Título: 2061: Odisea tres (2061: Oddysey three)
Autor: Sir Arthur C. Clarke, a quien ya conocemos bien.
Género y estilo: Es una novela de Ciencia-Ficción dura, por la importancia de las cuestiones científico-técnicas en la trama y por el rigor con el que son tratadas. Por estar ambientada en el futuro, es una novela de Anticipación, y posee el ritmo y el tono propios de una novela de Aventuras.
Qué cuenta: Año 2061. Heywood Floyd, héroe de la expedición de la Leonov, tiene 103 años de edad, gracias a haber pasado gran parte de su vida en un entorno de baja gravedad. Aún así, se embarca en un vuelo comercial al cometa Halley. Paralelamente, una astronave en viaje de exploración a la órbita de Lucifer, en cuya tripulación se incluye su nieto Chris Lloyd, debe aterrizar de emergencia en el satélite Europa, el mundo prohibido, en el que hallarán una montaña compuesta de un material de valor incalculable.
El propósito inicial de Clarke era escribir esta novela en 1990, cuando la Misión Galileo, lanzada en 1986, hubiese enviado suficientes datos e imágenes tanto de Júpiter como de sus lunas, que habría alcanzado en 1988. Pero la catástrofe del Challenger, el transbordador espacial que la habría lanzado, provocó el aplazamiento de la misión (se lanzó en 1989 y llegó a Júpiter en 1995, funcionando hasta el 2003, cuando se destruyó sumergiéndola en la atmósfera de Júpiter). Sir Arthur dice, en el prólogo, "He decidido no aguardar".
"2061: Odisea tres" es una novela más ligera y tiene un mensaje menos trascendental que sus predecesoras, que cambia por un ritmo más ágil y un argumento más propio de una clásica novela de aventuras, sin renunciar por supuesto al rigor y a la plausibilidad propias del autor.
Para ello, recupera a Heywood Floyd, el astrónomo que hizo su aparición en "2001" y protagonizó "2010", convertido, para la Humanidad, en "el héroe de la Leonov" [recordemos, la astronave rusa de "2010"], de cuya tripulación es el único miembro vivo. Pues Floyd cuenta con 103 años de edad, pero está hecho un chaval. Además del efecto imprevisto de la hibernación sobre su metabolismo, ha pasado gran parte de su vida en un hospital en órbita (por caerse de un balcón y herirse severamente durante una celebración del éxito de la Leonov), y el entorno de baja gravedad ha favorecido que su envejecimiento se ralentizase (una tesis similar puede verse en "Los propios dioses" de Asimov). Así que el bueno de Floyd tiene la forma física y el estado de salud de un hombre de 65 años.
Su hijo Chris, también astronauta, falleció en la ficticia catástrofe de la Misión Copérnico, y su nieto, Chris Floyd II, que siguió igualmente sus pasos, se encuentra a bordo de la nave Galaxy, explorando las lunes de Júpiter.
[Cabe decir que a mi juicio, Sir Arthur se confundió con sus propias notas, porque le atribuye a Heywood Floyd dos hijas de su primer matrimonio, cuando antes era una; y al monolito una antigüedad de cuatro millones de años, cuando en las novelas anteriores era de tres, y solo en la película se le calculaban cuatro].
Aún a su edad, Heywood es invitado a formar parte, junto a otras celebridades no relacionadas con el campo de la astronáutica, del pasaje de la Universe, una astronave que los llevará hasta el mismo cometa Halley, que está haciendo su visita periódica al Sistema Solar.
Y esta es una de las ideas más interesantes de la novela. En un mundo en el que las grandes potencias viven en paz, el desarme nuclear ha sido completo (solo existen cincuenta cabezas nucleares custodiadas por las Naciones Unidas), Sudáfrica se ha convertido en los Estados Unidos del Sur de África (tras las revueltas de las personas de raza negra y el exilio de los blancos), y existe un Presidente Planetario, el rey Eduardo VIII, la carrera espacial ya no es solo cosa de los Estados, si no que la iniciativa privada tiene su papel. El magnate hongkonés Sir Lawrence Tsung ha fundado Líneas Espaciales Tsung, que posee varias astronaves: la Cosmos, la Universe y la Galaxy, dedicadas tanto a la carga, como al turismo, como a la investigación científica. Porque además la especie humana ha comenzado su expansión por el Sistema Solar, lo que incluye una colonia en Ganímedes, el satélite joviano, ahora luciferino.
Ni qué decir tiene que las empresas aseguradoras tienen cobertura sobre estas aeronaves, y Clarke, con su humor británico, hace que Líneas Espaciales Tsung trabaje con la londinense Lloyds.
El escenario principal para "2061" será Europa, el mundo prohibido para la humanidad, que ahora orbita en torno a Lucifer, la estrella en la que se convirtió Júpiter tras su implosión por parte de los monolitos. En ella debe aterrizar la Galaxy, con Chris Floyd a bordo, por obra de Shaka, una organización terrorista sudafricana (nombrada así por el mítico cuadillo zulú). Europa permitirá a Clarke un interesante ejercicio de especulación, tanto sobre la configuración del satélite, con sus inmensos océanos con una profundidad de cincuenta kilómetros, con los hielos eternos que lo cubren o las formas de vida que se anticipaban en el epílogo de "2010". Resulta llamativo el poblado que los exploradores terrestres se encuentran, de viviendas similares a los iglús esquimales y dotados de hornos solares apuntados a Lucifer; y permite reencontrarse con una vieja conocida, la nave china Tsien, ahora completamente expoliada de su metal. Clarke se recrea también recuperando la historia de la tripulación china y la suerte corrida por ésta.
Las aventuras de Chris Floyd y el resto de la misión Galaxy resultan entretenidas y poseen momentos emocionantes, en los que se llega a temer por su destino, enfrentados a seres acuáticos de aspecto terrorífico, al frío y al aislamiento. Por supuesto habrá un intento de rescate, y para ello está la Universe, en una posición privilegiada para partir en busca de su compañera, con Heywood Floyd a bordo. Aquí tenemos otro de los más destacables ejercicios de anticipación de Sir Arthur, con una tecnología de propulsión por fusión fría basada en los muones, que permite cubrir la distancia a Júpiter en semanas, frente a los años que requerían los motores Sajarov (comentar que dicha tecnología, que por supuesto está aún en el campo de la hipótesis, fue descubierta en los años 50 por el doctor Luis Álvarez, a quien Clarke reconoce en los Agradecimientos).
"2061", pese a no ser ya una aportación imprescindible para sus predecesoras, sí guarda relación y coherencia con ellas, guardando apariciones para viejos conocidos como Dave Bowman y HAL9000, que conversarán con Heywood Floyd, quien pasará en lo sucesivo a tener una relación más estrecha con ellos, algo que no os desvelaré.
Precisamente, una conversación entre los tres revelará gran cantidad de detalles sobre los monolitos y sus autores, su papel en el desarrollo tanto de la Humanidad como de los europeanos, y el coste que supuso la conversión en estrella para Júpiter y los seres que lo habitaban. Sobre esto y sobre la montaña de diamante (nombrada Zeus) surgida en Europa, que será un pilar de la trama, Clarke se apoyará en los trabajos del dr. Melvin Ross (publicados en Nature en su día) sobre la posibilidad de que los planetas gaseosos, como Júpiter o Saturno, tengan núcleos diamantinos.
Con todo, como ya comenté, "2061" destaca más por su tono de aventuras, y se convierte en una lectura ágil y entretenida, tanto siguiendo los azares de los tripulantes de la Galaxy por Europa, como por los fenómenos naturales que allí se producen, con un paisaje que cambia continuamente a velocidades de vértigo, por el equilibrio de temperaturas y presiones a los que está sometida.
Proyecto para la novela, de Michael Welan,
autor de la portada que encabeza esta reseña
La novela, dividida en nueve partes de extensión desigual, destina la última, titulada "3001" a hacer una brevísima introducción a la siguiente entrega, que lleva por título dicha fecha. Es curioso que Clarke se repita bastante, e incluso parafrasee pasajes de "2010", y así lo reconoce sin empacho en las notas finales.
Por otra parte, su breve extensión y su lenguaje sencillo, incluso tratando cuestiones científico-técnicas, facilitan su lectura, y favorecen el evidente carácter divulgativo que muestra Sir Arthur.
Resulta, en resumen, una lectura interesante, y que merece la pena si se han leído las dos primeras partes, pues aunque no atesore la brillantes de aquellas, mantiene su línea argumental y tiene sus propios méritos. Nos leemos!