada céntimo que invierten en él (pura seda, fresco, maduro, integrado, complejo, largo, exquisito, pero en serio... y eso que los reserva de Rioja me suelen aburrir bastante). Un vino que vale mucho más de lo que cuesta, lo digo sin coacción ni interés de ningún tipo, esta es la ventaja de escribir un blog independiente.
El 25 de diciembre de 2019 no será una navidad más, el 200 Monges Reserva del 2010 no será un vino más, y el libro sobre citología veterinaria práctica que escribí quizá sea un libro más, pero para mí será especial, como este día y este vino.
¡Salutes y feliz 2020!RumbovinoCasi 10 años comunicando el vino, de forma independiente.