En estos tiempos en los que todo el mundo tiene una predicción sobre nuestro futuro, existen valientes que se atreven a dejarla por escrito. Y es que cada vez que un economista habla del poco valor de los pronósticos por culpa del dichoso factor humano (y de la absoluta impotencia al no saber cómo reaccionaremos mañana), se vuelve más inútil el hecho de afirmar dónde estaremos dentro de unos años.
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