Advertí hace unas semanas con el post sobre aquel concierto que ofreció Sôber en Madrid, que no a mucho tardar tocaría revisar uno de los discos de la formación metalera madrileña. Y esta es la semana que dedicamos en exclusiva a los hermanos Carlos y Jorge Escobedo, a Antonio Bernardini y a, en su día, Alberto Madrid. Sôber han regresado tras un largo parón que se produjo después de la gira y promoción de este disco que hoy proponemos. Nunca entendí ese cese de actividad, y más cuando el grupo estaba en su nivel más alto de popularidad.
Y es si cabe más incomprensible, ya que Sôber llevaba varios años luchando como banda para conseguir abrirse camino y poco a poco fueron sumando adeptos, hasta haber conseguido una respetable legión de seguidores a nivel nacional y también en el extranjero. Yo recuerdo que les conocí como teloneros de HIM y me sorprendieron muy favorablemente. A partir de entonces les seguí la pista.
Aquellos días eran los tiempos del ep “Synthesys”, pero la subida de nivel de la banda se produjo con el lanzamiento de “Paradysso”. Gracias a canciones como “Arrepentido” o “Una eternidad” el grupo empezó a sonar con más insistencia en la radio e incluso llegaron a aparecer por los 40Principales (hecho que quizás desagradaría a algún seguidor, pero que por otro lado, acercó su música a otros sectores de público).
Con este trabajo, previo a la obra que hemos escogido para esta semana, llegarían los premios, el reconocimiento de la crítica, la subida en las listas de ventas, el aumento de forma muy importante del número de conciertos de su gira y la multiplicación del número de seguidores de la formación. Sôber era uno de los grupos de moda, y sin duda la formación metalera nacional del momento, siendo una de las que dentro de ese género habían llegado más lejos, y con total merecimiento.
Llegaba el momento de la confirmación y el siguiente disco de la banda se mostraría vital de cara a comprobar de qué palo iba Sôber. Curiosamente, como luego comentaré, el camino tomó la dirección a priori menos esperada tras el lanzamiento del siguiente álbum. El caso es que la respuesta a las expectativas fue el disco “Reddo”, “reflejo” en latín; al respecto recuerdo una entrevista a la banda en 20Minutos en el que no sé si era Carlos el que decía que la portada simbolizaba perfectamente el título del disco, ya que al mirarlo de frente reflejaba tu propia cara; qué cosas se sacaban de la manga estos muchachos. Veamos que llevaba dentro de sí el “reflejo” de Sôber.
“Una hora más” abre con una base rítmica de rock metal brutal. Aquí ya vemos que la producción del disco es mucho más clara y accesible que en obras anteriores del grupo. Quizás ese es el punto de crítica, ya que antes el sonido era más farragoso y aquí, aunque no se abandonen las potentes guitarras y líneas de bajo, junto a la contundente batería, se ve un sonido más limpio. El caso es que esta canción es de mis favoritas del disco. No sé por qué motivo, pero en esta obra me gustan principalmente 2 de las canciones con una letra más esperanzada, como se puede ver en el estribillo “estaré a tu lado, cuando sufras, cuando llores. Te tendré en mis brazos, ahora el tiempo es solo tuyo”. La melodía construida alcanza una emotividad, y en cierta parte un punto épico en el citado estribillo, que hace de esta pieza una de las joyas ocultas; y digo eso de joya oculta, ya que aunque se trate de la apertura de “Reddo”, no fue editada como single, aunque yo vea a “Una hora más” como clara candidata a que lo hubiera sido. De hecho, los 3 singles del álbum vienen seguidos a continuación. “Cientos de preguntas” es cierto que tiene más gancho y es más fácilmente identificable para los seguidores de Sôber de toda la vida. Sin embargo, “El hombre de hielo” es una pieza algo exótica dentro de “Reddo” al alternar partes casi a capella de Carlos Escobedo al micrófono, con otras contundentes, fuertes y agrias. Tras ello, llega “La nube”, que es el single más destacado del disco. Llegó a sonar y verse el video en los 40Principales, aspecto por el cuál la banda fue muy criticada. Qué tontería; en los 40Principales suenan de vez en cuando cosas interesantes y Sôber en su día fue un ejemplo de ello. De acuerdo que es un tema más accesible, pero no se deja de lado la contundencia sonora de la banda. Se describe la historia de un amor terminado con acertadas frases. El final, con ese sostenido vocal del estribillo “que ya pasó, soñaré…” es excelente. Se acompaño de un videoclip grabado en Berlín en el que los componentes de la banda huyen de una chica con un aspecto algo gótico, simbolizando lo máximo posible la letra de la canción. ¿Qué quieren que les diga? Me encanta este tema. El siguiente paso de “Reddo” tiene un punto emotivo y algo sensible en su melodía. “Penitencia” vuelve a guardar, sin embargo, el punto agridulce en la letra y la historia que cuenta. La incomprensión y el fin del amor son quizás los aspectos más relevantes puestos sobre la mesa en esta canción de sonido bastante accesible. Quizás la pieza más alejada de las texturas musicales de la banda es que media el ecuador de “Reddo”. Un carácter acústico y a ratos orquestal o clásico da forma a la siguiente pieza titulada “Solo”. Carlos Escobedo nos narra de forma relajada y sentida la nueva penitencia a la que se ve sometido en su soledad, con partes realmente delicadas y bellas. Una canción que realmente a los fans más cañeros de Sôber deja fácilmente en fuera de juego. Como curiosidad, decirles que la escuché como hilo musical de una heladería de una famosa cadena del sector el pasado jueves por la noche; aluciné en colores.No obstante, esto no deja de ser un mero espejismo, ya que las bases metaleras regresan con fuerza en la siguiente pieza. “Lo perdí” habla de ausencias y de carencias, muy en la onda del resto del disco. “Reflejo”, además de ser la canción que da título traducido a la obra, es otra de las piezas accesibles y que deja de lado las bases rítmicas más contundentes en su primera parte para ir ganando poco a poco fuerza, pero que en definitiva forma una canción de enfoque más bien rockero. Después, “La burbuja de cristal” se muestra agresiva desde el inicio y es de las más fáciles de recordar en sus primeras escuchas gracias a ese estribillo “… yo te sacaré de tu burbuja de cristal. Sueño con tener la oportunidad de poder romper tu burbuja de cristal”. Hay varios matices dentro de la canción, con cambios de ritmo, partes instrumentales, efectos de modulación en la voz de Carlos etc. que hacen de “La burbuja de cristal” quizás la pieza más compleja de “Reddo”. Es una maravilla y de las mejores pistas de la 2ª parte del disco. “12+1” destaca principalmente por lo amargo de su letra, sobre todo en esa frase “jugando a ser mayor, se hizo viejo sin querer”. Es quizás una de las composiciones más rotundas de la obra, dispuesta con inteligencia antes de la más emotiva canción de cierre. “Blanco y negro” es la pieza perfecta para cerrar la obra. Es una canción de estructura o, más bien, de sensaciones parecidas a “Penitencia”. Es rotunda y cañera, (como todas las canciones de este disco, a excepción de “Solo”, y de Sôber en general), pero tiene ese punto de melancolía dentro de su entonación, que se intuye inmerso en el muro de sonido, que la hace especial. Si bien, también tiene sus partes que están exentas de la rotundidad sonora de la máquina musical de Sôber. Hay un cambio de melodía excelente para afrontar el estribillo “sueño que tus manos arrastraran mi vida y nuestros destinos al fin busquen juntos la salida. Restaré las horas que me falten para salir, de los laberintos que me alejan y separan de ti”. Por fin una pieza de lucha por el amor, después de tantas y tantas canciones amargas y que abordan el fin del sentimiento y la pasión. Quizás pueda que se trate de mi favorita del disco, curiosamente junto a la apertura del disco y “La nube”. Reitero, dentro del estilo y grupo que estamos abordando, es un precioso final de obra, de cierto sonido épico. La rúbrica perfecta.
“Reddo” fue bastante exitoso. Quizás la vara del triunfo se mida de una forma más sencilla de cara a la repercusión global, constatando el hecho de que Sôber entraran en el circuito radiofónico de las emisoras más comerciales. No hubo la comunión tan perfecta entre la opinión de los fans y la crítica como pasó en “Paradysso”, puesto que los seguidores de antaño no vieron con tan buenos ojos este trabajo.
Creo que el matiz parte de la distinta producción, menos farragosa, más clara del disco, que por otro lado permite a las canciones tener a ratos un enfoque más melódico. Quizás eso es lo que le resta fuerza a la obra, pero no mucha, porque creo que el adjetivo “contundente” lo he repetido unas cuantas veces en el párrafo principal del artículo en el que reviso las canciones de la obra que nos ocupa. Sea como fuere, “Reddo” tuvo tratamiento de lanzamiento estrella en su día y por esa simple inercia, y también en gran parte a la labor promocional de “La nube” en solitario, tuvo su nivel de repercusión.
Sin embargo, tras este disco de cristalina portada, se produjo lo que nadie esperaba: la disolución del grupo. De esta forma se dieron paso a 2 proyectos al margen del grupo, conformados a su vez cada uno de ellos por 2 miembros de Sôber. Por un lado Carlos y Alberto se fueron a dar forma a Savia y por el otro Bernardini y Jorge Escobedo se metieron en Skizoo. Curiosamente el mayor éxito se lo apuntaron Skizoo liderados visiblemente por el vocalista Morti, en lugar de conseguirlo Savia, que era el proyecto liderado por la voz de Sôber.
Lastimosamente, Alberto Madrid perdió la vida en un accidente de tráfico en la autopista de circunvalación madrileña M-40 hace unos años. Con ello, y tras coincidir Savia y Skizoo en un festival unos meses atrás, los antiguos componentes de Sôber se vieron con ganas de retomar su exitosa banda en común, junto al batería Manu Reyes en sustitución del malogrado Alberto Madrid, y regresar este 2010 con nueva gira y con un disco recopilatorio que incluye nuevos temas. Prueba de ello es el artículo de unas semanas atrás del concierto sorpresa que dieron en la puerta del Hard Rock Café de Madrid a comienzos de abril.
De hecho, Sôber abren fuego el día heavy por excelencia del Rock In Rio de este año (fecha a la que no acudo básicamente por celebrarse un ¿? Lunes). Veremos con qué ánimo retornan Sôber a la actividad y si el público sigue estando ahí como estaba hace 5 años. Parece ser que así es, pero nos quedaremos con la incógnita de qué hubiera sido de Sôber si no hubieran abandonado justo cuando se encontraban en lo más alto de su trayectoria, es decir, en los días de la edición del estupendo disco que hoy les hemos propuesto.
La pasada semana se me pasó comentarles algo de la radio. La pasada semana fue el turno de U2 y su disco “Zooropa” (ya lo tienen disponible como “Dmr 1-21” en el reproductor) y esta semana los protagonistas son Wolfsheim y su disco “Spectators”. Sería interesante que escucharan esta tarde el programa a las 19.00h en http://www.ruah.es/, puesto que hace unas semanas les hablé del disco en solitario que ha editado su vocalista. El audio tardaré unos días aún en subirlo a ivoox por acumulación de trabajo, puesto que por un lado llegamos al fin de la 1ª temporada en RUAH, y estamos trabajando en una sorpresa, y por otro lado se cumple en unas semanas nuestro 2ª aniversario. Supongo que lo entenderán.
Revista Cultura y Ocio
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